Tres montañistas de Rojas hicieron cumbre en el Cerro Aconcagua

Lisandro Roqués (44) es kinesiólogo, Juan José YanciLaplace (46) es ingeniero agrónomo yJorge Messere (46) es profesor de educación física. Los tres son vecinos de Rojas y están unidos por una misma pasión: la montaña. Entre el pasado 20 de enero y 4 de febrero emprendieron unaexpedición al Cerro Aconcagua, en Mendoza, y alcanzaron la cima de 6.962 msnm, la más alta del mundo luego de la cordillera Himalaya ubicada en el continente asiático.
Se trató del tercer intento por llegar al objetivo y, en diálogo con Democracia, Lisandro Roqués dio detalles de cómo fueron esos días, en qué consistió el entrenamiento previo, la importancia del apoyo de la familia y de la disciplina como herramienta clave para lograr la meta.

-¿Cómo nace la idea de prepararse para hacer cumbre en el Aconcagua?
-Hace aproximadamente diez años que hacemos montañismo y habíamos tenido tres intentos previos en el Aconcagua, pero no logramos llegar a la cima. Esas oportunidades fueron con expediciones guiadas, con otra organización y logística. Cuando se hace montañismo junto a un guía que va con un contingente hay una pequeña posibilidad de lograrlo porque se ponen en juego muchos factores: el tiempo pautado de expedición, el clima que toque, tiene que coincidir que todos los miembros del grupo estén bien aclimatados, entonces las chances se reducen. Esta vez decidimos prepararnos para ir los tres solos y destinarle el tiempo que la montaña exige, en el medio hemos hecho otras experiencias en montañas pero no de tanta envergadura como es la expedición al Aconcagua.

-¿En qué consistió la preparación previa a la expedición?
-Si bien siempre estamos entrenados, cuando nos pusimos el objetivo del Aconcagua supimos que debíamos tener un entrenamiento previo de al menos un año. En ese año nos fuimos midiendo cómo estábamos, fuimos a escalar a otros cerros e hicimos experiencias invernales. Como el objetivo era ir solos, sin guías, decidimos probar haciendo cosas solos, en diferentes condiciones, pero yendo a lugares seguros, pero que nos permitían hacer la experiencia.

¿Cómo se maneja el nivel de motivación para llegar a la meta y no sentirse sobrepasado por los obstáculos?
-Los días en la montaña son tediosos. Hay que esperar a que haya buen clima, eso agota mucho, hay días que no podés salir de la carpa por mal tiempo y la cabeza trabaja. La aclimatación y la motivación tienen que ir de la mano, porque puede ocurrir que después de mucho tiempo estés aclimatado pero ya desmotivado porque la montaña te exige mucho, es muy cansador. Si bien el objetivo siempre estuvo claro entre los tres, los niveles de motivación son muy personales, se dice que la montaña saca lo peor y lo mejor de cada uno y en algún momento de la expedición eso sucede porque los estados de humor, ánimo y motivación van fluctuando. Tenés que día a día poner el objetivo en tu cabeza como para no salirte de eso y, entonces, termina siendo como si fuese un trabajo, un trabajo mental para seguir adelante.

-¿Cuál es el tramo más difícil a nivel físico y mental?
-Faltando tres días para alcanzar la cumbre se pone en juego todo lo que hiciste en la montaña, todo el ejercicio previo. En nuestro caso fueron 16 días de expedición y para alcanzar el último tramo hubo que reparar en muchas cosas. Por eso la motivación también tiene que ver con ser ordenado, metódico, hidratarse bien y hacer todo para evitar problemas y que el cuerpo después lo pague. En los últimos tres días es todo muy mental, si tu físico está aclimatado es porque estás bien, pero no te podés relajar, tenés que tener disciplina, como en todos los deportes de alto rendimiento. La ruta por la que fuimos no es técnicamente difícil, sí física y mentalmente por la altura en la que se está.

– ¿Cuál fue la principal dificultad?
– Lo más difícil fue adaptarnos a la altura. En la escalada en sí, lo más difícil es la parte final, hay un sector que se llama “La canaleta”, está muy empinado, luego está lo que se conoce como “El filo del guanaco” y luego de una media hora ya estás en la cumbre. En “La canaleta” y “El filo del guanaco” es donde la gente, por lo general, deja, cuesta mucho, es dar un paso y respirar dos veces. El Aconcagua es fabuloso porque pide todo de uno. Y la bajada también es complicada porque si llegás extenuado a la cumbre, bajar es difícil, la pendiente es mucha y hay que controlarse en el descenso. Mientras estuvimos nosotros hubo accidentes fatales por agotamiento físico, vimos una evacuación de un canadiense que no pudo salir con vida de la montaña.

– ¿Cómo se maneja la ansiedad cuando el clima no ayuda y no se puede avanzar?
– Nosotros estuvimos esperando buen clima en el campamento Plaza de Mulas, a 4200 msnm, y evaluábamos si podíamos subir. Hay que tener respeto y humildad por lo que se está haciendo, hay que hacerlo paso a paso, hay que esperar y si no se puede hacer, volver. Hay que estar dispuesto a que la renuncia es una posibilidad. La montaña siempre nos va a estar esperando. Algunos van con arrogancia, mientras estuvimos nos encontramos con un mexicano que había hecho un tramo en muy poco tiempo y lo celebraba, se comparaba con sus compañeros; él, a los tres días, tuvo que bajar en helicóptero por un edema pulmonar, le exigió mucho a su cuerpo y no pudo adaptarse a la altura, sus compañeros “lerdos” llegaron e hicieron cumbre. Por eso no sirve la arrogancia, no hay que ir a competir contra la montaña.

– ¿Habían charlado acerca de que alguno no lograra avanzar y tuviera que volver?
– Nosotros habíamos charlado acerca de qué hacer en caso de que alguno no pudiera seguir. En mi caso, el viaje se juntó con un momento personal complicado, así que de entrada me planteé ir viendo día a día cómo estaba y si no tenía motivación, me bajaba. Pero ya estaba armada la logística para que dos pudieran seguir sin problemas. Podía pasar también que en plena expedición uno se sintiera mal y tengamos que abortar y bajar todos, eran distintas posibilidades. Pero por suerte no pasó nada de eso y salió todo bien.

-¿Cómo es un día en el Aconcagua?
– Dormís en carpa, te levantás, te juntás el agua, te hacés el desayuno, después planificás la actividad para ese día, en busca de seguir aclimatándote. Se hace el “porteo”, que consiste en llevar elementos al campamento que sigue y volver a bajar, porque no se puede llevar todo de una sola vez. Se suben los grampones, la comida, todo el material que a esa altura no se va a usar pero sí más adelante. Se planifica permanentemente, se resuelve sobre la marcha y se conoce a mucha gente. Se dice que es el lugar más cosmopolita del mundo por la cantidad de gente del mundo en pequeño espacio. Teníamos al lado expediciones de mongoles, de rusos, de turcos, mexicanos, canadienses, franceses, japoneses, italianos, españoles… hay gente de todo el mundo.

-¿Se controla el estado físico a medida que se asciende?
– Sí, se hacen chequeos médicos obligatorios en los distintos campamentos y, según cómo estás, podés seguir o no. Primero en Confluencia, allí la gente se queda unos tres días para aclimatar, nosotros estuvimos uno porque ya habíamos aclimatado en Penitentes. Luego en Plaza de Mulas también hacen el chequeo, al llegar y después del “porteo”. Te miden la saturación de oxígeno, la presión,la frecuencia cardiaca, si tenés dolor de cabeza o edema pulmonar. Si estás bien, te permiten seguir, y si no ordenan la evacuación y ellos tienen poder policial, si te dicen que tenés que bajar, tenés que bajar.

– ¿Qué le dirías a una persona que quiere emprender la expedición al Aconcagua?
– Le diría que es posible hacerlo, que hay que ser muy disciplinado, tomarse el tiempo necesario para sentirse preparado, que hay muchos cerros para hacer antes del Aconcagua y que hay que controlar la ansiedad para poder disfrutar. No tiene que ser algo que uno lo hace y se lo saca de encima, es un aprendizaje que se adquiere paso a paso y eso es lo más lindo. Es lindo recorrer el camino hasta sentirse preparado.

– ¿Cuál es el próximo objetivo en la montaña?
– Queremos hacer la travesía de los Andes, hay mucho para hacer en nuestra cordillera. En el Aconcagua conocimos a un francés que nos invitó a hacer con él una expedición al Kilimanjaro, así que eso sería un sueño. (DEMOCRACIA)