Aunque la incidencia es baja, los índices de letalidad alcanzan el porcentaje que se tenía en las históricas epidemias. Esto sucede en un contexto en que el Instituto Maiztegui, coordinador del programa nacional de control, está atravesado por dificultades que condicionan la posibilidad futura de seguir produciendo la vacuna.
La nota en el Diario La Opinión indica «El Hantavirus atrapó la atención del sistema sanitario por las implicancias del brote ocurrido en Epuyén. La agenda pública se pobló de noticias asociadas a esta enfermedad, haciendo que poco se hable de otras como la Fiebre Hemorrágica Argentina (FHA), de la que se siguen reportando casos y en un contexto signado por la difícil situación que atraviesa el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui”, coordinador del programa nacional de control de esta patología letal.
Con la mirada del sistema de salud puesta en otros focos, aún no está vacunada toda la población a riesgo y en las actuales condiciones de la planta de producción de la vacuna Candid I -elaborada por el Instituto Maiztegui-, si se ampliaran las estrategias de inmunización por parte de las provincias, la capacidad productiva resultaría insuficiente. A la par de ello, existe escaso nivel de alerta del propio sistema de salud y en la comunidad médica para sospechar de esta enfermedad cuando se presentan casos con sintomatología asociada, quizás porque se piensa que es un mal del pasado o vinculado solo a personas que viven o trabajan en zonas rurales. Esto incrementa los índices de letalidad, aun cuando existe no solo una vacuna preventiva sino un tratamiento probadamente eficaz para evitar las muertes.
Con el propósito de indagar en el panorama actual, para la producción de este informe se rescató datos del último encuentro anual del Programa Nacional de Control de la Fiebre Hemorrágica Argentina -realizado en Pergamino en septiembre pasado- y también consultó a fuentes sanitarias de varias de las provincias del área endémica. Los datos son elocuentes: si bien el número de casos sigue siendo bajo, la mortalidad alcanza el 30 por ciento, un índice similar al que se tenía en las épocas históricas del Mal de los Rastrojos. Y esto sucede en un contexto en el que el Instituto Maiztegui tiene serias dificultades que condicionan la sustentabilidad del proceso de producción de vacunas y en el que están pendientes varias decisiones políticas para llevar adelante inversiones y favorecer, por un lado una mayor vigilancia epidemiológica, y por el otro, un mejor acceso de la población tanto al tratamiento como a la vacuna.
Una enfermedad olvidada
Los referentes consultados tuvieron voces coincidentes al referir que muchas veces esta es una enfermedad que parece “olvidada” y por ello se desatiende la importancia de la vacunación y se llega tarde a diagnósticos, condicionando la eficacia del tratamiento. En este sentido, varios aseguraron que sería necesario revisar acciones del programa nacional para mejorar aspectos vinculados a la disponibilidad de vacunas y de plasma (anticuerpo que se obtiene de personas curadas) y para llegar a la población a riesgo con un mensaje claro: la Fiebre Hemorrágica Argentina no es erradicable.
Pocos casos y más muertes
En el año 2018 fueron notificados 260 casos, de los cuales 13 fueron confirmados (todos sin vacuna) y cinco de los pacientes con diagnóstico confirmado fallecieron, lo que indica un porcentaje de letalidad del 30 por ciento, similar a la mortalidad experimentada en la década del 60 y 70 antes de que se descubriera el tratamiento o se tuviera la vacuna. Lo que en términos nominales pareciera poco -a la luz de otras enfermedades que reportan una incidencia mayor-, alerta sobre una realidad que preocupa.
Escasa producción de Candid I
En relación a la vacuna, lo cierto es que en el área endémica de Fiebre Hemorrágica Argentina son alrededor de cinco millones las personas expuestas a riesgo y en la actualidad es escasa la cantidad de vacuna que el Instituto Maiztegui tiene disponible para inmunizar a esa población. Fuentes consultadas refirieron que esto sucede porque al no contar con una planta de producción en condiciones, desde hace varios años se viene reduciendo la capacidad productiva. En 2018 por ejemplo, de cuatro lotes de Candid I que debían elaborarse, solo se hizo uno y este año, hasta que no se solucionen los problemas operativos de la planta y se reemplace el equipamiento que está fuera de servicio, se va a ver muy condicionado el proceso de elaboración.
En virtud de este panorama, si bien no les falta vacuna, las provincias retiran menos dosis de las que precisarían para incrementar sus metas de inmunización porque saben que el Inevh hoy no tiene el stock suficiente como para responder a una mayor demanda.
Menos donantes de plasma
Otro aspecto del control de la Fiebre Hemorrágica Argentina que presenta dificultades es el vinculado a la obtención del plasma inmune de convaleciente, el tratamiento que se aplica a pacientes con diagnóstico sospechoso de la enfermedad antes del octavo día de inicio de los síntomas. Si bien las unidades de tratamiento están disponibles, las provincias refieren que como se producen pocos casos de la enfermedad (o se diagnostican tarde por la falta de alerta en la comunidad médica), cada vez cuesta más conseguir donantes de plasma. A esto hay que sumar que por cuestiones operativas y de costo, es complicado realizar colectas. En el caso de la provincia de Buenos Aires se suma el agravante de que el Gobierno bonaerense aún no ha tomado la decisión de tomar bajo su cargo la responsabilidad de cubrir la demanda de plasma inmune. Desde el Instituto Maiztegui se han hecho múltiples reclamos al órgano rector que es el Instituto Provincial de Hemoterapia pero, según aseveran, aún está pendiente la decisión política de hacer las colectas de plasma desde los servicios de Hemoterapia para abastecer a los pacientes, como lo han hecho Santa Fe y Córdoba.
En varios lugares lo único que se ha logrado es armar centros de stock, entre ellos el Centro de Zoonosis Rurales de Azul, el Hospital Muñiz, el Hospital Molas de Santa Rosa, La Pampa; y el Hospital Pasteur de Villa, Córdoba.
Preocupación generalizada
Las fuentes consultadas en este informe fueron interrogadas por sobre si consideran que el desfinanciamiento de actividades que denuncia el personal del Instituto puede condicionar las acciones del Programa Nacional de Control de la Fiebre Hemorrágica Argentina. Todos fueron claros al señalar que observan con alarma cuestiones que hacen al proceso de producción de la vacuna Candid I y entienden que es imperiosa la necesidad de contar con fondos para mejorar la infraestructura del laboratorio de producción y renovar equipamiento.
En forma unánime destacaron el rol indiscutido del Instituto Maiztegui en el estudio y abordaje de la Fiebre Hemorrágica Argentina y otras enfermedades y se mostraron solidarios con esta institución, dejando entrever zozobra respecto del futuro.
La vacunación en Pergamino y la zona
A nivel de la Región Sanitaria IV, la realidad en torno a la vacunación con Candid I no dista de lo que sucede en el resto de las provincias del área endémica: el biológico está disponible en los vacunatorios oficiales y se realizan algunas campañas para alcanzar a grupos específicos de la población a riesgo, pero las autoridades sanitarias observan con preocupación que la gente no termina de entender que se debe vacunar y consideran que “en la medida en que no se avance en los estudios para determinar si la Candid I se puede aplicar en forma simultánea con otras vacunas que reciben los adultos, hay muchas oportunidades de inmunización que van a seguir perdiéndose”.
Con respecto a la disponibilidad de vacunas, señalaron que siempre han tenido disponibilidad, aunque reconocieron que esto sucede porque no se han ampliado las metas».