Batalla de La Verde: la guerra olvidada y los monumentos que la reivindican

Investigadores del Instituto de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA-CONICET) estudian los monumentos relativos al enfrentamiento de La Verde, enmarcado en el proceso  conocido como Revolución de Septiembre a cargo de Bartolomé Mitre, y su relación con las comunidades locales, regionales y nacionales, en el año 1874.


Para la historia argentina, la Batalla de La Verde es una batalla olvidada de una revolución
olvidada. Este conflicto civil motivó el ocaso de Bartolomé Mitre como figura militar y política e impulsó a Julio Argentino Roca en su camino al poder.
Hace más de cien años, en 1874, Mitre se sublevó en armas ante la victoria electoral de Nicolás Avellaneda, alegando que este último había ganado con fraude. En la Estancia La Verde -más precisamente, en uno de sus puestos-, el 26 de noviembre, 800 soldados leales al gobierno nacional de Domingo Sarmiento se toparon con los 7.000 hombres que Mitre llevó para su “Revolución”.

Lo que parecía una victoria fácil para los rebeldes, terminó conformando el fin de la revolución
liberal y el comienzo de una nueva etapa de la historia argentina. A partir de estos hechos, un grupo de investigadores del Instituto de Arqueología de la Universidad de Buenos Aires (UBA- CONICET) se propone develar el porqué de esta derrota e indagar en los monumentos creados  para recordar esta batalla y en su relación con la memoria del pueblo bonaerense.

El doctor Carlos Landa, director del proyecto, dijo a la Agencia CTyS-UNLaM que “los
monumentos – ya sea una placa conmemorativa colocada sobre un monolito, un busto o una
cruz – forman parte del conjunto de estructuras dispuestas por los grupos humanos para
transmitir algún tipo de significado, conceptualizar y materializar hechos particulares de su
historia”.

“Es por esto que, el abordaje arqueológico e histórico de este campo de batalla permitió conocer los movimientos y los comportamientos de los ejércitos combatientes, las
dimensiones y límites del sitio, el lugar donde se desarrolló el núcleo de batalla, las diversas
áreas de trincheras, las estrategias utilizadas por ambos bandos y su operatividad en el
terreno”, comentó Landa. Asimismo, agregó que también permitió comprender “el poderío bélico de cada uno de los bandos (es decir, el armamento involucrado en la batalla y específicamente las armas utilizadas), la implementación de tecnologías armamentísticas novedosas –como la utilización por primera vez en el contexto nacional del fusil tipo Rémington- entre otras cuestiones”.

A lo largo de 12 años de investigación, la muestra de artefactos recuperados supera los 300
elementos: materiales bélicos como proyectiles (disparados e impactados), vainas de proyectil, botones militares de distinta procedencia y tamaño, fragmentos de bayonetas, números de quepí y materiales no bélicos como clavos de hierro y aperos de caballería, entre otros.

   Monumentos como historia viva

El monumento y su paisaje constituyen intentos por hacer presente una ausencia, por
representar lo que ha sucedido y su trascendencia. Desde sus inicios, el ser humano se ha
esmerado en dejar rastros, en conmemorar acontecimientos relevantes.
Según Landa, “los monumentos o memoriales de guerra constituyen un tipo especial de
reconocimiento y son una de las manifestaciones más antiguas de la historia humana. La
guerra como práctica social, violenta y traumática, genera memoria en diversas comunidades o colectivos que buscan inscribirlas en el espacio, en aras de perpetuar algún tipo de evocación del acontecimiento”, apuntó el director del proyecto.
En referencia a la Batalla de La Verde, puntualizó: “En este caso, podemos destacar el
reconocimiento y recuerdo al poco tiempo de la batalla, en el año 1876, por medio de la
creación de una cruz y una placa. Actualmente, sólo se puede observar un monolito con varios cipreses”.

Los investigadores explicaron que, actualmente, el monumento se encuentra en estado de
abandono y que esta situación de olvido contrasta con su historia anterior donde no sólo había un mayor cuidado y mantenimiento del memorial, sino, también, la iniciativa de la población local de usar el lugar para recreación y para visitar el monumento.
Por su parte, el doctor Luis Coll, investigador adjunto del CONICET, afirmó: “Estas variaciones en la importancia de dicho monumento no sólo quedan plasmadas en su materialidad, es decir en su creación, reconstrucción y abandono, sino también en los cambios que dicho ciclo de vida del monumento tiene en el paisaje, dejando así una impronta, una huella de memoria por más que el olvido intente rasgar y desfigurar ese espacio por medio del abandono”.

“La Arqueología estudia estas temáticas en sociedades del pasado a través de sus restos
materiales, a partir de la implementación de técnicas específicas: software de análisis espacial, herramientas de teledetección tales como fotografías e imágenes provistas por aviones, drones o satélites, instrumentos de prospección geofísica (georradares, geomagnetómetros, detectores de metal, etcétera), excavaciones y el análisis arqueométrico de los materiales hallados”, agregó.

               Ampliar el panorama para reconstruir la historia argentina

El estudio de la arqueología de guerra permite sumar otro enfoque al momento de reconstruir la historia de un país, ya que no sólo pone en juego las fuentes escritas de la historia oficial, sino que logra entrecruzar varias líneas de evidencias: fuentes documentales, materialidad, memoria oral y análisis del espacio y del paisaje.

“En el caso de la Batalla de La Verde, nos permite integrar un hecho olvidado a un proceso
mayor de cambio y conformación: el Estado moderno nacional. Este combate pone en la mira el enfrentamiento entre un Estado moderno y los viejos hábitos caudillistas o de grandes hombres, un hecho que obliga a confrontar a hermanos de armas de la Guerra de la TripleAlianza”, aseguró Coll.

En esta misma línea, aseveró: “Dicha batalla fue recuperada tiempo después para resignificar
la soberanía nacional y los ideales de una nación moderna, manifestado por medio de la
monumentalización, dejando plasmadas las ideas en los objetos”.
Destino de los restos arqueológicos

Actualmente, los restos arqueológicos aún se encuentran en fase de análisis o en tratamientos de preservación y conservación. Una vez finalizada esta etapa, los investigadores se proponen consultar y consensuar con las comunidades locales sobre cuál será su destino.
“Por experiencias pasadas, los materiales pueden formar parte de los bienes de museos
regionales o locales, en ocasiones se deciden realizar vitrinas y sectores de exposición en las
escuelas de los poblados próximos al sitio, mientras que en otras oportunidades se impulsa la construcción de un museo de sitio (como el museo de Vuelta de Obligado)”, dijo el doctor Coll.

Para finalizar, agregó: “Nuestra intención es, no solamente dejar en consignación los
materiales arqueológicos, sino también la producción del equipo, para que cualquier persona de la pueda acceder a nuestros análisis y, a la vez, hacer una transferencia del conocimiento a través de la coordinación de charlas, visitas arqueológicas o publicación del material a través de Internet”.

“A futuro planeamos realizar presentaciones como charlas en colegios, teatros, museos,
municipalidades, coordinar visitas a los sitios arqueológicos, agregar material mediante redes sociales, a fin de lograr una transferencia del conocimiento a la localidad y poblados aledaños para visibilizar dicho evento y patrimonio”.