Un grupo de investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) estudia el impacto en el ambiente de los tickets, ya que un componente llamado bisfenol A presente en los comprobantes, podría afectar, entre otras cuestiones, la función endócrina de los seres vivos.
“El bisfenol A, también conocido como BPA, es una sustancia capaz de interferir en la regulación hormonal y, además, tiene una enorme facilidad para migrar hacia el ambiente, ya sea hacia el suelo o hacia el agua. Hablamos de un compuesto con propiedades toxicológicas muy particulares”, comentó Javier Montserrat, investigador del área de Química Ambiental del Instituto de Ciencias de la UNGS.
El estudio de esta sustancia inició cuando el grupo analizaba contaminantes orgánicos en un trayecto del río Reconquista y en el arroyo Morón. Si bien el equipo encontró compuestos que se condecían más con contaminantes domiciliarios -como restos de ácidos grasos de jabones, detergentes y principios de repelentes de insectos, entre otros-, el hallazgo del bisfenol encendió las alarmas e inició la búsqueda de potenciales fuentes. Así fue como se imaginó que el papel térmico podría ser fuente significativa de este contaminante.
En el escenario, aparecen los signos de alerta para la salud humana, en especial para aquellas personas que tienen una alta exposición a la manipulación de tickets. “Hay diversos estudios que buscan correlacionar la aparición de algunos tipos de patologías en empleados que trabajan con cajas registradoras, por ejemplo”, advirtió Montserrat en diálogo con la AgenciaCtys.
En este sentido, el especialista recomienda, por ejemplo, el uso de guantes para manipular los tickets y controles médicos rutinarios para empleados que trabajen en constante exposición a este tipo de papeles. Si bien, en esta primera etapa, se busca tanto relevar la presencia de bisfenol en el Área Metropolitana de Buenos Aires como estudiar las velocidades de degradación de este compuesto en el agua y en el suelo, una segunda parte del estudio buscará hacer un relevamiento a nivel nacional de la presencia de bisfenol en los tickets y otros papeles térmicos.
“Con esta investigación, buscamos aportar información para que las autoridades y los actores correspondientes puedan tomar decisiones basadas en información científica. De esta manera, se puede avanzar hacia una tecnología que tenga menor impacto en el ambiente y en la salud humana”, destacó el investigador.
Para Montserrat, desde el punto de vista regulatorio, sería muy importante sumar también la manipulación de este tipo de papeles en relación con los residuos. “Es clave que no vaya a las fuentes de reciclado como papel común. Porque si, por ejemplo, con ese material, se decidiera hacer servilletas, la exposición al bisfenol va a ser directa y mucho más peligrosa. Ya hay evidencia de bisfenol en corrientes de reciclado de papel en Estados Unidos y Europa. Se debe considerar al papel térmico como un residuo tóxico”, explicó.
El bisfenol y el mundo
En Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió, en 2012, la fabricación, importación y comercialización de mamaderas que contengan bisfenol.
En Francia, desde el 1 de enero de 2015, se suspendió la fabricación, importación, exportación y comercialización de cualquier envase de alimentos que contenga bisfenol.
En España, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, en vigor desde 2022, prohibió el uso del bisfenol.
En Canadá, el uso de bisfenol A está prohibido en materiales en contacto con alimentos desde enero de 2015. (InfoGEI)