Luis Alvarez tiene 44 años, de los cuales durante 32 los dedicó a la venta de flores. Desde hace siete que es el único florista ubicado en el cementerio público de Venado Tuerto. Asegura que desde hace dos meses el crecimiento de asistentes al camposanto venadense es notorio. “Sé nota claramente porque estoy viendo la cantidad que viene todos los días, y además porque se vende mucho más que en otras épocas”, dijo Luis, quien planteó que no cuenta con estadísticas pero a que a simple vista “se puede decir que se duplicó la cantidad de visitantes en los últimos sesenta días”.
Pese a que recién a partir del fin de semana el gobernador Omar Perotti autorizó las visitas a los cementerios del departamento General López, entre otros lugares de la provincia, luego de se impidiera la concurrencia desde el 29 de agosto, la Municipalidad de Venado Tuerto las permitió a partir del 14 de septiembre. Antes y después de ese período sin asistencias al cementerio local, el flujo de visitantes nunca cesó.
Alvarez es nativo de Venado Tuerto y desde los doce años que se dedica a vender flores. Gran parte de su vida lo hizo en los semáforos de la ciudad o en los restaurantes y bares. Tuvo una casilla de madera a pocos metros del cementerio hace siete años atrás, que “fue incendiada hace dos años de modo intencional”, aseguraron allegados a Luis. Eso originó una movida solidaria en la que vecinos y el propio municipio ayudaron a Luis para construir el puesto de flores que hoy atiende frente al cementerio.
“Yo vengo casi todos los días y se nota que hay mucho más movimiento en el cementerio que en otras épocas”, dijo Alvarez y resaltó que “se nota que hay mucha angustia en la gente con todo lo que está pasando”.
Luis dice que la venta de flores es su pasión, y que está enamorado del trabajo. Como se mencionó, lo hizo de manera ambulantes y no hubo fiesta patronal de la región que no lo tuviera de testigo. “Me recorrí todas las fiestas patronales de la región vendiendo flores desde el año 1988, que fue cuando comencé”, relató.
Lo cierto es que como consecuencia de las nuevas costumbres culturales, el cementerio no fue lo que era en otras épocas, donde las visitas de familiares eran mucho más asiduas y multitudinarias. Prácticamente esa costumbre se viene perdiendo desde hace un tiempo.
“Coincido en que la cantidad de gente que viene al cementerio va disminuyendo año tras año. Yo hace siete que estoy de florista y me doy cuenta de la diferencia con respecto a 2003, que fue el año que empecé acá. Me dicen que décadas atrás, la cantidad de gente era muchísimo mayor a la actual”, manifestó.
Luis suscribe la teoría de que las personas asisten, desde hace varios años, en menor medida a los cementerios. “Nada que ver a como lo hacían antes. Pero sí te puedo decir que con esto de la pandemia, la gente está viniendo mucho más. No te podría dar un número exacto, pero seguramente se duplicó la cantidad de familiares que vienen a visitar a sus afectos”, señaló.
El cementerio público de Venado Tuerto, (existe otro privado en un predio ubicado en las afueras de la ciudad, rumbo al aeródromo), se encuentra ubicado sobre calle Jorge Newbery.
Hoy prácticamente se encuentra integrado al ejido urbano, ya que es una zona de quintas. Además es muy utilizado por quienes hacen caminatas, gimnasia o bicicleta, entre otras actividades físicas. De hecho hay un circuito aeróbico de 4.200 metros que es muy concurrido.
Miedo a la soledad
Para Alvarez “el crecimiento de las visitas al cementerio de nuestra ciudad está estrechamente vinculado a la pandemia. La gente me comenta que se siente sola, angustiada. Dice que tiene miedo de quedar sola como sucede con los pacientes de coronavirus, que tienen que afrontar la enfermedad y la recuperación en soledad, sin que un familiar pueda visitarlo”.
Además de esa situación, otro de los motivos es que no se pueden realizar normalmente los velorios por la cuestión de la pandemia, lo que lleva a que mucha gente “venga al cementerio a despedir a su ser querido. Es notorio como se dibuja en la cara la angustia de la gente”, relató.
El cementerio de Venado Tuerto estuvo cerrado durante 14 días por disposición provincial y obviamente vinculado a la pandemia por coronavirus. “La verdad que durante esos días lo pasé muy mal porque yo vivo de la venta de flores y obviamente la gente no venía al cementerio. Por suerte después lo abrieron y comenzó a llegar gente a diario”, manifestó el florista, quien enviudó hace 8 años y que actualmente vive con una hija de 15.
«Canalizar la tristeza»
Para el médico psiquiatra Jorge Guareschi, los dichos del florista se ajustan a la realidad pandémica. “La gente entiende que la tristeza hay que canalizarla y encuentra que el cementerio es el canal para expresar esa angustia por el ser querido que no está entre nosotros. Esta falta de comunicación que se da como consecuencia del aislamiento nos lleva a revitalizar estos espacios que parecían perimidos o que no tenían la afluencia de otras épocas”.
Gaureschi, oriundo de Elortondo y radicado en Firmat, agregó: “La realidad es similar en todas las localidades. Hay incertidumbre con respecto a la pandemia y no llama la atención que la gente encuentra en el cementerio un lugar don de canalizar todo lo que le está pasando”. (Carlos Barbarich- La Capital)