mcastanosl@lacapital.com.ar En el Morante rezaron San Martín, Belgrano y Eva Perón, fue fusilado un gobernador y descansan los restos de soldados caídos en la batalla de Pavón.
La pequeña capilla, prolijamente pintada de blanco y arena, se levanta en el paraje que lleva su nombre, de apenas 25 habitantes, 50 si se le suma el área rural. Está cerca de Godoy, a donde pertenece, en el departamento Constitución, y a unos 80 kilómetros de Rosario.
En su interior, detrás del púlpito, se levanta la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de los Remedios, traída de España en el siglo XVIII, hecha en madera, que sostiene a un Niño Dios articulado, algo especial en ese tiempo. De la misma época y procedencia es el Cristo Nazareno que se erige a un costado de la nave, enropado en un sayo púrpura que, dicen, de sólo tocarlo se puede deshacer. Lo protege un vidrio. En el otro costado, lo mira la Virgen Niña, cuya melena, al igual que las de las otras imágenes, está hecha con cabello natural. Más nuevos son el San Francisco Ferrer y las otras esculturas que escoltan a la Virgen.
El cielorraso de madera del templo es original, no así la puerta, que era de madera y hoy es de metal, y que cuando se abre en sus dos hojas deja entrar una luz que invade todo el recinto. Frente al altar, en la nave, se alinean seis reclinatorios.
La casa parroquial no es más que una habitación para que descanse el cura de Godoy que va una vez por mes, y una habitación con una vitrina que deja ver ropajes, adornos y una calavera desenterrada. Enfrente, cuelga el decreto presidencial que declara al sitio «lugar histórico».
Mucho para contar
El Oratorio Morante no sólo se caracteriza por su belleza singular y su ubicación recóndita, sino por haber sido testigo de la historia argentina, desde la misma colonia, pasando por la independencia, las luchas internas que desangraron al país y hasta la política del siglo XX.
Se sabe que se levanta sobre lo que fue el Camino Real que conectaba Buenos Aires con el norte argentino y lo que fue el Alto Perú. Está documentado que por allí pasó a rezar el general José de San Martín con sus granaderos, que lo propio hizo Manuel Belgrano en su paso hacia Rosario, donde enarboló la Bandera nacional. Narra la historia que en un ombú cercano fue fusilado el 28 de junio de 1839 Domingo Cullen, quien había sido gobernador de Santa Fe y no pudo escapar a la persecución de Juan Manuel de Rosas. Allí se edificó, aseguran, la primera escuela rural de la provincia, destruida por un tornado y donde ahora funciona un museo del paraje.
También allí se levanta un pequeño cementerio, amurallado por paredes de ladrillos, donde descansan los restos de soldados caídos en la Batalla de Pavón, el 17 de septiembre de 1861. Y más cerca en el tiempo, cuentan que allí iba a orar Eva Duarte de Perón cuando vacacionaba con su esposo en una estancia cercana, en la década de 1940.
El 5 de mayo de 1975, por decreto 1.192, Oratorio Morante fue declarado Lugar Histórico, y se encomendó a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos a que propendiera su conservación. Pero el esfuerzo por mantenerlo fue del pueblo.
Cada 8 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Remedios, los habitantes de la zona sacan en procesión a la Virgen en una ceremonia que ha llegado a convocar, cuentan, a más de 4 mil devotos.
De la colonia.
Río de la Plata, mediados del Siglo XVIII. Don Juan de Pereda y Morante recibe, como compensación por los servicios prestados como sargento mayor del Ejército Real, una extensión de tierra desde el arroyo del Medio hasta el Pavón, donde funda por 1770 una de las primeras estancias del sur santafesino.
Su esposa, doña Antonia del Pozo y Jiménez, hace edificar en aquel lugar un oratorio en honor de Nuestra Señora de los Remedios, en memoria del santuario que hace siglos erigiera en España la piedad cristiana y de donde ella fue devota.
No hay una fecha exacta de construcción, se estima que tiene que haber sido entre 1770 y 1780. Pero es cierto que la mujer hizo traer de España las imágenes que hoy ocupan el recinto. En su testamento, fechado en 1810, dice «?mantengo en mi estancia del Arroyo del Medio un Oratorio en cuyo cuidado he puesto el mayor empeño, deseando la subsistencia suya aún después de mis días?»
Según su carta de donación, se hizo entrega del oratorio y de «16 cuadras» (medida de superficie antigua que equivale a 0,64 hectárea) al Obispado de Buenos Aires para que proveyera de su atención espiritual. La donación pasó al Obispado de Paraná hasta 1898, cuando se creó el Obispado de Santa Fe. Y finalmente, en 1935, pasó al Arzobispado de Rosario. Esta última institución hizo hace poco lo que no se había hecho antes: regularizar la situación dominial de las propiedades que se extienden en el predio, y ceder terrenos en comodato para la construcción de la plaza, el museo que se levanta junto al oratorio y el polideportivo que usa la gente del lugar.
Mucho antes de todo esto, y fallecida Antonia del Pozo y Jiménez, Juan de Pereda y Morante contrajo nuevas nupcias con Inés Sánchez. A la muerte de ambos, vino la consabida historia de los juicios sucesorios. En 1834, el brigadier Estanislao López designó al capitán Ramón Godoy administrador de Morante. En 1886, Godoy fundó un pueblo al que bautizó con su apellido. Ese pueblo sigue en pie, más vivo que nunca, a él pertenece y de él depende Oratorio Morante.
Al rescate
Godoy es una localidad del departamento Constitución ubicada a unos 70 kilómetros al sur de Rosario. Se accede a ella por la ruta provincial 90, a unos 15 kilómetros de la autopista Rosario Buenos Aires.
Tiene alrededor de 1.650 habitantes, aunque su jurisdicción abarca 170 kilómetros cuadrados, atravesados en toda su extensión por 220 kilómetros de caminos rurales. Vive del campo, en Godoy no hay industria.
Su presidente comunal, Héctor Daniel Caruso, tiene 68 años. Es jubilado docente (con 30 años de ejercicio en la escuela secundaria de J. B. Molina)y regentea un negocio polirrubro del pueblo. Atraviesa su quinto mandato, aunque ya advirtió que es el penúltimo.
En los pueblos, los gobernantes suelen ser elegidos más por el prestigio y el reconocimiento personal que se ganaron como vecinos que por el color político. Este parece ser el caso de Caruso, aunque él administra el pueblo desde el Justicialismo. Pero le escapa a la discusión política. En un momento tomó notoriedad por ser el primer mandatario (o unos de los primeros) en renunciar a su sueldo como gobernante. En Godoy, los miembros de la comisión comunal trabajan ad honórem.
En el camino de tierra que lleva al oratorio, el jefe comunal repasa sus logros. «Ese puente lo gestionamos nosotros, aquél también, conseguimos que el gas natural entrara al pueblo, compramos una motoniveladora y estamos esperando que nos entreguen una niveladora de arrastre», y más, y más.
Pero Caruso no quiere irse sin cumplir su sueño: poner en valor al Oratorio Morante. Es que por más esfuerzo que hagan para mantenerlos, los dos caminos de tierra que llevan a la capilla se convierten en un barrial con cada lluvia y dejan, tanto al Oratorio como a las dos escuelas (la CER 372 Campo la Victoria y la N 190 Domingo Cullen) totalmente aislados del mundo.
A ese fin, puso a funcionar un Area de Turismo que invita a las escuelas de la zona a conocer el oratorio, y ya han ido algunas. Pero sabe que no vendrán cuando llueva.
Y para eso, munido de aquel decreto presidencial que tanto prometía pero quedó en la nada, y de una reseña de la historia, el hombre se fue a Buenos Aires a gestionar una ayuda. No pide mucho. Quiere que uno de los dos caminos que llevan al paraje, y a cuyo margen se levantan las dos escuelas rurales, sea sometido a un escoriado, tratamiento especial en el suelo para que sea resistente a las lluvias. «Se puede usar incluso ese camino cuando llueve y el otro cuando hay seca, así aquél no se deteriora», propone y propuso.
En la Nación no pasó del trámite. «Pero en la provincia tuve la buena predisposición del ministro (de Infraestructura y Transporte, José León) Garibay. Ofrecí maquinaria y mano de obra, y eso reduce mucho los costos», asegura, entusiasmado. Ahora espera una respuesta positiva a su petición, y aspira que el sueño se cumpla en breve.
La pequeña localidad de Godoy tiene un paraje todavía más pequeño, lleno de historia, de anécdotas de la vida de este país, incluso desde cuando no era país. Y las puede contar. Esa pequeña capilla enclavada en medio de un caserío donde no viven más de 25 personas, 50 con toda la furia, es una parte de la historia que, mal que pese a quienes niegan el pasado, vale la pena recordar.