En la Argentina hay unas 40 mil muertes súbitas por año. Desde la Comuna de Wheelwright decidieron desplegar una serie de iniciativas que permitan la prevención y las respuestas efectivas ante estos acontecimientos.
De ahí surgen los proyectos de RCP en la escuela donde ya se entrenaron más de 100 chicos y los dos cursos VES realizados destinados a la población en general.
Asimismo, se pusieron en contacto con un grupo de personas que vienen trabajando a partir del caso de Tomas Casoy, un chico de 14 años que murió en una cancha de fútbol porque no había quien lo reanimara. De este modo, recibimos un cardiodesfibrilador y se propuso armar un área cardioprotegida que se montará en el club Ítalo-Argentino puesto la gran cantidad de deportes que ahíse realizan y la cantidad de gente que circula no solo por el club sino también por la zona ya que esta frente a una escuela primaria y la cooperativa eléctrica.
Ya con el desfribilador conseguido, ahora se espera otro desafío que es el de avanzar en el entrenamiento de la comunidad. Para ello se necesitaba un simulador, que es un equipo idéntico al del tratamiento, pero que no envía la descarga eléctrica, y está fabricado para realizar prácticas de uso. El desfibrilador tiene un costo aproximado a los 23 mil pesos que fue aportado por el senador Lisandro Enrico. Y los parches de desfibrilación pediátrico y el gabinete para resguardarlo lo aportó el diputado Oscar Pieroni.
De tal forma, Wheelwright se convierte en una localidad pionera en la implementación de este tipo de medidas en materia de salud al ser uno de los primeros pueblos del país en contar con un área cardioprotegida.
En los próximos días se procederá a su inauguración y puesta en funcionamiento.
Agradecen al Club Italo Argentino por hacer lugar a la propuesta y a Adrián Martínez por coordinar el proyecto.
Caso Tomas Casoy
¿Se imaginan lo que es perder un hijo de 14 años? No, claro que no. No es una de esas situaciones por las que muchas personas pasan, son pocos los que deben superar el desafío de seguir aún cuando sabemos que esa cicatriz arderá eternamente. Quien no lo vivió pero tiene hijos, visualizará un dolor enorme. Quien no tiene hijos pero, básicamente, es humano, también pensará en una tristeza sin fin, una angustia infinita, el vacío que corroe. Sin embargo, Mariano Casoy, que perdió a su hijo Tomás, de 14 años, en 2015, encontró un refugio en el deporte. Ponerse en movimiento, no dejarse vencer, avanzar en nombre de su hijo fallecido para que otros no sufran lo que a él le tocó sufrir.
Fue en 2015 cuando, como todos los sábados, Mariano llevó a Tomás a jugar un partido amistoso. Fanático de River, al adolescente le explotaban las piernas de ansiedad cada vez que tenía un encuentro por delante.
“Más allá de que no era la canchita donde siempre jugaban, dejé a Tomy con sus compañeros y un par de chicos de 18 años como líderes”, le contó Casoy al diario La Nación.
Relajado, Mariano fue a comprar unas bebidas por ahí cerca, cuando su teléfono comenzó a tocar insistentemente. Era Facundo, que estaba en su casa y había recibido la noticia de los líderes del grupo. “Papá, volvé rápido a la canchita, Tomás está tirado en el piso, no saben qué le pasó”, dijo el mayor.
Con las piernas casi cruzándose, temblorosas, y el corazón en la boca como de quien sufre un derrumbe emocional, Mariano llegó como pudo al lugar. Cuando llegó, se encontró con el peor cuadro posible.
Tomás estaba en el suelo, se había desplomado. Los líderes no sabían qué hacer, tampoco, claro, sus compañeros. Llamaron al SAME, que demoró 25 minutos en llegar al lugar. Sin dudas, el momento de mayor angustia en la vida de Mariano.
Ya en el lugar, los médicos que llegaron -tarde-, no consiguieron revertir la situación. Tomás sufrió una muerte súbita.
“Como nadie sabía hacer las maniobras de reanimación cardiopulmonar, no había servicio de emergencias médicas, desfibrilador o una cadena de supervivencia, mi hijo no tuvo posibilidad de sobrevida“, cuenta Mariano Casoy.
“Tomás era un pibe muy especial, muy querido por todos, muy carismático. Estaba por comenzar el tercer año en el colegio Carlos Pellegrini y era un fanático del fútbol; hincha de River hasta los huesos”, sigue el padre, con el recuerdo aún fresco y pesado, como si lo viese alentando al Millonario. (Datos de Casoy Atletas)