Juan Cruz Ibáñez recibió al menos tres puñaladas tras ser sorprendido mientras dormía. Hay dos detenidos por encubrir el crimen y el autor está prófugo.
Los residentes de Zeballos al 2100, entre Oroño y Balcarce, no salían de su asombro la mañana de ayer cuando se enteraron que uno de sus vecinos, un estudiante avanzado de ingeniería en sistemas, había sido asesinado a puñaladas en el interior del departamento que alquilaba en esa cuadra. El cuerpo de Juan Cruz Ibáñez, de 23 años y oriundo de Murphy, fue encontrado por una vecina tirado al costado de su cama, en medio de un charco de sangre y con varios puntazos en su espalda. Las hipótesis sobre las que trabajó durante el día la fiscal de Homicidios Georgina Pairola es que la víctima fue sorprendida en su departamento del 2º piso y asesinado en medio de un robo por un delincuente que habría trepado hasta el balcón valiéndose de las rejas de una vivienda contigua o que fue abordado en la calle y obligado a ingresar a la propiedad.
En ese marco, tanto por lo dicho por un testigo como el llamado de un taxista, se realizó anoche un allanamiento en un pasillo de Tablada donde se hallaron elementos robados a la víctima y se apresó a dos personas acusadas de encubrir el crimen, mientras que el autor material sigue prófugo pero identificado.
Ojos enrojecidos por el llanto y la indignación. Miradas perdidas y abrazos eternos. Esa postal dominó la escena de Zeballos al 2100 cuando un grupo de jóvenes se concentró esperando saber qué había pasado. Eran amigos y familiares de Juan Cruz, que estudiaba ingeniería en sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional e ingeniería electrónica en la Universidad Nacional de Rosario.
Última cena
Juan Cruz Ibáñez se había afincado en Rosario hace alrededor de cinco años para estudiar. Vivía solo en el departamento de Zeballos 2133, en un edificio de siete pisos y cocheras. Según allegados a su familia, su mamá había estado con él hasta entrada la noche del jueves cuando en un remís volvió a su casa de Murphy (en el departamento General López) ubicada a 160 kilómetros de Rosario. Una visita muy valorada para quien se distancia de su gente para poder estudiar. «Llegás a casa, el tele prendido, olor a milanesas, mantel y una gaseosa. Beso a mamá y el tan preciado «sentate que ahí llevo la comida». Hablame de extrañar», escribió Ibáñez en Twitter días atrás.
Pasadas las 9 de ayer una vecina salió de su departamento y vio manchas de sangre en el palier del edificio. Entonces siguió el reguero y eso la llevó hasta el 2º piso en el que vivía Ibáñez. Vio la puerta entreabierta, se asustó y llamó al 911.
Cuando la policía llegó al lugar halló el cuerpo de Ibáñez tirado al costado de la cama. Estaba con un boxer y una remera. Tenía al menos dos puntazos en la espalda y yacía sobre un charco de sangre. En la vereda se observaban gotas de sangre que provenían del edificio y terminaban en el cordón.
Tres horas más tarde, alrededor de las 13, cuando la fiscal Pairola salió del lugar para hablar con la prensa, aún no había ingresado al departamento. «Es una escena muy compleja y se está relevando con minuciosidad por peritos de rastros y fotografía», indicó Pairola.
La primera pista
Fuentes allegadas a la investigación indicaron que el departamento de Ibáñez estaba revuelto y a la vista faltaban varias cosas. En tanto su auto, un Volkswagen Gol estaba en la cochera del edificio.
Un trabajador informal que se mueve en Zeballos al 2100 contó que vio, desde unos 50 metros, como dos motociclistas se abalanzaban sobre un hombre que intentaba ingresar al edificio donde vivía Ibáñez. Contó que lo escuchó pedir ayuda. Y que unos 20 minutos más tarde vio salir del lugar a los dos jóvenes. «Yo vi como lo agarraron al muchacho y como lo metieron hacia adentro», indicó el hombre que ubicó en tiempo y espacio ese suceso entre las 8.30 y las 9 de la mañana de ayer, momento en que la zona está invadida de gente por la cercanía con Tribunales.
Una fuente calificada de la pesquisa desestimó esa versión e indicó: «No se ajusta a los tiempos que marcaba la escena del crimen. Puede que haya visto que apretaban a alguien, pero no fue a Ibáñez», indicó.
La misma fuente indicó que la hipótesis con más peso que manejaba la fiscal Pairola está dada en que «Ibáñez fue sorprendido por una persona que trepó a su balcón valiéndose de las rejas de una vivienda contigua al edificio donde vivía e ingreso por la puerta ventana que da al exterior». Y agregó que «la fiscal creé que a Ibáñez el delincuente lo pudo sorprender durmiendo» entre la medianoche y las 6 de la mañana.
Otro elemento sobre el que trabaja la fiscal son los distintas manchas de sangre cuyo rastro conducían por las escaleras hasta el tercer y cuarto piso; al ascensor y la vereda del edificio. En ese sentido, sostuvo que esa sangre podría ser del asesino.
Asimismo, comentaron que «según las primeras medidas, en el lugar no había indicios de forzamiento de la puerta de ingreso» y que «se realizó levantamiento de material genético en diversas partes del departamento, la escalera y el ascensor del edificio como imágenes de las cámaras públicas y privadas que hubiera en las inmediaciones», confió un vocero del caso.
Testigo y detenciones
A la tarde, y a partir del relato de un taxista ante los pesquisas de la Brigada de Homcidios de la PDI que comanda Diego Sánchez, se supo que el chofer fue abordado por un pasajero en Zeballos al 2100 en horas de la madrugada llevando varios bolsos. Que el mismo vestía «campera roja con tiras blancas tipo Adidas» y que lo llevó hasta un pasillo de Chacabuco 4257.
Con esos datos, la fiscal ordenó allanar el lugar y allí se secuestraron una notebook, un celular y otros elementos de Ibáñez, muchos con manchas de sangre, que fueron reconocidos por familiares de la víctima.
En el lugar fueron apresados Micaela Mercedes O., de 21 años, y su pareja, Alberto Jesús G., de 33, quienes son acusados de encubrimiento agravado. En tanto se trata de hallar a Lucas Ezequiel O., hermano de la joven, a quien se le adjudica la autoría material del homicidio.(La Capital)