Perú-Argentina: a 56 años de la mayor tragedia en un estadio de fútbol

(Por Gastón M. Luppi de la redacción de DIB) Domingo 24 de mayo. Los Juegos Olímpicos de Tokio en el horizonte. Por primera vez la gran cita llega a Asia. No pudo ser en 1940, cuando la capital nipona se bajó de la organización porque el país estaba ocupado en la guerra sino-japonesa; finalmente los Juegos tampoco fueron en Helsinki, por la II Guerra Mundial. Ahora sí: el 10 de octubre el Emperador Hirohito inaugurará los Juegos de la XVIII Olimpíada, Tokio 1964.

Perú y Argentina luchan por un lugar en el fútbol olímpico de la tierra del Sol naciente. El Estadio Nacional es el escenario. Repleto, con exceso de público. Del lado argentino, el arquero Agustín Cejas, el defensor Roberto Perfumo y compañía. Y va ganando Argentina, con gol de Néstor Manfredi, hombre de Rosario Central. Pero empata Perú, con tanto de Víctor Lobatón. No, el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos lo anula: plancha. Y es en ese momento cuando empieza a desencadenarse la peor tragedia que haya tenido lugar en un estadio de fútbol, con al menos 328 muertos y un número indescifrable de heridos.

Este 24 de mayo, también domingo, se cumplen 56 años de aquel horror. En 2014, en el marco de los 50 años, el periodista Efraín Rúa escribió el libro “El gol de la muerte. La leyenda del ‘Negro Bomba’ y la tragedia del estadio”. Sin embargo, a medio siglo de la tragedia, vaya paradoja, aquel 24 de mayo de 2014 el Estadio Nacional estuvo alquilado para un concierto de vallenato, salsa, merengue y reggaetón. Ni siquiera una misa conmemorativa en la capilla del estadio.

¿Qué pasó hace exactamente 56 años? “Fue una serie de circunstancias que se juntaron trágicamente”, resume Efraín Rúa ante la consulta de la Agencia DIB. “El país vivía una situación de confrontación social muy fuerte. En un Estado semifeudal, el gran reclamo de la gente era la realización de una reforma agraria. Y esa situación de violencia se trasladó luego a Lima”.

Gobernaba el país Fernando Belaúnde Terry. “Él había prometido dos cosas fundamentales al electorado: la nacionalización de yacimientos petroleros y la reforma agraria. Y a los diez meses de su gobierno no había logrado cumplir ninguna de las dos”, pone en contexto Efraín Rúa. Eran días conflictivos. “Ese mismo 24 de mayo el Gobierno declaró ilegal la huelga bancaria. Las calles estaban copadas de policías y se había dado la orden de comprar nuevas bombas lacrimógenas para enfrentar la situación”, describe.

En ese marco jugaban Perú y Argentina. “El clima del partido era muy crispado, estaba de por medio la posibilidad de ir a los Juegos Olímpicos. Por eso el público, que hasta ahí no había asistido en masa al estadio, ese día abarrotó las tribunas. Había por lo menos 52 mil personas, cuando la capacidad del Nacional apenas llegaba a los 47 mil espectadores”.

Sin embargo, todo era desilusión. Manfredi ya había adelantado a Argentina y Perú se estaba quedando fuera de los Juegos. Hasta que un envío largo llegó al área visitante. Y cuenta Efraín Rúa las imágenes de las cintas: “Fue un pase larguísimo que llegó por la banda derecha al centro del área. La pelota le sobró a un defensor, también a Perfumo, y por el lado izquierdo entró Víctor Lobatón. Al lado de Horacio Morales, ‘Kilo’ impulsó con la planta del pie el balón que venció a Cejas”. ¡Gol de Perú! Empate.

No. “El árbitro Pazos, que se encontraba a unos 25 metros, inicialmente dudó, y algunos dicen que tocó el pito en señal de gol. Pero luego del reclamo de Cejas y de Perfumo, cobró falta”, relata Efraín Rúa, que a su vez describe cómo lo tomó el público: “La reacción fue tremenda, hubo un reclamo generalizado. Los jugadores peruanos finalmente aceptaron la decisión y el partido se reanudó. Pero se reanudó con muchas fricciones”. Y fue en ese momento cuando se coló en el campo de juego Víctor Vásquez Campos, más conocido como “El Negro Bomba”.

Según le cuenta Rúa a DIB, “‘El Negro Bomba’ era un aficionado acostumbrado a hacer ese tipo de ingresos”. Al parecer, la Policía lo retiró más o menos por las buenas, y el encuentro se reanudó. “Pero la tensión se hizo más intensa en las tribunas, sobre todo en las Oriente y Norte”, prosigue Rúa. “Y desde Oriente ingresó otro aficionado: Germán Cuenca, con un pico de botella en la mano”. En este caso la Policía actuó con mayor violencia y mientras retiraba a Cuenca tomado de sus extremidades, “‘El Negro Bomba’ volvió a ingresar a la cancha. Esta vez los policías lo golpearon con sus varas y además soltaron a los perros, que lo mordieron”. Y se desmadró todo.

Grupos de hinchas intentaron ingresar al campo de juego. La Policía lanzó gases lacrimógenos a la tribuna de Oriente, lo cual produjo una estampida. “Luego las bombas se dirigieron hacia la tribuna Norte, puntualmente a las zonas de salida, lo que provocó varias estampidas más. La gente comenzó a descender por las escaleras y se encontró con que muchas de las puertas estaban cerradas y no había forma de salir. Allí se aprisionaron y murieron cientos de personas”, explica Rúa.

Las crónicas dan cuenta de 328 fallecidos en el estadio. “Son cifras que se dieron de forma extraoficial porque nunca hubo un registro: los cadáveres no pasaron por la morgue, muchos fueron entregados directamente a los familiares”. Según Rúa, “en aquella época, mujeres y niños acudían masivamente al estadio, el fútbol era un deporte realmente popular. Hubo familias que perdieron a dos, tres, cuatro, cinco miembros: hubo un pescador que perdió a su mujer y a sus cinco hijos”.

Sin embargo, no todo terminaría allí. La Policía, ya consciente de lo que había ocurrido, pidió refuerzos. Enviaron tropas del Ejército y estos refuerzos llegaron con la orden de disparar. Entonces se produjo un enfrentamiento en las calles. Hay diversas versiones de cuántos fallecidos hubo en los alrededores del Estadio, “me han dicho que vieron decenas de muertos”, continúa Rúa. “Los enfrentamientos se prolongaron durante varias horas y luego corrió la versión de que muchos cadáveres habían sido enterrados clandestinamente. Esa es una versión que recogió el primer juez que instruyó el caso: Benjamín Castañeda. Él sostenía la versión de que se habían utilizado presos para enterrar cuerpos en cementerios clandestinos”.

Este fin de semana se cumplen 56 años de aquellos acontecimientos. Nada de lo que se publica en estas líneas es revelador. De hecho es una historia que se cuenta de vez en cuando en medios argentinos; el diario Página 12 la publicó hace unos meses con motivo de la clasificación del equipo de Fernando Batista a los Juegos Olímpicos de 2020. Sin embargo, ni aquí ni en Perú ocupa el lugar que debe: ¡hubo al menos 328 muertos!

Consultado, Rúa adhiere a la tesis de que el ocultamiento estuvo pensado desde el primer momento: todo formó parte de un plan represivo para atemorizar a la población que se manifestaba contra el Gobierno. Y con el ministro de Gobierno Juan Languasco apuntado como responsable, la única condena recayó sobre el comandante Jorge de Azambuja, a cargo de la seguridad del encuentro, quien recibió una pena de 30 meses de prisión.

“Metidos en el vestuario hasta no sé qué hora”

“Justo fui yo el que hizo el gol”, recuerda Néstor Manfredi, jugador de Rosario Central, en diálogo con la Agencia DIB. Manfredi, hoy de 77 años, cuenta que después del partido estuvieron varias horas en el vestuario, hasta que les permitieron salir de la cancha escoltados, obvio. “Estuvimos metidos en el vestuario hasta no sé qué hora. Cuando salimos con el micro y vimos todo lo que había sucedido, parecía una guerra, porque había autos rotos, incendiados, era una cosa terrible. Nunca pensamos que iba a pasar eso”. Luego permanecieron un par de días en el hotel, sin poder salir. “Nos repartieron en unas pocas habitaciones y nos dijeron: ‘Tienen que estar siempre listos porque cuando nos avisen de la Embajada, hay que salir’. Y una noche, más o menos a los dos días de sucedido todo, habíamos terminado de cenar, viene alguien y nos dice: ‘Señores, vamos, vamos, vamos…’. Y nos sacaron rápido como a las 11, 12 de la noche. Una cosa de locos, terrible”.

Lo dicho, Argentina se clasificó a los Juegos Olímpicos y unos pocos meses después de aquellos acontecimientos, el viaje rumbo a Tokio incluyó una escala en Lima. “No nos dejaron bajar del avión”, recuerda Manfredi.

Los “campeones morales” de Berlín 36

Si le ganaba a Argentina, Perú seguía en carrera para los Juegos. “Había mucha expectativa”, le cuenta a la Agencia DIB Jorge Moreno Peña, editor del diario deportivo Depor. Es que Perú había disputado los Juegos Olímpicos de 1960, pero el undécimo puesto no había podido “desagraviar” lo sucedido en Berlín 1936.

En los cuartos de final de los Juegos de Adolf Hitler, Perú superó a Austria. Sin embargo, los europeos protestaron por una invasión al campo de juego y los organizadores ordenaron repetir el encuentro. Perú no lo aceptó y se retiró. Hubo incidentes en el país y desde entonces se mantienen las sospechas de que el régimen nazi -encabezado por el austríaco Hitler- estuvo detrás de aquellas maniobras.

Moreno Peña destaca el recibimiento que tuvo el plantel en su regreso a Perú, con “estatus de campeones”. “Campeones morales”, sintetiza. No pudo ser en Roma, Tokio podía ser una revancha. Sin embargo, tras los incidentes, Argentina se quedó con la clasificación y Perú perdió un repechaje con Brasil.

Chumpitaz de alta

En la producción de este artículo Agencia DIB intentó dialogar con Héctor Chumpitaz, gloria del fútbol peruano que disputó aquel encuentro de mayo de 1964. Sin embargo, ya de alta, por estos días se recupera tras haber superado el Covid-19. Detrás de Brasil, Perú es el segundo país de la región más castigado por el nuevo coronavirus. (DIB) G