Pergamino: Ganó un juicio a la Provincia y lo reincorporaron a la Policía tras 23 años

En 1998 el entonces gobernador Eduardo Duhalde – dice Semanario El Tiempo– nombró a Luis Lugones como interventor del ministro de Seguridad bonaerense que en poco tiempo de gestión desarticuló la fuerza cortando el hilo por lo más delgado.

Una de las consecuencias de esas decisiones arbitrarias de la efímera gestión de Lugones fue la desafectación de la fuerza de quien era el jefe de la Comisaría Segunda.

El comisario José María Mansilla estaba al frente de la dependencia policial de nuestra ciudad y con aspiraciones a ascender de jerarquía ya que estaba a pocos días de someterse a concurso y lograr subir de escalafón con posibles nuevos destinos.

El cuestionamiento de un juez de los Tribunales pergaminenses a un procedimiento policial en actuaciones judiciales realizadas por subalternos: derivó en una sanción al jefe de la Comisaría.

Desde el ministerio de Seguridad en la ciudad de La Plata con mucha celeridad instruyeron el sumario y lo desafectaron.

Eso motivó la movilización de la comunidad del barrio Centenario, principalmente vecinos y comerciantes, para pedir por la reincorporación del jefe muy comprometido con esa jurisdicción de la ciudad.

Mansilla no se quedó de brazos cruzados y apeló la sanción interna en la medida que le han dado lugar a su derecho a defensa. Además, interpuso recursos judiciales ante el Juzgado Contencioso Administrativo.

Fueron veintitrés años de litigio donde tuvo que rehacer su vida con una familia a su cargo y la necesidad de generarse recursos de sustento porque lo habían echado injustamente de su trabajo.

Es la tercera generación de Policías en su familia y toda su vida se había preparado para eso con aspiraciones a lograr una jerarquía de importancia con funciones de responsabilidad.

Por cuestiones ajenas a él se le truncaron; pero luchó todos estos años para que se haga Justicia.

El juez contencioso administrativo del Departamento Judicial Pergamino, Luciano Savignano falló a favor del comisario pergaminense en un veredicto ejemplificador.

El Estado provincial recurrió este fallo de primera instancia que se confirmó en Casación y con el paso de los años en la Suprema Corte de Justicia.

Las sentencias adquirieron firmeza y ordenaron la reincorporación de José María Mansilla a las filas de Policía bonaerense.

El abogado platense Luis Alberto Maidana lo patrocinó en cada una de las presentaciones y recursos a lo largo de estos años en los distintos fueros contenciosos administrativos.

Con sus 63 años de edad está en condiciones de vestir nuevamente el uniforme y esperando que le den un destino laboral desde la Jefatura Departamental de Seguridad.

Al cumplir los 65 años de edad por Ley debe dejar el servicio activo y acceder a los beneficios de la jubilación.

Mansilla siente que el tiempo le dio la razón y se pudo subsanar la injusticia que hicieron con él al desvincularlo de la fuerza por un error administrativo.

Al mirar retrospectivamente hacia atrás todo lo vivido: agradece a la familia, amigos, vecinos y comerciantes que siempre lo apoyaron y confiaron en su honradez.

 La Investigación de EL FARO Sobre el primer «amotinamiento de la policía bonaerense»

(Por Victor Calvigioni) En 1998 sucedió el robo de la empresa Queaca S.A. Un anónimo procedente de Rojas involucró a varios policías.
Poco después hubo una “toma” de una Comisaria en Pergamino. El emblemático caso fue seguido por las máximas autoridades policiales.
En enero de l998, se produjo uno de los más sorprendentes hechos policiales de la región. El robo de herbicidas en la empresa Queaca S.A, ubicada en Pergamino. La pesquisa policial se extendió por varias ciudades, incluso llegó a la localidad de Colón.
La suma sustraída en mercadería fue millonaria. En ese entonces, el juez Roberto Delfín Fernández ordenó una profunda investigación. El origen de la causa judicial fue un anónimo procedente de Rojas y que detallaba una larga lista de policías involucrados. La denuncia no pudo ser comprobada.
Los allanamientos se realizaron en una vivienda cercana al estadio de Douglas Haig, en un taller y en el barrio Acevedo. En las casas allanadas se encontraban domicilios de policías en servicio activo.
El jefe de la departamental, Comisario Inspector, Oscar Laurentino Aranda, (recordado cuando se les escapó los asaltantes de la Cooperativa Eléctrica de Colón el 13 de diciembre de 1997) negó implicancia de algunos de sus hombres. Se supo que hubo sumarios administrativos. Pero los coletazos del caso repercutieron en forma inesperada en la propia fuerza policial con la “toma” de una Comisaria.
                                                 Los coletazos
Los policías presuntamente involucrados pertenecían a la Comisaria Segunda de Pergamino. Las pesquisas involucran a dos oficiales -un hombre y una mujer- que fueron  acusados por mal desempeño en sus funciones.
Las repercusiones fueron amplias y tomó a la cúpula policial provincial por sorpresa. La mayor fuerza de seguridad del país estaba reestructurándose por orden de Eduardo Duhalde y si la prensa nacional hacía trascender al país los acontecimientos el costo político sería muy grande.
El comisario José María Mansilla, titular de la Comisaria, sería relevado al ser responsable de la actuación de sus subordinados supuestamente involucrados en el asalto a la firma Queaca S.A.
La situación era inestable y las autoridades provinciales siguieron de cerca el desarrollo de los acontecimientos a través de servicios de inteligencia.
                                              El viaje en avión
El viernes 16 de enero de 1998 fue una fecha clave para el proceso que se venía desarrollando. A las 17 horas aterriza en el Aeródromo de Pergamino un avión para ocho tripulantes y que pertenecía a la jefatura policial de la provincia de Buenos Aires. La carga que traía fue muy llamativa y que no pasó desapercibida para aquellos que seguían el caso. Apresuradamente bajan dos abogados que trabajaban en la División de Asuntos Internos de la policía Bonaerense.
La gente apostada en el lugar los pudo identificar como el Dr. Carlos Arain y el Dr. Federico Castro. En dos móviles policiales los esperaban al borde de la escalerilla el comisario inspector Oscar Laurentino Aranda y el segundo jefe comisario, Luis Héctor Guerra.
El viaje para los observadores era inusual y por las características de urgencia que traía el mismo, la situación en la Departamental Pergamino comenzaba a ser explosiva.
                                        Mansilla Sublevado
Las versiones que por esas horas que circulaban en los corrillos políticos y policiales señalaba que el comisario José María Mansilla se había sublevado.
Los informes de inteligencia precisaban que la medida se podría extender a otras comisarías e incluso a otros departamentales.
El rebelde debería ser depuesto rápidamente y con la mayor tranquilidad y mesura, debido a cierto clima “inestable” en la fuerza policial.
Según se decía Mansilla, un hombre con 24 años en la fuerza se había atrincherado en su despacho y se negaba a dejar el cargo. El rumor más preocupante por esas horas era la versión que señalaba que parte de la tropa se plegaría a la medida de fuerza.
Laurentino Aranda en el viaje entre el aeródromo y la comisaría segunda bosquejó a los dos abogados el cuadro de situación.
                                                    La llegada de los abogados
Los sucesos comenzaron a precipitarse. A las 18 horas, la comitiva de los dos abogados y los dos policías llegó a Juan B. Justo al 1900, barrio Centenario, sede de la Comisaria Segunda. El saludo en el despacho de Mansilla fue tenso.
Los abogados Arain y Castro notificaron a Mansilla del relevo de su cargo. Arain leyó la resolución que horas antes había impartido la Jefatura de la Fuerza en la Plata. Según trascendió, los letrados informaron que la causa del relevo se debía a las faltas incomprensibles ocurridas en la confección del sumario que seguía la investigación de la firma asaltada Queaca S.A.
                                          La reacción del policía
Los dichos argumentan que Mansilla reaccionó insultando a los presentes y señalando que eran corruptos, también hubo gritos y fuertes epítetos contra los dos abogados.
La reconstrucción de los hechos señala que Mansilla habría sacado la pistola 9 milímetros y la depositó sobre el escritorio con tono amenazante. El personal de Asuntos Internos para no agravar la situación se retira del lugar a igual que el comisario Guerra.
El jefe Laurentino Aranda, en largos minutos de conversación trató de hacer recapacitar al “insurrecto” Mansilla aunque no lo consigue, alejándose finalmente del despacho “tomado”.
                                             Más gente para aplacar los ánimos
A las 19 horas arriba al lugar el intendente interino de Pergamino Eduardo Cocconi -estaba reemplazando al ex colonense Alcides Sequeiro-. El jefe comunal trata de mediar en el “entredicho”. La situación es tensa y el despacho permanece cerrado. A las 20 horas arriba al lugar el juez subrogante Eduardo Timoteo Martín.
También se agrega al grupo mediador el jefe de la Departamental Laurentino A-randa. Una hora después y luego de intensas negociaciones Mansilla cede y entrega la Comisaria. La salida del despacho es en silencio. Acto seguido asume en el mismo lugar el comisario Bertani.
                                                  Seguimiento
La sublevación de José María Mansilla fue seguida con preocupación por las máximas autoridades policiales. En un clima de cambios abruptos en la fuerza policial bonaerense, era el primer comisario que resistía su salida y ponía a prueba el poder de la intervención de Oscar Lugones.
La inteligencia temía que oficiales y suboficiales se plegaran al movimiento y el mismo se tornara inmanejable. En Colón hubo movimientos nerviosos en la oficialidad pero nada sucedió. Los profundos cambios que se realizaban y que habían comenzado en el mes de diciembre de l997 con la división en 18 Departamentales y retiros al por mayor corría peligro.
La Comisaría Segunda de Pergamino pasa a la historia junto con José María Mansilla en ser los únicos que se opusieron al proceso de transformación que había comenzado. Fue el primer “casi amotinamiento” de la policía Bonaerense.