El “Día Después ” del caso del coronavirus de Pergamino, se conocen detalles que ratifican la importancia que tiene las redes sociales. En este sentido, a media tarde (prácticamente en simultáneo con lo que acontecía en la guardia del Hospital San José con la pareja asiática que ingreso a las 16 del jueves y el diagnóstico de los médicos) se recibe en el diario El Faro el siguiente comunicado que circulaba por las redes sociales, y que se descartó al no poder confirmarse su veracidad. Dos días después nos damos cuenta que era absolutamente real. El texto señalaba:
“Atención Pergamino y zona Sí alguien tienen que ir al Hospital San José a la guardia no valla hace Media hora Entraron 2 chinos que volvieron hace 10 días de su país y aparentemente se trajeron la peste los están tratando a los dos pero no vallan los médicos están desesperados repartiendo barbijos en todo el hospital .. poner puntos para que no se pierda la publicación”
En la crónica que publica el Diario Clarín relatando como fueron los acontecimientos se indica: “En la dirección del San José entienden que el caso no debió tomar trascendencia hasta no tener precisiones sobre el cuadro. Evalúan que existió negligencia del personal: atemorizados por lo que podía llegar a suceder se empezaron a repartir barbijos entre todos. Eso generó alerta entre los otros pacientes y el caso explotó un rato más tarde en las redes sociales.”
La crónica del primer caso sospechoso de coronavirus
Los acontecimientos son relatados por el diario capitalino argumentando “El hospital San José, en Pergamino, es un monstruo de cemento, hierros y vidrio en el que conviven un sector histórico, construido hace 32 años, y uno más moderno. En el medio hay una capilla y en la entrada más antigua relucen unas mayólicas con formas de corazón y colores estridentes que agradecen el legado del doctor René Favaloro.
En el lugar casi no hay rastros de la tensión que el jueves generó la presencia de una mujer china, de 46 años de edad, a la que se trató por un posible caso de coronavirus. Llegada desde su país hace 15 días, donde visitó familiares en la localidad de Xiamen, la paciente refería tener temperatura elevada –se detectó que eran 37,3°– y malestar abdominal.
No presentaba complejidades respiratorias ni dolores musculares. El cuadro no asoma compatible con la enfermedad que obligó a la Organización Mundial de la Salud a declarar la emergencia internacional, aunque en Pergamino aguardan el resultado de los análisis a los que fue sometida la paciente.
“El caso de ayer es amarillo. Cuando la enfermera pregunta los síntomas era verde, pero al comentar la mujer que vino de China pasó a amarillo. Eso es concientizar con el protocolo. Ahí da el aviso, llaman al jefe de guardia, a infectología y actúan sobre el paciente”, explica a Clarín el director del hospital, Jorge Adame (51). “No tenía signos clínicos típicos. Por eso es de bajo riesgo”, añade la directora adjunta, Julieta Español.
La sintomatología, a la que se dio entonces mayor entidad por el origen de su reciente viaje, obligó a activar por primera vez en el país el protocolo de acción para esto casos. La conducta forma parte de las disposiciones ordenadas por el Comité de Crisis para trabajar la problemática.
El dispositivo se puso en marcha aun cuando la mujer llegó desde Xiamen, un lugar en el que no hay por el momento registro de algún contagio. La ciudad está ubicada a unos mil kilómetros del foco donde se generaron la mayor cantidad de casos conocidos en China.
El día después transcurre en calma. Es lo que se advierte en los pasillos del centro de salud. Clarín detecta sólo dos personas que se movilizan con barbijo. Una joven y una señora que camina con la ayuda de muletas los utilizan porque se enteraron de la alerta que generó el coronavirus en ese centro de salud. “Por protección” y “porque no cuesta nada”, explican antes de ingresar a visitar a un familiar alojado en la sala de internación.
“Igual creo que dio negativo”, comenta la mujer de las muletas haciendo alusión al estudio al que fue sometida la ciudadana china. Una doctora que las recibe les explica que no es necesario que utilicen esa protección. Intenta serenarlas. Otra anciana ingresa y espera unos instantes antes de consultar a un cronista de televisión “si está todo bien”. Al recibir la aprobación parece tomar coraj Son los únicos rasgos de inquietud. El resto aguarda en la sala de espera en silencio. Un televisor, con una película de fondo, quiebra la mansedumbre del lugar. Algunos pacientes desconocen lo que sucedió el jueves. Otros no le dan importancia.
La serenidad contrasta con el trajinar de los profesionales. Aunque la atención sigue siendo normal las distintas áreas del hospital se preparaban para mantener el sábado una reunión junto al Comité de Crisis. Areas de epidemiología e infectología, jefes de servicio de las especialidades más críticas, el departamento de enfermería y el comité de docencia, laboratorio y farmacia, junto a la dirección –que renovó sus autoridades hace apenas tres días–, generarán un equipo de trabajo para actuar en caso de que se detecte algún caso positivo.e y camina hacia el interior.
Por su importancia el hospital San José es un centro interzonal. Tiene más de 160 camas, por lo que está registrado con la categoría A. Es uno de los cinco más importantes de la provincia de Buenos Aires. Es el único de Pergamino, que cuenta además con tres clínicas. Allí se concentra la atención de toda la población, una ciudad del norte de Buenos Aires que cuenta con unos 100 mil habitantes.
En el lugar ya se acondicionaba el viernes un área para el caso de ser necesaria la internación de algún afectado por el coronavirus. Un lugar completamente aislado del resto. El protocolo de acción obliga a un aislamiento respiratorio y de contacto, a la utilización de guantes, barbijos, antiparras y chaquetas médicas.
Entre las prevenciones, además, se dispone, acotar el número de personas dispuestas para la atención de alguien presuntamente contagiado. De todas maneras, los profesionales trasmiten calma. “Que la gente no se sobresalte. Está a nuestro alcance poder diagnosticar rápidamente”, aclara Español.
Adame recomienda que si vienen desde alguna zona donde se registraron contagios, como el caso de la paciente china, se consulte inmediatamente si aparece algún síntoma de la enfermedad. “Ginés González García fue claro al marcar que el 99 por ciento de los afectados está en China. Aparentemente es una patología más cercada en una región”, añade el director del San José para llevar tranquilidad a la población.
El caso de la mujer china, quien trabaja en uno de los supermercados locales de la colectividad, presentaba además la dificultad de que tanto ella como su pareja no manejan el castellano. El interrogatorio médico tropezó con esa dificultad. La infectóloga y la secretaria de salud tuvieron detalles de los síntomas utilizando el traductor de un celular y por momento la colaboración de una persona que podía explicar lo que cada uno decía.
En la dirección del San José entienden que el caso no debió tomar trascendencia hasta no tener precisiones sobre el cuadro. Evalúan que existió negligencia del personal: atemorizados por lo que podía llegar a suceder se empezaron a repartir barbijos entre todos. Eso generó alerta entre los otros pacientes y el caso explotó un rato más tarde en las redes sociales.
La mujer llegó a la guardia acompañada por el esposo. Sólo ella había viajado a China, aunque se controló también a su pareja y a un tercer familiar con el que conviven en Pergamino. Los tres fueron aislados. La municipalidad local intervino también para definir si debía cerrar provisoriamente el local en el trabajaban. Esa alternativa finalmente se desestimó.
Durante la noche del jueves y toda la jornada del viernes se monitoreó su evolución. La mujer llamó en reiteradas oportunidades para hacer consultas. Estaba algo asustada. Sus familiares radicados en China la contactaron para conocer cómo estaba su salud. Esta tarde ya no refería dolores ni el cuadro febril que la llevó a presentarse en la guardia del hospital. Los resultados definitivos de sus estudios todavía no se conocían.