Graciela Quiroga tenía 60 años, era docente y directora de la escuela Nº 6.076 de Pavón, localidad del departamento Constitución ubicada a 48 kilómetros de Rosario. El 23 de febrero de 2014, esta mujer regresaba de unas vacaciones en Mar del Plata, bajó en la terminal de ómnibus de Rosario y nunca más se tuvo rastros de ella. Su desaparición causó conmoción no sólo en la localidad sino en toda la región, y sobre todo entre el gremio docente, que bregó y trabajó para dar con su paradero. A seis años de este misterioso caso, los familiares de la mujer no pierden las esperanzas de que siga con vida, aunque el caso siempre se rodeó, a poco de andar, de misterios y puntos oscuros.
El 23 de febrero de este año cayó domingo. Y ese día, sus allegados volvieron a recordarla. Es que, pese a los ingentes esfuerzos de sus sobrinas, Nadia y Jorgelina, y de su cuñada, Graciela Rodríguez, todas ellas radicadas en Villa Constitución, la investigación se estancó y nada pudo saberse de su destino. «Seis años sin vos, donde estés deseo que tengas paz, acá te extrañamos siempre, tu amor está vivo entre nosotros tu familia. Verdad y justicia, sólo eso. Te amamos Tachi x siempre», publicó en su Facebook su sobrina Nadia al cumplirse un nuevo aniversario.
En numerosas oportunidades Graciela Rodríguez expresó la necesidad de mantener vivo el tema y que se sepa que la familia aún busca a Quiroga, quien se supone que está con vida aunque no existe ninguna hipótesis que explique el motivo de su alejamiento sin haber tenido nunca más contacto con sus familiares. El último conocido fue con un remisero la noche que regresaba de sus vacaciones, poco antes de su desaparición. De allí en más, las pocas pistas que fueron apareciendo no hicieron más que agregar confusión. Quiroga desapareció el 23 de febrero pero su ausencia recién la advirtieron sus sobrinas unos días más tarde, dado que era una mujer independiente que vivía sola y no rendía cuentas a nadie, consignó el diario El Sur de Villa Constitución.
El mismo medio reseñó la historia en su último número del mes pasado. El domingo 23 de febrero de 2014 Graciela Quiroga, en ese entonces de 60 años de edad, directora a punto jubilarse de la escuela Nº 6076 de Pavón, regresaba de unas cortas vacaciones en Mar del Plata. Tenía previsto descender en Villa Constitución pero a último momento decidió continuar viaje hasta la Terminal de mnibus de Rosario. En el transcurso de ese viaje, a bordo de una unidad de la empresa Lassaga, envió un mensaje a su ex pareja (quien luego diría que nunca lo recibió), hecho certificado por la empresa de telefonía, y otro al remisero que habitualmente la llevaba al City Center de Rosario. A este último le pidió que comunicara en la escuela que se tomaría otros dos días de licencia y que le reservara para el jueves siguiente un viaje al casino.
Alrededor de las 20 de aquel 23 de febrero Quiroga arribó a la terminal de Rosario y de allí, media hora después, habría tomado otro micro hacia la ciudad de Corrientes. Al menos se sabe que ella, o alguien que se hizo pasar por ella, compró un pasaje con ese destino. Por lo que pudo confirmar la Policía De Investigaciones (PDI), algunos pasajeros recordaban que una mujer viajó sola en el asiento que le correspondía a la docente, por lo que se supone que era Quiroga. Luego su celular apareció en poder de un cartonero correntino que lo encontró en la basura de la terminal de esa ciudad, consigna el medio villense.
También quedó registrado que una mujer de nombre Graciela, pero con otro apellido, tomó un ómnibus en Corrientes con destino a Córdoba. El número de DNI era el mismo que el de Quiroga. Allí se perdió el rastro. Cabe destacar que la cuenta bancaria de la docente no registró nunca más movimientos y en depósito quedó su último sueldo correspondiente a febrero de 2013.
Búsqueda nacional
Posteriormente Graciela Rodríguez logró llevar el caso hasta el Ministerio de Seguridad de la Nación donde la Coordinadora del rea de Búsqueda de Personas Extraviadas, Leticia Risco, se ocupó personalmente del tema. Además de difundir la búsqueda de la docente a través de redes sociales. «Nosotros trabajamos con el caso de Graciela», confirmó Risco en 2015.
«Somos la unidad de búsqueda de personas extraviadas del Ministerio de Seguridad de la Nación. Tomamos contacto con la familia y estuvimos acompañándolos, y con la Fiscalía, poniendo a disposición todos los recursos de las fuerzas federales en la búsqueda», detalló la funcionaria. Sin embargo no hubo avances y el misterio permanece sin resolverse. Ingresando a https://www.argentina.gob.ar/persona-buscada/quiroga se puede acceder al pedido de información de la docente que figura como extraviada/desaparecida.
Unico detenido
El único sospechoso en la causa fue la ex pareja de Graciela Quiroga, Mariano M., un hombre de 33 años, oriundo de Godoy pero que se domiciliaba en Rosario, donde trabajaba en una panadería. Aparentemente tenía la tendencia de mantener relaciones con mujeres mayores que él y cuando se lo citó para que declarara —dado que fue una de las últimas personas en contactarse con la docente—, tardó una semana en presentarse.
Al hacerlo fue demorado ya que la policía advirtió unas marcas sospechosas en sus brazos y cuando se allanó su departamento el procedimiento se vio entorpecido por la presencia de su hermano (un ex policía) y por dos menores que se encontraban en el lugar. Su auto también presentaba una sospechosa limpieza, pero no se encontraron pruebas que lo vincularan con la desaparición de Quiroga y quedó en libertad. Actualmente no se tienen datos de su actividad.
Desde el 23 de febrero de 2014 son pocas las piezas que se fueron sumando al rompecabezas que es su extraña desaparición. Ante la falta de respuesta, su ex cuñada, Graciela Rodríguez, decidió darle nuevo impulso a la investigación, al igual que en su momento hicieran sus sobrinas Nadia y Jorgelina, las que debieron dejar la exposición pública por razones de salud derivadas del estrés que les significó su peregrinar por los medios difundiendo el caso y por el trajinar en vano por diversos estamentos judiciales.
¿Problemas emocionales?
En este peregrinar, las sobrinas de la mujer también hablaron . El jueves 17 de abril de 2014, Nadia lanzaba una frase sugestiva y temeraria: “Si mi tía todavía está viva, seguramente está en peligro”. Una frase que encerraba en sí misma hipótesis, incertidumbres, probabilidades remotas, datos difusos.
Ocurre que, después de la desaparición de Quiroga, Jorgelina y Nadia se enteraron de algunas cosas. Su tía, o alguien en su nombre, había comprado a las 20.30 del mismo 23 de febrero un pasaje a Corrientes en un ómnibus que abordó antes de la medianoche. El colectivo llegó a la capital correntina con la misma cantidad de pasajeros con la que había salido de Rosario. Sea quien fuera que llevaba ese boleto, descendió en aquella terminal.
Supieron también que al día siguiente el celular de Graciela registró movimientos en Corrientes, que fue hallado en manos de un hombre con antecedentes penales menores, quien afirmó que lo había encontrado en la terminal. Y hasta donde saben, poco o nada se avanzó en la provincia mesopotámica.
En rigor, estas cosas las supieron varios días después de la desaparición de la docente, y de haber realizado el 4 de marzo la denuncia en la comisaría de Pavón. El 21 de marzo, el secretario de Seguridad Comunitaria de la provincia, Angel Ruani, les reveló algunos de estos detalles tras una reunión desarrollada en Pavón con autoridades locales y representantes de Amsafé, organización sindical que se viene moviendo para pedir el esclarecimiento del hecho.
También les deslizaron que Graciela podía estar con vida y que se estaba cerca de hallarla. Algo que les renovó las esperanzas. Días más tarde, la misma fiscal Valeria Pedrana (de Villa Constitución) les confirmó los datos, pero les pidió que no los hicieran trascender para no entorpecer la investigación.
Las mujeres creen que la Fiscalía se aferró a la hipótesis de que su tía se fue por propia voluntad, y que no se analizaron otras posibilidades, como que pudiera haber sido forzada a tomar una decisión en contra de sus deseos, o que ella misma pudiera estar en un estado de vulnerabilidad psicológica o emotiva.
Esta hipótesis se vio reforzada por sus familiares cuando fueron a la casa de la mujer y descubrieron que (sin entrar en detalle de los por qué) no vivía en condiciones óptimas de hábitat. Eso les explicó también por qué su tía nunca recibía gente en su vivienda, y que su vida social era extra muros. Las sobrinas descubrieron que en algunos aspectos, la vida de Graciela era desconocida. Y que pudo haber tenido una situación desequilibrante. Y por eso siempre dijeron: “Si está viva, necesita ayuda”.
Pasaron seis años de aquel viaje a Mar del Plata, del regreso a Rosario, de la presunta escapada a Corrientes. Pero lo cierto es que el caso de Graciela Quiroga, la maestra desaparecida, sigue siendo un gran misterio.(La Capital)