Panorama político bonaerense: El peligro real

(Por Andrés Lavaselli )En el tramo final de la carrera para definir por el poder en la provincia de Buenos Aires, el escenario se define por una paradoja: más allá de la perfomance de Sergio Massa o el juego de los intendentes, el gobernador Axel Kicillof trabaja para sostener en el juego a Néstor Grindetti, su rival directo de Juntos por el Cambio. La hipótesis es sencilla: todos los votos que pierda esa candidatura que no termina de despegar irán a Carolina Piparo -o a la boleta de Javier Milei- y ese es el verdadero desafío a su posibilidad de reelegir.

Desde hace unos diez días parece asentarse un consenso entre encuestadores, del que tal vez solo haya que excluir a Julio Aurelio-Aresco, uno de los más importantes. Ese acuerdo tácito indica: 1) Que el empuje arrollador que mostró Milei después de las PASO se moderó al punto que el libertario aparece estabilizado en torno a los 34 o 35 puntos 2) Que Massa ganó alguna voluntad sobre todo después de las medidas que intentan compensar el pico inflacionario post devaluación y 3) Que Bullrich capta los votos de Larreta pero sigue relegada.

Es un escenario que no permite descartar un triunfo de Milei en primera vuelta, sobre todo si se produce ese fenómeno que los consultores describen como una “ola”: una confluencia de voluntades alentado sobre todo por el voto joven -Milei tiene allí número que rozan el 50%- y el voto bronca que ninguna táctica electoral puede revertir. La elección en Chaco es un ejemplo. Pero no es el escenario nacional más factible hoy. Y la Provincia es clave para que eso suceda: el libertario debería recuperar aquí algo así como un millón y medio de votos.

Sin embargo, un candidato a presidente que es ministro de Economía en medio de una inflación de dos dígitos resquebraja cualquier certeza. Sobre todo si se combina con un antecedente de corte de boleta fuerte en las PASO, cuando muchos alcaldes oficialistas recurrieron al tradicional delibery en favor de Milei para curarse en salud. Y a eso hay que sumar un factor clave: la mala perfomance que viene mostrando Bullrich y, sobre todo, Grindetti: es un candidato que no instala agenda y que aparece muy corrido del debate.

En el campamento de Kicillof creen que ese es, en el fondo, el peligro real: si la oferta de Juntos por el Cambio no enamora, el voto “bronca” que no capte irá, casi indefectiblemente, a Milei. Y ahí aparece la posibilidad de que Piparo pueda terminar por imponerse, algo que operaría más por arrastre que por convocatoria propia. Es que si algo demostró la candidata a gobernadora de LLA es su capacidad para retener los votos de Milei.  

Por eso, los cruces de Kicillof al libertario en realidad apuntan a los votantes insatisfechos de Juntos por el Cambio. Y por eso, en la casa de Gobierno platense están atentos a cualquier declaración de Grindetti: buscan cruzarlo pero para “subirlo al ring” más que para refutarlo. Ciertas señales en el campamento de Bullrich son leídas en ese marco con preocupación en La Plata: el hecho de que Lousteau recorra distritos con el objetivo de presidir la UCR es una de ellas ¿Resistirá JpC a un tercer puesto? Un balotaje parece difícil, más allá de que la incorporación de Melconián supuso un crecimiento de unos 3 puntos: para entrar a una segunda vuelta, Massa tendría que sacar menos votos que en las PASO. No imposible pero sí improbable.

En esas condiciones, el orden interno es un desafío crucial para Kicillof. Pero es un plano inestable: aunque no hubo diálogo para acordarlo, parece haber un acuerdo tácito para cortar la interna con Máximo Kirchner, que se desató porque el líder camporista enfureció al leer el inicio de un despegue individual del gobernador en su ya famosa frase sobre la nueva partitura que debería interpretar el peronismo. En La Plata niegan tal cosa, pero hay una condición objetiva: Kicillof tiene todas las fichas para transformarse en uno de los líderes del peronismo después de las elecciones ¿Salvo Massa, qué otro dirigente puede tener el caudal de votos necesario? Ciertamente, el hijo de Cristina Kirchner no. Y ella, con quien Kicillof jura mantener una relación óptima, tal vez también lo sepa. Esa paz, que parece provisoria, instrumental, se refrendará con una visita este lunes a Quilmes, el municipio que comanda Mayra Mendoza, la intendenta a la que Máximo delegó el reproche público más fuerte a Kicillof.

El clima, de todas formas, está enrarecido: al distanciamiento de alcaldes de peso como Espinoza, Secco, Ishi o Ferraresi del núcleo Kirchner-Insaurralde, ahora se suman rumores de ruidos de estos últimos con socios que parecían incondicionales como Cascallares, Menéndez y Granados. Pero el episodio más significativo es el que protagonizó “Chocolate” Rigau, el puntero que fue descubierto con 48 tarjetas de débito de empleados legislativos y más de un millón de pesos en una bolsa. La historia oficial habla de una denuncia efectuada por un indigente. Pero en la política nadie lo cree. Todos hablan de un pase de factura, aunque cada quien pone a un destinatario diferente. Solo hay una certeza: el silencio sepulcral y transversal al respecto. En una práctica -quedarse con sueldos de “ñoquis” a cambio de jubilación y obra social- de la que no se despegaron ni los tres legisladores de Milei, que en este expediente que quema actuaron muy en modo “casta”.  (DIB)