(Por Andrés Lavaselli )El reseteo de la campaña bonaerense que por estas horas ensayan las tres principales fuerzas políticas de cara a la elección de octubre pivotea sobre un puñado de variables clave. La dinámica de la “bronca” que se expresó en las PASO, la división en dos del voto opositor y el sentido que pueda adquirir el voto útil, el perfil de elector al cual recurrirá cada cual para sumar las voluntades que se aseguren un triunfo y el impacto que pueda tener la evolución de la economía en el ánimo de la gente son las claves.
El diagnóstico de Kicillof sobre por qué se transformó en una de las pocas excepciones a la “Marea Milei” tiene que ver con el rendimiento de su gestión y el empuje de los intendentes. Por eso, más allá del ostensible corte de boleta en algunos municipios (en los que gobierna La Cámpora le fue mal en todos) que atribuye a típicos movimientos defensivos de los alcaldes, cree que ahora lo suyo debe pasar por mostrar más su gobierno y reforzar el mensaje de que si gana Milei/Píparo, a los intendentes también les irá mal.
La otra llave de UP para repetir el triunfo es que Píparo y Grindetti, los candidatos a gobernador de Milei y Bullrich, no se saquen ventajas. “Que ninguno se corte solo para que esa división nos permita seguir siendo los más votados”, explican. Kicillof estuvo cerca del óptimo realista que se había planteado el viernes pre PASO: pensaba en 38 puntos y superó por poco los 36. Para él es un piso y ahora va por los 40 que le den el triunfo en una elección sin balotaje. A la tracción desde abajo busca sumarle los votos de Moreno, que quedaron vacantes, además de lo que pueda reducir de ausentismo.
Una incógnita que cruza todo el escenario es la perfomance de Bullrich: quedó desdibujada en su rol de principal opositora y eso puede complicar a Grindetti. Por eso, este último ensayará un discurso que apuntará a señalar que Milei no es lo mismo que Píparo y desarrollará el concepto de “cambio posible”. Es una manera de marcar la inviabilidad práctica de las propuestas del libertario. También, de admitir que no hay espacio para correr su discurso a su derecha.
En Juntos dedicarán la semana a solidificar el espacio después de una interna que, como Bullrich misma admitió, los desgastó mucho. Abad juntará al radicalismo –que en la fórmula bonaerense expresa Miguel Fernández- el martes. Ese voto se transformó en vital para este sector. Y Urreli, el jefe de campaña de Grindetti, a los intendentes PRO el viernes. La idea es “integrar” a todos, especialmente a los que fueron con Santlli, para impedir juegos dobles.
El coqueteo de Mauricio Macri con Milei no ayuda en ese sentido. En el campamento de Bullrich y Grindetti creen que el ex presidente expresa el hecho de que “no nos podemos pelear con Milei”, porque fue el más votado y parece encarnar como nadie cierto clima de época. Pero no falta quien sospecha que el Macri se desentendió del destino de Bullrich y apuesta por una reconstrucción de su espacio a partir de la victoria de su primo Jorge en CABA.
Píparo sabe que su principal virtud fue contener el voto de Milei. Solo sufrió un corte de dos puntos, que sus operadores suponen que fue en favor de Santilli. “Con Grindetti, que es peor candidato, no ocurrirá”, apuestan. Uno de sus operadores clave define: “ganarle a Kicillof es muy difícil pero no imposible”. ¿Qué tiene que ocurrir? Que Milei llegue a 40 puntos, lo que implicaría crecer 15,5% en poco más de dos meses. Eso podría colocar a Píparo en la gobernación.
¿Cuáles son las razones que aducen para ese milagro? 1) Que Milei se beneficie del efecto “carro ganador” que siempre hace subir a quienes ganan. 2) Que para asegurarse estar en el ballotaje, tiene que crecer al menos 5 puntos en PBA y por eso centrará aquí sus esfuerzos. 3) Que le descubrieron una “doble transversalidad” que lo blinda: es verdad que lo votan más los jóvenes y los pobres. Pero en mesas con mayoría de gente de edad y en distritos “ricos” también se impuso.
Los votos que fueron a Santilli merecen un análisis aparte: todos creen que pueden apropiárselos. Grindetti, porque los considera “votos del espacio” (de hecho, la versión –prácticamente imposible- de que esa interna podría darse vuelta en el recuento de votos la atribuyen a una intención de negociar espacios en un eventual gabinete); Kicillof, porque los entiende como una fuga “útil” hacia su espacio de quienes se espantan con Milei (radicales incluidos) y Piparo porque cree que en el efecto la “moderación” que ve en su líder desde el discurso del domingo. “Puede ser más moderado porque el piso nacional está asegurado”, se entusiasman en su campamento.
Hay dos cuestiones que pueden cambiar estas coordenadas. 1) Un acuerdo –que no puede ser formal- entre Grindetti y Piparo, que unifique la oposición. El problema es que los dos quieren polarizar con Kicillof y creen que es el otro quien debería ceder. 2) Un agravamiento de la ya dificilísima situación económica, de tal magnitud que impida la tracción de abajo hacia arriba que hizo salir segundo a Massa en PBA (o primero si se le suman los votos de Grabois que nada indica que no retenga). (DIB)