(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB) Diciembre de 1983: La Plata se ve conmocionada por la presunta aparición de seres diminutos en un barrio de la periferia; el “contactado” Roberto Olivera niega todo y asegura que “los extraterrestres no pueden trasponer las barreras que los separan de nuestra dimensión”.
Fines de los años ‘80: un afiche inunda las paredes de la capital bonaerense con el dibujo de un plato volador y la frase “Seres Extraterrestres Transmiten Verdades Universales a la Señora Valentina de Andrade”; allí se invita a una conferencia.
Abril de 1992: la Policía de Guaratuba, una ciudad del sur de Brasil, encuentra el cadáver destrozado de un niño de siete años.
Los tres momentos citados tienen en común una mujer, creadora de un grupo que en su momento hizo sonar todas las alarmas por sus características coercitivas y su mensaje apocalíptico: el Lineamiento Universal Superior (L.U.S.). Su mentora era la brasileña Valentina de Andrade, transmisora de una cosmogonía en el que el Dios cristiano era “el Nefasto” y los extraterrestres iban a llevarse a los elegidos a un mundo mejor.
“Energía Amor Materializada”
De Andrade nació en 1932 en Río Grande do Sul. Tuvo dos matrimonios antes de los 40 años. En la década del ‘60 empezó a incursionar en ámbitos espiritistas. En 1973 conoció al platense Roberto Olivera, quien terminó siendo su tercer esposo. Años después un médium les aseguró que Roberto tenía “grandes poderes” y en 1981 éste comenzó a “incorporar”, es decir, a alojar “entidades”.
Ese año para de Andrade sería “el cierre de un ciclo cósmico universal”. Olivera empezó a realizar una serie de revelaciones en estado de trance, en las que se inició la transmisión a Valentina de “Las Verdades Universales”. Éstas aparecieron en dos libros, “El Universo de Zuita” (1982), y “La verdad sobre Dios” (1989). De Andrade es llamada en los textos “Individualidad de Luz” y “Energía Amor Materializada”, un ser que a lo largo de sus reencarnaciones buscó siempre que “el Nefasto” volviera a la luz. Eso habría ocurrido en 1981, y a partir de ese año la brasileña comenzó a buscar a otros seres humanos que pudieran ser “despertados”. Allí comenzó a organizarse el grupo que luego se llamaría Lineamiento Universal Superior.
“Vengo a buscar a los elegidos”
En 1983 Valentina y Olivera abandonaron la difusión en Brasil e iniciaron la divulgación de sus enseñanzas en Argentina. El médium causó conmoción en La Plata con una entrevista en el diario El Día. Y a fin de ese año, con la efervescencia de los “enanitos verdes”, dio su opinión sobre el asunto: “Yo, que he hablado con ellos, sostengo que es todo una gran alucinación”.
Comenzaron a reunirse primero en un piso del edificio América, en 7 y 50, pleno centro de La Plata. Después pasaron a congregarse en 62 entre 116 y 117, en el barrio El Mondongo. Allí se realizaban las conferencias mencionadas en los afiches, en las que se destacaba la desastrosa situación del mundo y se explicaba lo básico de la doctrina de Zuita -la Individualidad que creó nuestro universo- y las entidades cósmicas. Luego, según cuenta el especialista en sectas José María Baamonde, “a esta primera conferencia seguían otras donde, paulatinamente y a medida que los participantes fortalecían los vínculos con el grupo y en contrapartida, los debilitaban con su entorno familiar y social”.
Valentina les explicaba que “yo no pertenezco a este universo”. Y revelaba: “Es a los elegidos a quienes vengo a buscar para llevarlos conmigo. Cuando yo me vaya ya no habrá más oportunidades. Será el fin de los tiempos”. Era llamada “Mamá” por los adeptos, mientras que ella les decía cariñosamente “mis boludos”.
Mientras tanto L.U.S. se convertía en una asociación civil y buscaba alejarse del término “secta”. No obstante, según testimonios de exmiembros del grupo, se incitaba a que los padres de chicos nacidos después de 1981 los entregaran a otras personas, porque ellos también eran “nefastos”. Además, había vedas sexuales de ocho meses para “descontaminarse” y se estimulaba a la entrega de bienes materiales a la organización.
El grupo alternaba sus actividades entre Brasil y Argentina. Olivera, que al principio era quien ofrecía las charlas, cayó en desgracia y se separó de “Mamá”. Lo sucedió José Alfredo Teruggi, oriundo de Lobería, el cuarto marido de Valentina.
Los crímenes de Guaratuba
Todo parecía ir viento en popa pero en 1992 todo cambió. En abril de ese año se conoció el horrendo crimen ritual de Evandro Ramos Caetano en Guaratuba: el día 7, a las siete de la tarde, siete personas lo mataron, lo desmembraron y le arrancaron el corazón. Había sido un asesinato por encargo, pagado por la mujer y la hija del exalcalde de de la ciudad. El oficiante, el pastor quimbanda Osvaldo Marcineiro, confesó también que en febrero había secuestrado a otro niño y lo había vendido a unos extranjeros que hablaban español. Justo esos días, el grupo L.U.S. estaba alojado en la ciudad, un destino turístico del estado de Paraná.
En julio la Policía vinculó estos crímenes, y otras desapariciones y muertes de niños, con Valentina de Andrade. La mujer y Teruggi fueron encarcelados en medio de una gran cobertura mediática tanto en Brasil como en nuestro país.
Se descubrió al verdadero asesino y la pareja fue declarada inocente. Pero la reputación del grupo L.U.S., de antemano complicada, quedó manchada para siempre. “El residuo fue la sospecha, un estigma injusto que los persigue hasta hoy”, reconoce el investigador argentino Alejandro Agostinelli, que siguió al grupo durante mucho tiempo.
Dicen que Valentina de Andrade aún vive y reside en Londrina, otra ciudad de Paraná. Nada se sabe de Teruggi. Y la web lineamiento.com.ar, donde se busca limpiar la imagen del grupo L.U.S. con fotos y textos en los que se afirma que “somos libres pensadores y nos diferenciamos absolutamente de la peyorativa expresión Secta”, sigue online desde 2009. Quizás, alguien aún espera un mensaje. (DIB)