El ex legislador porteño y ex diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo murió este viernes a los 71 años. Más conocido como el «Canca», convirtió su peronismo en un lugar de culto, un restaurante, espacio cultural y librería en el barrio de Palermo donde eran habitués militantes jóvenes y viejos, o turistas que iban por un libro sobre el Che Guevara o Evita o un par de medias con la imagen de la mujer de Juan Domingo Perón.
Histórico dirigente del peronismo, fue secretario general de la Juventud del partido y responsable de la Regional I de la JP. Trabajó por la vuelta de Perón al país y después de los violentos 70 mantuvo un buen diálogo con el radicalismo en los 80 acompañando incluso junto a Antonio Cafiero al presidente Raúl Alfonsín en los días de aquella Semana Santa en que se temió por la democracia.
Hincha fanático de Independiente y oriundo del Bajo Flores, mantenía acalorados debates en las noches porteñas que podían empezar en un bar de Callao y Corrientes y terminar de madrugada en otro punto de la Ciudad.
Fue legislador porteño entre el 2011 y el 2015 y diputado nacional entre el 2007 y el 2011 por lo que sus restos serán velados en la Cámara de Diputados de la Nación, en el Salón Blanco, mañana entre las 8 y las 13.
También se desempeñó como funcionario del efímero gobierno de Héctor J. Cámpora, se sumó a Montoneros desde la JP y pasó a la clandestinidad en septiembre de 1974 junto con el resto de la organización armada. En 1975 fue detenido y estuvo en la cárcel de Caseros y en Sierra Chica como preso político hasta 1983. En esos años, militantes del peronismo iban a pedir por su libertad a la cárcel a pesar de la represión.
El secuestro de familiares
Mientras estuvo preso, varios familiares fueron secuestrados, incluso su madre, Angela María Aieta de Gullo, y uno de sus hermanos, Jorge Salvador Gullo, que aún continúan desaparecidos. Dante contaba que a su mamá se la llevaron «porque sacaba cartas de la cárcel» cuando iba a visitarlo. Aieta de Gullo fue una de las mujeres más activas de la Comisión de Familiares de Presos Políticos. Fue secuestrada y llevada a la ESMA por un grupo de tareas de la dictadura en agosto de 1976, mientras que Jorge Salvador fue apresado en abril de 1979, durante la llamada «contraofensiva» de los Montoneros. El operativo contra la familia Gullo comenzó en la Capital Federal. El almanaque marcaba martes 5 de agosto de l976. Un operativo integrado por las fuerzas conjuntas cercaba la calle Cachimayo al 1900 e ingresaba a la casa de Angela María Aieta de Gullo, madre del dirigente peronista Dante Gullo.
El rapto de su esposa en Colón
En Colón la historia nos indica que un comando raptó a la esposa del político capitalino Graciela Ojeda.
Los vehículos no identificados, entre ellos una camioneta Ford F 100 ( posiblemente la misma que tenía Aníbal Gordón para pasear por nuestra ciudad), llegaba a una quinta de la periferia de Colón, situada en la extensión de Boulevard 50, detrás de las vías y en dirección al Almacén Lusi. El ruido de los motores y las frenadas pusieron en alerta a las pocas personas que habitaban el vecindario. Graciela Ojeda corrió una de las cortinas floreadas y miró a través de la ventana, el pánico de inmediato se reflejo en su cara; su cuerpo estremecido, se apuró a proteger a sus tres hijos, Juan Ernesto de 5 años; Emiliano de 3 años y Carlos de 1 año.
Más de 12 hombres vestidos de civil y armados hasta los dientes, rodearon la casa, varios de ellos irrumpieron en la vivienda destrozando la puerta principal. En la cocina reducen a la mujer que solo atina a gritar.
Un encapuchado golpea en la cara a Alberto Nicolás Ojeda, su padre que había intentado defenderla y proceden a atarles las manos con una gruesa soga. La esposa de Gullo, grita que su padre es un hombre enfermo y que hacia pocos días había tenido un ataque de presión. Los secuestradores lo llevan a una habitación y lo dejan con sus tres nietos que lloran desconsola-damente. Los raptores revisan el lugar y encuentran en un cobertizo un Fiat 1600, lo requisan y se llevan una caja de herramientas que se encontraba en el baúl. El operativo termina con Graciela Ojeda en la caja de la Ford F100, encapuchada, atada de pies y manos y tapada con una vieja lona color verde. Casi una hora después un vecino libera al anciano y a sus nietos.
Puente 12
Graciela Ojeda viajó por largas horas acurrucada. El destino fijado fue el edificio de Coordinación Federal, donde luego de un corto interrogatorio es remitida al celebre “Puente 12”, ubicado en Autopista Richieri, camino a Ezeiza.
En su cautiverio logra levantarse la capucha y identifica entre los detenidos a su cuñado “Poli” Gullo, que también había sido raptado ese mismo día en la Capital Federal.
Los dos son llevados a la sala de tortura y puestos en un elástico de acero tristemente denominado “parrilla”. Ambos son interpelados por largas horas con la picana eléctrica, interrogándolos sobre el paradero y actividad de familiares y amigos. Las sesiones se extienden y se hacen interminables. Los tor turadores ponían a ambos familiares en el mismo elástico y trataban de “quebrarlos” física y sicológicamente.
A los cinco días un carcelero le ordena a la prisionera trasladarse hasta los precarios baños. La mujer obedece, una voz con un tono un poco más amable, le ordena higienizar- se y lavar sus prendas intimas. La detenida piensa que será ejecutada. Pero el guardia ordenó que regresara al calabozo.
Horas después, una guardia de civil, le ordena a Graciela Ojeda levantarse y caminar hacia una puerta. En el lugar la esta esperando un Ford Falcón ocupado por tres hombres vestidos de civil, le ordenan subir al asiento posterior junto a un individuo de mediana edad. Son minutos de incertidumbre. Graciela viaja encapuchada. Piensa que será el último viaje. El vehículo sube por la Autopista Richieri, y se dirige a la Capital Federal, al llegar a la avenida General Paz, su ocasional acompañante, le quita la capucha; el viaje continua hasta Avenida San Martín donde el conductor detiene la marcha.
El hombre que viaja en el asiento trasero baja del vehículo y ordena a la secuestrada hacer lo mismo. La toma del hombro con una mano, mientras que con la otra lleva la pistola tapada con un diario, apoyandola en la espalda de la mujer. En ese momento aparece un ómnibus de la empresa Chevallier con destino a Colón, el hombre le hace señas que se detenga, busca en el bolsillo un pasaje que entrega a la secuestrada. La puerta de la unidad de pasajero se abre y el hombre le dice cariñosamente: “chau hasta luego… después nos vemos”. Era la libertad, el regreso a su casa y el reencuentro con sus hijos.
La cosa es conmigo
Durante su paso por Sierra Chica, el «Canca» estuvo detenido en el infame «pabellón de la muerte», destinado a miembros de la JP, el PRT, el ERP y Montoneros. Allí se enteró por un guardia que su madre había sido secuestrada. Gullo le escribió en secreto una carta al ministro de Interior Albano Harguindeguy en la que pedía la libertad de su madre. «La cosa es conmigo», le remarcó. El militar no respondió.
Gullo recuperó su libertad en octubre de 1983 y comenzó con sus estudios de sociología. A mediados de los 80 fundó la JP Unificada, con Claudia Bello y Patricia Bullrich. Apoyarían a Antonio Cafiero en la Renovación Peronista en la disputa interna contra el PJ liderado por Herminio Iglesias.
En 2000 fundó y presidió el Partido Popular Nuevo Milenio y en aquellos años tejió una alianza con el ARI de Elisa Carrió. Posteriormente se alineó con el kirchnerismo y durante sus mandatos como legislador porteño y diputado fue un férreo defensor de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
En 2013, se expresaba en estos términos: «Néstor (Kirchner) dejó participar a todo el mundo. Por la coyuntura que agarró Néstor, y… [piensa] tenés que echar mano a tus mejores colaboradores, a tu mejor gente. Del problema Báez lo que habría que discutir es si ganó la licitación de un puente que no se hizo o de un puente que se hizo y se cayó, ése debería ser el tema central».