El domingo pasado se cumplieron dos semanas de la desaparición de Rosa Inés Fernández, la joven de 29 años que dejó su domicilio en la tarde del domingo 26 de julio, para ir -según ella- a casa de una amiga. A partir de allí su familia nunca más la vio.
La demora por parte de la familia de Rosa en hacer la denuncia por la desaparición de la joven madre de cuatro niños -de entre 3 y 13 años- es parte de la cultura del desprecio que se ejecuta en las comisarías con los pobres que tienen la necesidad de llegar hasta allí.
El ninguneo es una práctica habitual cuando no intercede algún padrino poderoso o el apellido no trae alcurnia.
Cuando el lunes 27, Rosa no volvió, su madre y hermanos empezaron a inquietarse. El martes comenzaron a preguntar a los vecinos y a algunos allegados. El miércoles salieron a dar vueltas por la ciudad.
Mientras la desesperación aumentaba, terminaron yendo a la comisaría Primera el jueves 30 por la mañana; de allí los derivaron a la Segunda porque la joven había sido vista por última vez en inmediaciones de la calle Rivadavia y la Ruta 188.
Hasta ese lugar la había llevado su ex pareja, el padre de tres de sus hijos, quien “la acercó una cuadras” y la dejó en cercanías del domicilio de la amiga porque en la calle “había barro y no se podía entrar con el auto”.
La causa ha tenido el acompañamiento de los colectivos feministas y contra la violencia de la mujer que se movilizaron por las calles de Junín
Cuando le preguntaron a la amiga de Rosa si ella había estado en su casa, aseguró que no la había visto desde hacía unos días, por lo que la desaparición se produjo en el tramo comprendido entre el lugar donde la dejó el padre de sus tres hijos y la casa de la amiga.
Después que Semanario confirmara la noticia en su diario digital en la noche del jueves, y amigos y vecinos realizaran una pegada de afiches, el tema empezó a tomar trascendencia pública.
Recién en la mañana del viernes muchos se desayunaron sabiendo que faltaba alguien en Junín y que había desaparecido. Ese mismo día la policía fue a buscar las cámaras que el municipio controla y las brindó rápidamente a pesar de la lentitud de las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial.
Siguiendo con el hilo de los prejuicios, no se puso inicialmente todo el interés que si se muestra cuando hay presiones desde los sectores más poderosos del distrito.
De hecho, trascendió que uno de los primeros rumores eran que la joven desaparecida había recibido un dinero de una persona para comprar una casa o lote (se hablaba de 250 mil pesos) y que conocida la noticia, algunos policías se pusieron en campaña para hallar el dinero antes que a la joven.
Por eso suena aún más desgarrador el grito de Carolina (hermana de Rosa) del otro lado del teléfono, cuando le dice a Semanario que lo único que necesita es que: “No se olviden de mi hermana”.
La familia de Rosa confía en la policía, en la justicia, en el municipio y en todos. Quizás Rosa misma haya confiado en todos y hoy buena parte de la comunidad y las fuerzas de seguridad la buscan sin resultados positivos.
El domingo por la noche, el fiscal Esteban Pedernera aseguró a Semanario que “no hay resultados materiales por informar” y que siguen “trabajando sobre todo dato e hipótesis que surge. Nada se descarta. Todo lo que llega se procesa y se evacua”, esto es “testimonios, rastrillajes, pericias, y análisis de cámaras”.(InfoGEI)