Melincué: Una maestra, sus alumnos, un empleado judicial, se unieron para encontrar una pareja asesinada por el Proceso Militar

 (Por Victor Calvigioni) En la localidad de Melincué siempre se comentó  cuando estaba entrada la “noche más negra” que vivió el país sobre los cuerpos encontrados en un campo. Se trataba  de un hombre y de una mujer que fueron sepultados como NN en el cementerio.   El hallazgo lo produjo Agustín Buitrón,  un productor agropecuario  ya fallecido. Las víctimas se encontraban a la vera de un camino a 5 kilómetros de la localidad de Carreras.

Los cadáveres hallados, según el médico policial tendrían entre 22 y 23 años. El joven tenía puesto un pantalón común, una polera marrón de tipo barlon y un saco, mientras que la chica estaba semidesnuda. Ambos tenían señales de haber sido torturados y quemados, el hombre tenía  la marca de un golpe dado con una itaka cerca del ojo derecho. La Justicia tomó huellas digitales y fotografías. En forma posterior los sepultó como NN en el cementerio de Melincué.

La causa estaba caratulada como “N.N. Causa Homicidio V/N.N. Masculino y Femenino” se encontraba en el Juzgado de Melincué. En sus fojas se mencionaba el homicidio de dos personas jóvenes, con signos evidentes de tortura e impactos de armas de fuego. La investigación estuvo en manos del  ex juez Carlos Risso,  ya fallecido en un extraño accidente a mil metros de un peaje.

Los datos   a los que llegó el Juzgado revelaron que el rastro del saco del joven asesinado, los  botones  llevaron a los pesquisas  hasta una sastrería de un pueblo ubicado en el sur santafesino. Sin embargo el expediente judicial no avanzó. Entre las hipótesis que se barajaron era que la joven podría haber sido una chica desaparecida domiciliada en la provincia de San Juan en 1976, y cuya fotografía apareció publicada en los diarios de esa época.

Pero la historia no se doblega ante las injusticias. Un grupo de alumnos de la Escuela Pablo Pizzurno, entregó a la presidenta de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, un informe sobre dos NN enterrados en el cementerio de esa localidad, después de que sus cuerpos masacrados fueron encontrados. Los alumnos viajaron a Firmat en el marco de una visita que hizo Carlotto a esa localidad santafesina para presidir una jornada sobre derechos humanos.

La maquinaria judicial, a partir de una denuncia realizada y que fue  impulsada por una docente de la escuela Nº 425 de Melincué, la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe llevó adelante una investigación que permitió identificar dos cuerpos “NN” que se encontraban enterrados desde 1976 en el cementerio de dicha ciudad.

La verdad

Los dos cuerpos se encontraban en tumbas ubicadas en la sección “A” fosa 2 y 3. En ese sitio fueron sepultados el 29 de setiembre de 1976. En el año 2009, el Instituto de Antropología Forense los inhumó. Las pruebas genéticas  dieron que se trataba Yves Alain Domergue, ciudadano francés, y Cristina Cialceta Marull, ciudadana mexicana. La pareja fue secuestrada el 26 de setiembre de 1976 en la ciudad de Rosario y encarcelados en el batallón 121 de Comunicaciones. torturados, asesinados y “tirados” a la vera de un camino de tierra cerca de Carreras.

Pero siempre la memoria de los pueblos tiene a hombres y mujeres decididas a encontrar la verdad. En este sentido, un empleado judicial, Jorge Bazuino protegió por largos años  el expediente judicial abierto por el Juez  Rizzo  y la profesora Juliana Cagrandi con una gran empatía hacia sus semejantes  instó a sus alumnos de la escuela media a llevar adelante averiguaciones sobre la pareja “NN”.

La agencia AFP al descubrirse la siniestra trama y revelar la identidad de la pareja desaparecida  dio datos precisos. Los dos jóvenes fueron identificados como Yves Domergue, nacido en 1954 en Francia, era el mayor de nueve hijos de un matrimonio francés muy católico que se instaló entre 1959 y 1974 en Argentina. Estudiante de ingeniería, Yves Domergue militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT, guevarista), brazo político de una de las organizaciones guerrilleras de los 70.

Habitualmente viajaba a Rosario (310 kilómetros al norte), donde conoció a Cristina, nacida en México en 1956 pero que vivía allí con su madre argentina.

Desde Rosario, Yves le envió la última carta a Eric, a mediados de septiembre de 1976.

«Hay que situarse en la época, estábamos en dictadura. Para cuidarme, él podía ubicarme a mí pero yo no a él y teníamos un sistema de citas. Yves se iba unos días pero siempre regresaba, hasta que un día no volvió más», recuerda el hermano.

Durante dos meses Eric fue una y mil veces a los lugares habituales de encuentro, esperó en vano hasta que, ante lo inevitable, denunció la desaparición y partió a un exilio obligado del que volvería recién en 1983.

Su padre, Jean (80), presentó tres ‘habeas corpus’, hizo denuncias internacionales y formó la asociación de familiares de franceses desaparecidos.