El 8 de setiembre de 1990 se produjo el homicidio que conmovió al país. Mataban a María Soledad Morales. Meses después visitamos a Ada y Elías. El domingo se presentaba opaco, con una llovizna finay persistente.
El lugar donde se encontró el cuerpo sin vida de María Soledad, estaba cubierto de flores y miles de cartas colgaban en las decenas de cruces. Los catamarqueños pedían milagros. En Valle Viejo, Elías se había levantado temprano.
La casa de los Morales es humilde y en el patio trasero, Elías, atendía sus pájaros y sus gallinas. Me saludó y me invitó a pasar al pequeño comedor donde se encuentra una imagen de Jesús y un cuadro con la foto de María Soledad. Poco después llegó Ada y nos confundimos en un largo abrazo. Los tres nos sentamos alrededor de una antigua mesa de madera.
Les conté que venía de una pequeña y hermosa ciudad bonaerense llamada Colón. Ada aclara que sabía que luego del homicidio de María Soledad se realizó una marcha pidiendo justicia y agradeció a todos los colonenses que participaron en el reclamo de Justicia.
En el amplio reportaje, la mujer nos dice «Luque y Tula están presos, pero nosotros queremos el juicio Morales II y donde la justicia investigue la cadena de de encubrimiento policial y político que hubo luego del asesinato de mi hija.
El Dr. Ventimiglia encubrió y de Patti no quiero hablar, si hasta usó un Falcón que no era suyo». Elías escucha y agrega «mucho se dijo que me enriquecí con la muerte de mi hija, que tenía cuentas bancarias millonarias, desafió a todos los difamadores que prueben uno de sus dichos».
Se levanta de la mesa y me acompaña hasta la remiseria ubicada a pocos metros de la vivienda, cruzando la calle: «una parte es mía, se llama San Isidro. Hubo medios que publicaron que estaba puesta a todo lujo y con autos últimos modelos».
Ambos entramos al negocio y muestra todas las dependencias, observamos un solo salón, con piso de tierra y con un escaso mobilario donde contabilizo una radio, un teléfono, un escritorio y varias sillas de paja y de madera. «No sabían como ensuciar a mi familia» acota.
Luego de varios minutos regresamos a la casa. En varias ocasiones suena el teléfono, Elías me avisa «no se preocupe es el de la remiseria que también suena aquí».
Ada nos cuenta que antes del caso «era una simple ama de casa que no salía a ningún lado y que abandonó la docencia para dedicarse a sus hijos». Agrega «ahora me conoce en todos lados incluso fuera del país, pero yo solo querría tener a «Sole» conmigo”
Elías Morales nos comenta que «los primeros días luego del asesinato de María Soledad fueron muy duros. La policía parecía a encubrir y con un grupo de amigos debimos iniciar la investigación.
La policía nos seguía a nosotros en vez de buscar a los asesinos y debíamos reunirnos en lugares distintos y casi en forma clandestina, pero llegamos a conclusiones que sirvieron para marcar a los culpables del crimen. Pudimos saber hasta que policía tiró el cuerpo en donde fue encontrado y es un policía en actividad que se apellida Arroyo”
Agrega: “Pero también hubo muchos policías que fueron ascendidos y que participaron en el encubrimiento por eso queremos el juicio Morales II».
Ada nos señala «la gente de Saadi siente odio por los Morales y eso se le vuelve contra ellos mismos, yo por mi parte siento lástima y pienso que hubieran echó ellos si hubieran pasado por lo que nosotros tuvimos que enfrentar. Cargarse de odio y rencor y soberbia hace que en la vida no se tenga suerte».
Luego de la condena a Luis Tula y Guillermo Luque, la justicia pidió que se investigue la cadena de encubrimiento, pero dos años después nada a pasado.
Por su parte, Ramón Saadi sigue en la actividad política y sigue siendo el presidente del partido en Catamarca. En los últimos tiempos Elías y Ada sospechan que Guillermo Luque sale de la cárcel, aunque no pueden comprobar hasta el momento la maniobra.
Por último y después de conversar con Ada y Elías, nos dirigimos a un bar cerca de la terminal de ómnibus, y tomamos contacto con ex policía Federal que fue custodia de Saadi. El hombre cuenta cosas terribles.
En una parte nos dice «lo que le sucedió a María Soledad no fue un hecho aislado, era práctica cotidiana con chicas de clase baja de Catamarca, sucedía todos los fines de semana en la confitería Clivus y otros lugares y la clase política en el Poder no estaba ausente”.
El Policía agrega “El tema de fondo de todo esto es el tema drogas que en Catamarca corría muy fácil y tenía como centro de distribución varios boliches».
La historia de Catamarca cambió, aunque todavía falta avanzar sobre la sospecha de la existencia de un pacto de silencio entre los policías involucrados en el encubrimiento, la Justicia y el actual gobierno.
El periodista recuerda que cuando sucedió el crimen se encontraba en San Miguel de Tucumán y como se enteró del asesinato.
La primer noticia salió publicada en un pequeño recuadro en la sección policial del diario «La Tarde».
Días después el empuje de una familia, con la ayuda de la monja Marta Pelloni y un grupo de jóvenes, terminó con la caída de un feudalismo que llevaba en el gobierno casi cincuenta años.