(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB) La costa atlántica argentina está plagada de lugares con enigmas. Entre ellos destaca con peso propio un pequeño pueblo al sur de Miramar, llamado Mar del Sud. Con unos 500 habitantes permanentes, la localidad es conocida sobre todo por el monumental hotel Boulevard Atlántico.
“Mar del Sud gira en torno a las historias del hotel, que es un lugar macabro”, asegura el periodista Facundo Di Genova, que vacaciona en el pueblo desde hace una década y se hizo conocido de muchísima gente. En diciembre del año pasado publicó “En el lejano sudeste” (Ediciones del Empedrado, 2021) en el que habla del pueblo y, por supuesto, del hotel. Pero además menciona otra historia que causa asombro: el hallazgo de un refugio nazi en una casa de una playa cercana. Ese encuentro fue el primer nudo de una trama que involucra una postal, libros en alemán, un sótano escondido y submarinos nazis que llegaban a la costa cobijados en las sombras de la noche.
“En el pueblo siempre circularon historias de nazis, pero nunca nada documentado”, confía el escritor a DIB. Y continúa: “Esto fue así hasta que en 2020 un vecino compró una casa abandonada en la playa El Remanso para reciclarla. En un momento, mientras hacía un pozo para poner una ducha y mojarse los pies al volver de la playa se encontró con algo muy duro enterrado a 30 centímetros bajo los cimientos. Era una lápida negra, enorme, con dos nombres tallados en alemán. El propietario sabía que yo era periodista y me invitó a ver de qué se trataba”.
“Me puse a laburar con Laureano Clavero, un documentalista que vive en Barcelona pero que residió en Mar del Sud en su adolescencia y conoce todas las historias del pueblo, y con Julio Mutti, un experto en nazismo, para determinar quiénes eran los que aparecían en la lápida”, cuenta Di Genova.
Mutti cotejó la lista de los afiliados al partido nazi en Argentina y vio que uno de los nombres de la lápida figuraba en el archivo. Se trataba de Richard Schmidt, que había sido tesorero del partido nazi en Argentina en la década del ’30.
“Creemos que la última voluntad de Schmidt fue descansar en Mar del Sud”, afirma Facundo. Añade que “la lápida es de granito negro, tradicional en el caso de tumbas de militares alemanes, y pesa 800 kilos. Si los huesos de Schmidt se encuentran debajo, lo está determinando la Justicia. Cuando anuncié el hallazgo intervino de oficio una fiscalía de Mar del Plata en virtud de la Ley de Patrimonio, para evitar que la lápida termine en el mercado negro de memorabilia nazi”.
“Casi dos años después de ese hallazgo, puedo decir que es el primer registro material que documenta la presencia del nazismo en Mar del Sud”, cuenta Di Genova vía Zoom.
El sótano secreto
La cosa no quedó ahí. Empezaron a investigar la “biografía” de la casa y encontraron que había pertenecido a tres familias alemanas, todas con vínculos con el nazismo argentino. De hecho, en el pueblo se la conocía como “la casita de los alemanes”. Facundo la describe: “Es una construcción con casi 80 años de antigüedad, paredes de 35 centímetros, una construcción muy robusta, de una sola planta, de dos ambientes”.
Los hallazgos continuaron. “En 2020, cuando el actual propietario entró a la casa, en el living había una mesa, debajo de la cual estaba una alfombra. La levantó y se encontró con una escotilla de unos 50 por 80 centímetros, a través de la cual se accedía a un sótano muy pequeño de paredes de hormigón, similar a un búnker de la Segunda Guerra Mundial. Ahí encontró unos quince libros, novelas en alemán publicadas en 1935 en Berlín. Además, apareció una postal de 1984 escrita en alemán con una foto de Camboriú. Decía ‘Estoy en mi casita de El Dorado [Misiones], pero siempre vamos a estar ligados a Mar del Sud’”.
Resultó que la casa había sido una base de radiocomunicaciones de espionaje nazi. “El sótano es idéntico al de una vivienda de General Madariaga que se utilizó como estación radiotelegráfica, en la que encontraron una máquina criptográfica Enigma”, cuenta el periodista.
La casa era usada como estación de comunicaciones y como “aguantadero” para los desembarcos clandestinos. “Mar del Sud les servía porque en aquella época, como hoy, era un pueblo desierto, un páramo. Al mismo tiempo, el mar tiene un calado lo suficientemente profundo para que los submarinos puedan acercarse a la costa, además de los veleros, y realizar desembarcos clandestinos durante la noche. Al mismo tiempo, estabas bien conectado con una ciudad portuaria como Mar del Plata, a unos 50 kilómetros”, añade.
“Ahora el dueño de la casa está viendo si hay algo más enterrado. Yo creo que hay muchas cosas más en Mar del Sud. Si no hay un tesoro, pega en el palo”, señala Facundo.
Judíos, hombres prehistóricos y platos voladores
Por supuesto, ésta no es la única crónica relatada en “El lejano sudeste”. “Cuento además la historia del cementerio judío desaparecido, creado por colonos rusos que terminaron en Mar del Sud; la de Florentino Ameghino, que encontró en el arroyo La Tigra, que pasa por el medio del pueblo, una calavera tehuelche, y en base a ese hallazgo estableció su teoría sobre el origen del hombre sudamericano; cierro con el crimen del panadero Héctor Rubí González, que era presidente de la cooperativa de electricidad del pueblo, le cortó la luz al hotel Boulevard Atlántico y la banda de delincuentes que lo habitaba en ese momento, en 1996, lo mandó matar”, amplía.
Facundo cuenta que “por el apuro de querer publicar el libro en diciembre dejé afuera dos capítulos. Uno tiene que ver con porcelanas inglesas de un naufragio frente a las costas de Mar del Sud, que provocó que la gente que va a la playa se encuentre pedacitos de porcelana del siglo XVII”.
La otra historia que no entró es la de los ovnis. “Hablo de muchísimos avistajes reportados en Mar del Sud, que es un lugar alucinante porque hay poca gente, poca luz, y en el cielo nocturno ves de todo: lluvias de estrellas, satélites y fenómenos rarísimos. Si hay una segunda edición le voy a meter el capítulo de los ovnis”, finaliza confiado Facundo Di Genova. (DIB)