Los empresarios Pymes señalan que según el propio INDEC, la actividad continúa un 1,1 % por debajo del registro del año 2015. Aún en la Construcción, un rubro favorecido por la obra pública preelectoral, el aumento del 13,2% respecto del año pasado es inferior en 5,5% respecto de 2015 y se perdieron 21.000 puestos de trabajo.
En tanto que la actividad industrial, pese a la mejora interanual, aún está 5,3% debajo de las cifras oficiales de hace dos años. Hay rubros enteros como el calzado, textiles, línea blanca, madera, etc., lejos de cualquier señal de recuperación. Igual comportamiento se produce en actividades de servicios vinculadas con el consumo, como el comercio, hoteles y restaurantes, entre otros, donde la caída promedio en las ventas es constante, consecuencia de un mercado interno destruido y la constante suba de importaciones.
Lejos de ganarle “por goleada” a la inflación, el poder adquisitivo de los trabajadores privados y estatales fue en julio un 7,5 por ciento menor al observado en noviembre de 2015, en tanto que durante los primeros 20 meses de la actual gestión el salario real mediano acumuló, en promedio, un retroceso del 6 por ciento.
Respecto de la balanza comercial registró en julio un déficit de US$ 798 millones. El rojo en lo que va del año alcanza a US$ 3428 millones. La mayor parte de las importaciones corresponde a bienes de consumo que se producen localmente, lo cual perjudica de modo directo a sectores enteros de la industria y la actividad Pyme.
Todo esto sucede en un marco de constantes aumentos tarifarios, que ya decretan la pobreza energética de gran parte de la población y la inviabilidad de miles de empresas. El aumento de combustibles, logística e insumos termina de asfixiar la rentabilidad de las Pymes. La política impositiva sigue sin tener en cuenta a estas empresas, que quedan mayormente fuera de los planes de facilidades.
En contraste, el sector financiero continúa en franca bonanza mediante la especulación con el valor del dólar y las Lebacs, con tasas de más del 26 % que hacen inviable la inversión productiva.
Asimismo, la caída de las inversiones extranjeras directas en nuestro país indica que el modelo actual no se basa sobre “lluvias de inversiones” sino sobre la extracción de recursos, la concentración económica y la especulación financiera. La deuda en moneda extranjera sigue creciendo en modo alarmante, a la par de la fuga de divisas. El cierre de EE.UU. a la entrada de biodiesel demuestra que las “relaciones carnales” no se traducen necesariamente en beneficios económicos.
En síntesis, APYME señala que la mayoría de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas y el trabajo nacional siguen al margen de una política que no los contempla; por este camino el “crecimiento” no llegará a todos, sino que seguirá beneficiando a una cúpula de grandes corporaciones en perjuicio del entramado productivo local. Son las mismas que en nombre del “republicanismo” no dudan en influir sobre las instituciones, en una actitud antidemocrática que demuestra sus verdaderos intereses, ajenos al bienestar del conjunto de los argentinos.
Por último, la entidad llama a no reproducir los falsos debates que esos grupos quieren imponer, como la flexibilización laboral y el “costo argentino”, que sólo contraponen entre sí a los sectores perjudicados por las actuales políticas. Es preciso en cambio conformar una agenda común del trabajo y la producción nacional para presentar en los distintos ámbitos de discusión de las políticas públicas, e impulsar el reconocimiento de la emergencia Pyme, productiva y social que afecta a la mayor parte de la población. (InfoGEI)