Por Victor Calvigioni
El 11 de febrero de 1977, María Delia Leiva fue secuestrada por un grupo de tareas en la localidad de San Martín; ella estaba con su pequeño hijo, Gabriel Matías Cevasco, de apenas tres meses, fruto de su unión con Enrique Cevasco
Cuatro semanas después, en Pergamino, una mujer policía entregó el niño al matrimonio formado por Roberto Duarte y Margarita Fernán- dez, quienes -a sabiendas de su origen- lo anotaron como propio; para ello contaron con la inestimable colaboración del doctor Ramella, quien -también a sabiendas de su origen- suscribió un certificado de nacimiento apócrifo fechado el 13 de febrero de aquel año a nombre de Ramiro Hernán Duarte.
Con tal identidad -y la consiguiente nebulosa sobre su pasado- transcurrió durante 26 años la vida de Gabriel. Hasta que, sacudido por un presentimiento, acudió a las Abuelas de Plaza de Mayo; ellas lo acercaron a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), en donde pidió los estudios del Banco de Datos Genéticos. El 20 de octubre de 2002, aquel bebé convertido en botín de guerra durante la larga noche de la última dictadura se convirtió en el nieto recuperado número 70.
Ello también fue el punto de partida de una compleja causa judicial que tendría al doctor Ramella como uno de sus más conspicuos protagonistas. El 10 de abril de 2010, la Sala II de la Cámara Federal de San Martín ratificó la prisión preventiva a Jorge Ramella aunque con el beneficio del arresto domiciliario.
Las publicaciones que de los medios periodísticos efectuadas el 21 de julio pasado dieron una amplia cobertura sobre la inauguración de un servicio de hemodinamia en ese sanatorio, destacando la presencia del mismísimo doctor Ramella, quien, además -según el sitio web de la clínica, atiende allí a sus pacientes todos los martes y jueves.
Tales publicaciones prueban de modo palmario la sistemática violación por parte de Ramella de su arresto domiciliario.
Y su complemento: la tolerancia de las autoridades policiales, las cuales, según parece, no desean entrar en conflicto con el poderoso yerno del encausado, quien a todas luces sería el garante de su impunidad.
La historia
Gabriel Cevasco tenía tres meses y sus padres ya soñaban con su primer día de clases y un guardapolvo blanco que le llegara a la rodilla. El sueño quedó trunco el 11 de enero de 1977. Las fuerzas del Proceso Militar esperaron a la salida del trabajo a María Leiva y raptaron a la mujer junto a su hijo de tres meses.
Los dinosaurios verdes se fagocitaron el futuro. Buscaban la clandestina destrucción de familias patrias.
En los años que siguieron hasta 1995, Horacio Cevasco (Padre) y abuelos, buscaron al pequeño y a su madre sin descanso. No hubo resultados.
Pergamino
Ramiro Hernan Duarte comenzó a dar sus primeros pasos en el hogar de Margarita Noemí Fernández y Roberto Cándido Duarte en la calle Velez Sarfield al 600 de Pergamino.
El 17 de marzo de l977 en el Registro Civil de Pergamino, un funcionario provincial extendía el Documento de Identidad 25.623.523, bajo el acta de nacimiento Nº 259.
Pasaron los años. El pequeño fue creciendo y le llegó la hora del primer guardapolvo blanco. En ese esperado ingreso al sistema educativo la prenda se la pusieron Margarita y Candido.
Los siete años de la escuela primaria pasaron entre juegos y algunas preguntas. El 30 de noviembre de l989, los directivos de la Escuela Nº 4, entregaban el certificado de estudios primarios bajo la mirada emocionada de sus presuntos padres.
Sus compañeros, Carlos Bra-cco, Enzo Caraciolo, Germán Cascardo; Andres Conti, Cristian Dinatale, Leonardo Fava, Silvia Bartorelli -entre otros- aplaudían La despedida de esa primer etapa de estudios la dio la Directora de la Escuela Ana Spinelli y la maestra de séptimo, María del Carmen Mijich. Otros sueños se habían cumplido.
La Verdadera Historia
La verdadera historia estaba agazapada y a punto de ser conocida.
Los caminos de la vida habían puesto algunos espejismos. Ramiro Hernán Duarte fue inscripto en el Registro Civil de Pergamino por Margarita Fernández y Roberto Duarte con el número de Documento de Identidad 25.623.523. Toda una gran mentira con complicidades.
Al pequeño le entregaron un documento falso.
Pasaba a ser Gabriel Matías Cevasco que luego de una larga lucha la Justicia le devolvió el Documento que le correspondía verdaderamente y con el cual fue anotado por sus padres biológicos al nacer. Esa libreta con el número 25.557.1.., le restituía la identidad apropiada. Cabe recordar que la alteración de identidad en el Registro Civil de Pergamino fue realizada a partir de una falsa invocación de maternidad con un certificado médico espurio.
De San Martín a Pergamino
La historia indica que Mabel Alvarez quien contaba con 14 años y trabajaba como empleada doméstica en el domicilio de Jorge Bufe dijo «había un bebe que iban a traer a Pergamino y que le preguntaron si lo quería tener».
Margarita Fernández y Roberto Duarte fueron a la casa de Dina Bufe, ubicado en el conurbano bonaerense. La mujer se desempeñaba en la Brigada femenina de la Policía de San Martín.
Margarita inscribió al pequeño como su hijo y no opto por adopción legal.
La mujer de muy baja extracción social y cultural, hija natural de padre desconocido y que no termino la educación primaria y con la imposibilidad de tener descendencia, informó al niño a los siete años que no eran sus padres biológicos y cuando este comenzó a buscar su identidad además le señaló las circunstancia en la que ingreso a la familia.
El joven logró en el 2000, recién saber quien era y que su padre verdadero lo había buscado por casi dos décadas.
La Justicia
Los jueces de San Martín al obtener las pruebas de histiocompatibilidad dijeron «No existe duda alguna que impida sostener que Ramiro Hernán Duarte es Gabriel Matias Cevasco» y ordenó la supresión del acta de nacimiento falsa y del Documento de Identidad falso, realizado en el Registro Civil de Pergamino
Pequeña historia
Tardaron dos años en reinte- grales los documentos. A los siete años, el matrimonio que lo crió le reveló a Gabriel que lo habían adoptado y ya adolescente, le contaron que en verdad había sido traído por una mujer policía. Con esos datos, Gabriel comenzó a investigar por su cuenta y así llegó a la Comisión por el Derecho a la Identidad (Conadi), que funciona en la Subsecretaría de Derechos Humanos, para que le hicieran un examen genético. Así se enteró de su verdadera identidad en octubre de 2000. Ese mismo día se reunió con su padre, Enrique Cevasco , con su tía Adriana Leiva -que lo buscaba desde hacía tiempo- y con toda una legión de tíos y primos. Gabriel fue el nieto recuperado número 70 por las Abuelas de Plaza de Mayo.
Sin embargo, el juez de primera instancia que investigaba la apropiación ilegítima no le devolvía su identidad porque sostenía que mientras no hubiera un juicio con sentencia no podía pedir la anulación de un documento. Finalmente la Cámara Federal de San Martín echó por tierra este argumento de poco sentido común y ordenó que se libraran los oficios a los registros correspondientes para que se confeccionaran nuevos documentos de identidad a nombre de Gabriel Matías Cevasco. En el presente los sueños volvieron Matías es Pastor Adventista, está casado y sueña con una vida cerca de sus hijos.