(Por Victor Calvigioni) El mundo en medio de la pandemia está bajo presión del capitalismo salvaje. Solo, buscan que no se derrumbe, un sistema económico injusto para el noventa por ciento de la humanidad.
Los economistas educados en las mejores universidades del mundo deberán quemar sus libros en la hoguera que los iluminó por décadas y donde las llamas principales eran su voracidad y desprecio por la vida humana.
Las deudas millonarias de los países, las compras y ventas de paquetes de deudas por los “Buitres” y los “carteles” financieros y bancarios nos llevaron a ser esclavos de un sistema económico-social humillante. Ya no hay espacio para los ajustes fiscales infinitos y la mentira fabricada del costo laboral. El coronavirus igualo a estos “usureros mundiales” al hombre común en algo que siempre pregonaron: La incertidumbre
El “capitalismo salvaje” está herido de muerte porque se desarrolló sobre la injusticia y la desigualdad de millones de personas, sumergiéndolas en una tragedia con continentes enteros hambreados, sembrados de enfermedades emergentes que cabalgan sobre las penurias y pobreza.
Son los mismos economistas que predicaron la meritocracia y el individualismo a ultranza. Sin embargo, y por contrapartida en la pandemia mundial, la salvación es socializar las responsabilidades.
Cuando pase el COVID-19, solo quedará un camino a recorrer donde se transite en pos de la dignidad del hombre, reconstruyendo una economía racional y permitiendo rasgos “marcados” de justicia.
En el “mundo viejo” (de hace dos meses) la indignidad ganaba por goleada a la dignidad. En la naciente nueva etapa, la dignidad debe ser un valor no “comercializable”. Las riquezas no puede ser “acaparada” por unos pocos. Ya no puede haber “patrones mundiales” que como país acaparen el 33 por ciento de la riqueza mundial. El sistema financiero internacional no debe “sentarse” sobre la especulación acumulativa. La economía de los países debe bregar humanísticamente por la creación de bienes, servicios y empleos. Un mundo, donde las naciones poderosas construyen, muros y alambrados gigantes, donde se agolpan millones de refugiados, es un mundo inviable e invivible.
El desprecio por la vida humana
El capitalismo salvaje desprecia la vida humana. Quedó demostrado en medio de la pandemia del coronavirus con las presiones ejercidas a los gobernantes para “abrir” la economía. Lo hombres no son un fin si no medios descartables en su “alocado” camino a la riqueza. Saben que millones de personas morirán. No les importa. Pero los carteles “Financieron y bancarios” solo se satisfacen con el “Don Dinero”. La historia argentina lo demuestra.
Un dinero manchado de sangre
En 1874, un préstamo de 180.000 mil libras de Inglaterra para conformar el Banco Provincial de Santa Fe, los gobernantes lo honraron con la entrega de 668 leguas cuadradas, llenas de quebracho. La región era una de las mayores reservas de tanino del mundo. Entre 1919 y 1920, por la injustica reinante con hombres esclavizados vinieron las grandes huelgas obreras. La Gendarmería financiada por la empresa, en medio del monte asesino a más de 600 trabajadores. Los campamentos eran móviles y se mudaban cuando se agotaba el quebracho. Los trabajadores vivían en taperas. Los ingleses en amplios chalets con todos los servicios y hasta cancha de golf
También debemos recordar en este periplo de muerte, la Patagonia Trágica entre 1919 y 1921. Su nacimiento tuvo un solo motivo. Los propietarios no querían perder ganancias y ajustaron los ya los paupérrimos salarios. Los dueños “golosos” de ganancias eran Mauricio Braun y José Menendez (ambos familiares políticos). Sus riquezas llegaban a 15 estancias, con casi 1.400.000 hectáreas. Los peones debían trabajar 16 horas por cada jornada y dormían encerrados en galpones para evitar que escapen. En las dos huelgas, y donde se sumaron los trabajadores de “La Anónima” un almacén de ramos generales que todavía en el presente existe como cadena de supermercado fueron fusilados decenas de trabajadores. La represión llegó de la mano del teniente coronel Héctor Beningno Varela. El militar, fusiló y disparó a mansalva contra los obreros que reclamaban, obligándolos antes a cavar su propia fosa a 150 trabajadores.
Por último, el 20 de julio de 1976, se recuerda el “Apagón de Ledesma”. La represión a mansalva fue un operativo conjunto entre las fuerzas del Ejército, Gendarmería y Policía de la provincia. Los jefes de pelotón tenían las listas confeccionadas con meses de inteligencia previa. Los operativos se centraron en Calilegua, Libertador y el Ingenio Ledesma. En camiones del ejército se llevaron a casi 700 trabajadores. Más de treinta de ellos nunca volvieron El pecado cometido fue pedir una vida digna.
El capitalismo salvaje, en la pandemia del coronavirus tampoco les importa la vida humana…nuevas historias se escribirán.
Técnico Tipificador y Clasificador de Ganados y Carne, Experto Agrario, Agronomo Nacional, Técnico en Administración de Empresas.