(Por Fernando Delaiti, de la Agencia DIB )Muertos; heridos, evacuados; desamparados. Techos de casas derrumbados; árboles arrancados de raíz sobre las calles; silos de acopio de cereales retorcidos; postes, cables y 56 torres del tendido de alta tensión por el piso. Las ráfagas de viento de más de 150 kilómetros atravesaron decenas de distritos de la provincia de Buenos Aires, gran parte del denominado “Pasillo de los Tornados”.
Los daños, incalculable en pesos, quedaron marcados en la memoria de los bonaerenses. Fue en abril de 1993, un martes 13, vaya fecha para los supersticiosos, que más de 100 tornados atravesaron el territorio desde el noroeste provincial hasta la costa atlántica.
La jornada había sido calurosa, densa, en la localidad de Pehuajó y sus alrededores. Y en horas de la tarde la llegada de un poderoso frente frío y la alta inestabilidad ayudó a que germinara un coctel perfecto que terminó con tornados expandidos en gran parte de la provincia. Según estudios, fueron más de 100 tornados (algunos hablan de 300) sobre una extensión de 500 kilómetros y que afectó a un área de más de 4000 km2. Hasta el día de hoy, ninguna otra tormenta en nuestro país logró igualar la cantidad de tornados de ese día.
Los tornados, un violento remolino de aire que se genera en la base de una nube de tormenta, se clasifican por su violencia con la denominada de Escala Fujita, que va de “muy débil” (F0) si los vientos varían entre 105-137 Km/h y termina en “increíble” (F5), que deja vientos superiores a 322 km/h y es capaz de levantar los cimientos de una construcción.
Además de la Pehuajó que inmortalizó María Elena Walsh en su canción “Manuelita”, ese viento nunca visto azotó desde antes de las 20 horas a Carlos Casares, Bolívar, Daireaux, Henderson, La Madrid, Olavarría, Tapalqué, Azul, Laprida, Lobería, Benito Juárez, General Alvarado, Tandil, Necochea, Balcarce y Mar del Plata. La sucesión de tornados de intensidad F1 a F3, es decir, con vientos de entre 180 y 300 km, golpeó las ciudades costeras una hora antes de la medianoche.
El título del diario “Noticias” del día siguiente fue contundente: “Pehuajó desolado”. Distintas fotografías mostraron lo que el viento había causado. De a poco la comunidad fue recuperando su fisonomía, aunque había otros sectores u obras que eran irrecuperables. Así sucedió con la figura central del Martín Fierro que se había erigido en la Plaza Dardo Rocha. El monumento inaugurado en 1972 ya no fue el mismo.
Hacia el mar
En Henderson los daños fueron cuantiosos, aunque no tuvieron que lamentar víctimas. De hecho, aún se recuerda que el hospital local atendió a una sola persona: se trató de un trabajador de un pequeño parque de diversiones, de esos que visitan los pueblos del interior, que se encontraba dentro de la casilla cuando el viento lo sorprendió. Sin heridas pese a que las ráfagas de categoría F3 le volteó la casilla, la persona recibió atención por un ataque de nervios. Cerca de allí, otro tornado de la misma categoría destruyó gran parte de la localidad de Urdampilleta, en el partido de Bolívar. Allí, los 3.000 vecinos vieron pasar las ráfagas que dejaron techos destruidos, galpones derribados y todo sin luz por varias horas.
Los vientos avanzaron por la provincia como lo hace un rastrillo sobre la tierra. Ráfagas paralelas que iban desde la zona de Pehuajó y alrededores como por la ruta 226 para la costa atlántica. Así fue que pasaron, tras dejar Bolívar, hacia Olavarría, donde volaron los hangares del aeroclub, cayó una antena de más de cien metros en Sierras Bayas y se volaron decenas de techos.
Luego le tocó a Tandil, donde dejó seis heridos leves. En lo que tuvo que ver con los daños materiales, uno de los más recordados es la destrucción de parte de la estructura superior de la entonces planta embotelladora Mocoretá.
Ya entrada lo profundo de la noche, la tormenta llegó a Mar del Plata, acompañada de un tornado F2. Según recuerdan los reportes de aquella época, el tornado arrasó con edificios, techos, clubes, centros educativos y dejó dos menores muertos, 60 heridos y 800 evacuados. Con vientos que tuvieron su pico en 146 km/h, la Peatonal fue una de las zonas más afectadas y la plaza principal quedó irreconocible, casi sin árboles.
Más allá de las consecuencias materiales y que durante un par de días varias ciudades no tuvieron clases ni luz, los fenómenos meteorológicos de esa noche dejaron un triste saldo de siete víctimas fatales, decenas de heridos y miles de damnificados. Fue un evento inédito en Argentina y se convirtió en la mayor oleada de tornados registrada en todo el hemisferio sur. A nivel de la magnitud de la tragedia, sólo superado por el tornado del 10 de enero de 1973, en San Justo, provincia de Santa Fe, que tuvo vientos superiores a los 420 km/h y dejó al menos 50 muertos. (DIB)