Emilia, una nena de nueve años, jugaba en la playa de Chapadmalal cuando distinguió unos huesos que le llamaron la atención. Enseguida le avisó a su familia y fueron todos a ver. Resultó que había encontrado los restos de dos gliptodontes, uno pequeño y otro gigantesco, que tienen unos tres millones de años de antigüedad. “El lugar es muy fosilífero y los acantilados de la zona representan los últimos cinco millones de años de historia natural para toda la región pampeana y sudamericana”, aseguró el paleontólogo Taglioretti, del Museo Municipal de Ciencias Naturales de Mar del Plata Lorenzo Scaglia, y que junto a sus compañeros Fernando Scaglia y Victoria Sarasa confirmó el hallazgo.
Los gliptodontes eran unos armadillos terrestres gigantes emparentados con las mulitas, peludos y tatús actuales. Junto con otros animales de ese período llamado justamente Chapadmalalense, aparecen en gran cantidad en los acantilados de la zona.
Taglioretti cuenta a DIB que todo empezó ayer a la tarde, cuando “los chicos jugaban en la base del acantilado. El mar había bajado bastante y al momento de bajar la marea se había llevado algo de arena. En un momento a Emilia (Delfino) le llamaron la atención unos huesos que se veían. Le dio aviso a los padres y resulta que la madre es biotecnóloga así que está dentro del mundo de la ciencia. Al ver los huesos se contactaron con otro amigo biólogo que vive en Chapadmalal, que les proporcionó el número de teléfono del Museo”.
“Estamos sobrepasados de llamadas”
El grupo familiar que encontró los restos está integrado por Emilia y Felipe Delfino, Florencia Lalonardi y Milo y Juan Mirabetto. El hallazgo que hicieron es parte de muchos que se denuncian anualmente. “Tenemos muchísimas llamadas y por lo general estamos sobrepasados de denuncias. Nosotros también salimos a las barrancas a hacer prospecciones, no es nada más que estamos sentados en el Museo esperando que llame la gente (risas), y de hecho lo hacemos durante todo el invierno. Pero en verano como el clima mejora mucho la gente va a la playa y eventualmente si se pone a mirar un poquito el acantilado va a ver fósiles por todos lados”, cuenta el especialista del Museo Lorenzo Scaglia.
E insiste: “Estas barrancas son muy fosilíferas. Te llevo y al minuto que bajamos a la barranca vas a estar viendo fósiles por todos lados. Generalmente nosotros elegimos qué sacar”.
Taglioretti afirma que “los acantilados de la zona del sur de Mar del Plata representan los últimos cinco millones de años de historia natural para toda la región pampeana y sudamericana. En la escala temporal de Sudamérica le ponemos nombres a segmentos del tiempo. Así, tenés nombres como Chapadmalalense, Marplatense, Ensenadense, Lujanense, Montehermosense. Esos nombres son de momentos del tiempo que se estudiaron por primera vez en toda Sudamérica en los yacimientos paleontológicos de la provincia de Buenos Aires. Muchos de ellos están en los acantilados costeros del sudeste bonaerense. Imaginate un brasilero o un paraguayo que encuentra fósiles de un momento del tiempo que va entre los 5 y los 3 millones de años de antigüedad, dicen que son de la edad Chapadmalalense, y con eso todos los que hacemos geología y paleontología en Sudamérica sabemos que se está refiriendo a ese momento del tiempo y no a otro”.
Las inundaciones
El porqué de esta abundancia de fósiles en la zona tiene una explicación vinculada al clima de hace 3 millones de años atrás. “Si nos paramos en el momento en el que vivían estos gliptodontes -narra el paleontólogo- lo primero que va a llamar la atención es que las sierras de Tandilia eran mayores, unos 20 metros más altas. Además, tenemos registros de que en ese momento del tiempo había palmeras, lo que indica que había un clima mucho más cálido que el actual, con una estación húmeda y una estación seca muy marcadas. La estación húmeda provoca que se puedan generar inundaciones, lo que va a producir que aumente la tasa de sedimentación. De esa manera, al aumentar el movimiento de sedimentos de tierra con la inundación se generan situaciones únicas donde los fósiles se pueden preservar, ya que el evento que produce la muerte de los animales a su vez también los entierra. Y para que algo se fosilice lo más importante es que sea enterrado rápidamente”.
Y continúa: “Ese momento del tiempo también es importante porque es cuando América del Sur se conecta con América del Norte a través del istmo de Panamá. Antes de ese evento Sudamérica era un continente isla como lo es hoy en día Australia y la fauna era muy diferente. De ahí la importancia de estos yacimientos que nos cuentan cómo fue el intercambio faunístico entre América del Norte y América del sur, que se conoce en paleontología como ‘el gran intercambio biótico americano’”.
“Básicamente la historia de cómo se conforma la fauna en Sudamérica, el lugar donde se pueden leer todos los sucesos, es acá en las costas del sur de Mar del Plata”, finaliza Matías Taglioretti. (DIB)