La historia del venadense que recuerda vidas pasadas llegó al cine

Pablo Rodríguez redacccion@miradorprovincial.com “El Recordador”, un documental protagonizado por el santafesino Matías de Stéfano, ya está en los cines de todo el país para contar la historia de este joven reconocido a nivel mundial como “Niño Índigo”. Oriundo de Venado Tuerto, desde el momento de su nacimiento tiene la capacidad de recordar todo lo que hizo antes de su nacimiento y puede entender, de una manera simple, cómo funciona el universo.

Los recuerdos de Matías sobre sus vidas pasadas, lo llevan a viajar por el mundo y compartir sus conocimientos con miles de personas. Sus viajes lo ayudan a descubrir su propósito en la vida y cumplir una misión que no pudo completar hace miles de años. Por si fuese poco, también es un educador de la conciencia planetaria.

Este documental ya se estrenó en cines de Estados Unidos y está en carrera para llegar a los premios Oscars. Es conducido y narrado por el propio protagonista, bajo la dirección de Ariel Guntern y Antarctica Films. Muestra otro punto de vista sobre la historia de la humanidad, grandes preguntas con respuestas simples y sencillas: ¿De dónde somos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí?

Se pueden ver a lo largo de la proyección, viajes por Egipto donde visitó más de 12 templos en diferentes ciudades; Israel y los lugares más sagrados de las tres grandes religiones monoteístas; Barcelona en España; Lanzarote y Tenerife en las Islas Canarias; e Inglaterra. En la etapa de Argentina, pasó por el Cerro Siete Colores y el Parque Provincial Tunduqueral en Uspallata; Cerro Aconcagua en Mendoza; Monumento a la Bandera y río Paraná en Rosario; para terminar en Venado.

Por otra parte, su historia también está siendo contada en la pantalla de NatGeo (el canal de National Geographic) para todo Latinoamérica. La serie «Las Bases Universales», se puede mirar todos los martes a las 23. Según las propias palabras de Matías, no es un documental estilo taller, sino que tiene el objetivo de ser más artístico y emocional, compartiendo memorias.

                                                  Desde la cuna

De Stéfano nació en la ciudad de Venado Tuerto, el 4 de agosto de 1987. Vivió la infancia en su barrio natal y pasó su adolescencia entre Argentina y España. Desde el 2009, con 21 años, comenzó a transmitir en charlas, talleres y conferencias su visión particular de entender la realidad, ayudando a miles de personas a tener una perspectiva diferente de nuestro entorno y nosotros mismos. Llamó “Ater Tumti” a toda su cosmovisión filosófica, lo que podemos traducir como “traer el cielo a la tierra”, concepto que trata de explicar que nosotros somos creadores de nuestra propia realidad, así como las herramientas y objetivos que nos dejamos en ella para poder trascenderla.

En una anterior charla con Mirador Provincial, él y su mamá explicaron que desde su más incipiente niñez, desarrolló un estado mental de consciencia superior. Esto presupone poseer un estado elevado de conocimiento sobre el mundo, su origen, la energía y la manera en que nos comunicamos y relacionamos con los demás seres del universo.

Es decir, Matías posee la capacidad de ser transmisor de los mensajes del universo y de cómo sería la manera de transitar nuestro paso por la tierra en comunión con ese universo que nos habla. Hoy, a sus 32 años, continúa recorriendo el mundo, llevando su testimonio acerca de esta experiencia.

Desde muy pequeño, relata su madre Claudia, Matías mostró determinadas actitudes, pensamientos y comportamientos que no eran los que la media del ser humano posee a esa misma edad. Ofrecía al mundo dibujos, comentarios, pensamientos, maneras de expresarse, que no eran las esperadas para un niño de tan solo cinco años. Siempre su relación con este mundo fue desde otra frecuencia.

Al principio su familia se vio intrigada al tiempo que preocupada por las actitudes que tenía. Consultaron a varios psicólogos para que determinen si efectivamente eran ciertas sus visiones o comentarios, o si se trataba de alguna especie de enfermedad psíquica. “Cuando era esperable que un niño de esa edad juegue, se relacione con otros amigos, Matías podía pasar horas hablando con un insecto”, afirmó Claudia.

De Stéfano siempre tuvo un interés particular por otras inquietudes que las de una persona común a su edad. Comenzó a dibujar y a escribir a muy temprana edad y la temática no tenía que ver con cosas que se comentaran comúnmente en su casa: “Además de consultar a especialistas, porque cabía la posibilidad de que presentara alguna patología, siempre terminábamos hablando él y yo acerca de que era mejor no comentar con todas las personas lo que le ocurría dado que para el común de las personas, tocar estos temas, suele atemorizarlos o preocuparlos porque no está dentro de su entendimiento”, aclaró la mamá.

Entre los medios de acceso a la información que podía tener Matías, treinta años atrás, el mayor estímulo que podría haberlo influenciado era la televisión, pero tampoco se condecía con las explicaciones, dibujos y comentarios que hacía. Claramente poseía un estado de conciencia elevado, superior, que desde su nacimiento le permitió conocer cuestiones del tiempo, el universo y la energía que escapa a la mayoría de los seres de este planeta.

                                Índigo

De Stéfano recuerda haber sido conocido en el mundo por poseer la capacidad de recordar vidas pasadas. Esto le valió el sobrenombre de “Niño Índigo”, con una fuerte referencia a estas capacidades especiales, a sus dibujos “extraños” y a la habilidad de escribir textos en egipcio antiguo, a muy corta edad.

Su madre contó que al nacer no lloró y que desde un primer momento habló lenguas desconocidas. También aseguró que puede padecer el dolor ajeno y predecir catástrofes. Fue bautizado como “El niño despertador de la nueva era” y motivador de las masas creyentes en fuerzas supremas y del más allá. Es uno de los tantos niños nuevos que nacieron desde 1987 en adelante con la misión de traer y anclar la nueva conciencia.

Es uno de esos niños, adolescentes y adultos denominados comúnmente como “raros”, “fracasados escolares” o “desertores sociales”. Nunca poseyó alguna afección psíquica o psicológica y por eso su vida se signó y se encaminó a desarrollar esta capacidad de tener un estado de conciencia profundo y un estado de conocimiento desde otro nivel con el universo.

“Si conocemos y nos regimos por el poder que tiene la tierra y su mensaje, si vivimos en comunión con eso, nuestra función en la tierra es la que debiéramos tener. Somos células que pensamos y latimos al ritmo de la vida del universo, pero es necesario entender que se trata de vivir conectado con otra frecuencia de tiempo y energía”, aclaró Matías.

En cuanto a su trabajo particular, dado este desarrollo de su estado de conciencia planetaria y lo que esto significa, remarcó que desde la fundación que lidera, “Arsayian”, promueven constantemente todo tipo de talleres, charlas y orientaciones para que la gente se acerque a entender el funcionamiento de las leyes del universo. Brindan información para que no se tema hablar de estos temas que no son más que los que rigen nuestra vida y nuestro paso por la tierra.

“La humanidad es una proyección evolutiva, un desarrollo evolutivo de un planeta que está pensando, que está aprendiendo a pensar. Es decir, nosotros no estamos viviendo sobre el planeta, evolucionamos en el planeta, somos el planeta Tierra, y por lo tanto si empezamos a analizar la comparativa biológica y espiritual que tenemos nosotros en relación al planeta, somos como las neuronas, dentro de un ser que está pensando que es la Tierra”, agregó.

Para el joven, cada pensamiento es una cultura, una religión, una ciencia, “y nos tenemos que hacer cargo de lo que estamos pensando, porque en realidad es lo que el planeta está pensando”.

“Estamos cambiando, nos estamos transformando, porque el planeta está cambiando y por lo tanto si nosotros no hacemos lo mismo, nos tenemos que regenerar. En cuanto a todo lo externo que está ocurriendo, política, economía, naturaleza, lo primero que tengo que preguntarme es si yo soy coherente conmigo mismo y hago con los otros eso que está pasando en el mundo, porque culpamos o responsabilizamos a otro de nuestros males, cuando en realidad todo nace de mí, de mi percepción o de mis actos. Entonces creo que es momento de replantearse quién soy, qué estoy haciendo aquí y hacia dónde quiero ir y cambiar mis actitudes y mis actos para que cambie lo demás”, resumió.