Agencia CTyS-UNLaM- Un trabajo encabezado por el investigador y docente de la UNLaM, Franco Fiumara, propone el traslado voluntario de familias a pueblos con bajapoblación y la creación, en esas zonas, de empresas colectivas, para solucionarel problema del hacinamiento. La idea fue presentada ante Argentina Futura,un espacio que depende de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación.
La llegada de la pandemia, además de generar complejos escenarios en los planos económicos y sanitarios, parece haber dejado también al descubierto problemáticas que, incluso, se agudizaron, como es el caso de la dimensión habitacional. Un investigador de la Universidad Nacional de La Matanza, junto a su equipo de trabajo, propuso un proyecto para, a largo plazo, solucionar el hacinamiento en muchas zonas urbanas.
“Buscamos reformular los grandes bolsones de barrios precarios o de emergencia, con
cientos de miles de personas hacinadas que no tienen ni agua ni sistemas cloacales, a partir
de iniciativas que incluyan el traslado de familias hacia zonas despobladas”, explicó a
la Agencia CTyS-UNLaM el investigador Franco Fiumara, doctor en Ciencias Jurídicas,
docente de la UNLaM en el departamento de Derecho y Ciencia Política y en la cátedra de
Derechos Humanos del Doctorado de Ciencias Jurídicas, también de la UNLaM.
La propuesta fue presentada en Argentina Futura, un espacio de pensamiento que estimula
el debate colectivo y que depende de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación. El
proyecto encabezado por Fiumara propone, por un lado, el traslado de familias a pueblos
que sufrieron una notoria merma poblacional por la política de cierre de los ramales del
ferrocarril.
“Es una dinámica que permite repoblar el país y que incluye, a su vez, solucionar el
problema de la supresión del ferrocarril. Si uno analiza las grandes potencias, en todas
ellas, el ferrocarril tiene un enorme uso, para el plano económico principalmente”, analizó
Fiumara, quien consideró que, a partir de esta iniciativa “permitiría, en diez años, rediseñar
a Argentina bajo una forma mucho más federalizada, con salud, educación y trabajo para
toda su población”.
En este sentido, Fiumara explicó que, para la instalación de esas familias “pueden
encontrarse viviendas que puedan ser alquiladas por un período contractual, o vendidas por
sus propietarios a precios módicos, o que fueran incluso abandonadas y puedan ser
jurídicamente viables para ocuparse”.
El otro foco, según apuntó el Doctor en Ciencias Jurídicas, es organizar, en ciertas zonas,
una política de empresas colectivas. “Es lo que mundialmente se conoce como 'kibutz', para que las familias trasladadas puedan desarrollarse en sociedad con una vivienda digna y sin hacinamiento, y puedan aprender a tener un oficio para trabajar dentro de los mismos”, amplió el investigador.
En este aspecto, el investigador también analizó la posibilidad de que las familias realicen
una producción agrícola-ganadera, que genere réditos para dividirse, en forma de salario,
entre los habitantes que la trabajen. “La producción puede ser adquirida por las agencias
estatales que requieran el producto, o también por comerciantes civiles que vendan o
exporten los productos”, consideró.
Para Fiumara, estas dinámicas permitirían una salida laboral inmediata, ya sea por la
posibilidad que brindaría el sistema de ferrocarril reinstalado o los trabajos que se generen
en torno a las cooperativas creadas en el sistema de kibutz. “Paulatinamente, el sistema de
otorgar planes iría quedando de lado, por el trabajo que surgiría. El sistema también permite
que toda esta población tenga acceso a un sistema de salud y de educación”, especificó.
Fiumara aclaró, sin embargo, que, en caso de ejecutarse, este sistema se haría con familias
voluntarias que busquen dedicarse a otros modos de vida. “No es obligatorio ni se va a
exigir a nadie que lo haga, es puramente a voluntad de las familias. Lo que buscamos, con
esta propuesta, es ir desmontando de a pocos los barrios vulnerables, como consecuencia de la pandemia, donde la gente está muy hacinada, para poder genera una forma de vida digna, que incluya las dimensiones de salud y educación”, concluyó.