(Por Fernando Delaiti, de la Agencia DIB )El oficial Juan Carlos Bianchi se sobresaltó cuando dos jóvenes bien vestidos ingresaron al destacamento policial de Arroyo Dulce, una típica localidad rural de Salto, de esas donde todos se conocen. Habían llegado en un Torino, y tras casi no mediar palabras lo tomaron como rehén y lo llevaron hasta el Banco Crédito Rural, a pocas cuadras de allí.
Era un mediodía de julio de 1971, cuando ya en la entidad y con el típico grito “nadie se mueva, esto es un asalto”, los dos delincuentes más otros cómplices que estaban allí empezaron con el golpe. Tras encerrar a todos en una oficina, escaparon con un botín que no era el esperado: 1,5 millones de pesos. Dispararon contra las ruedas de varios vehículos para evitar ser perseguidos y escaparon por caminos de tierra. A unos pocos kilómetros abandonaron el auto y huyeron en avión.
Capítulo 1 de un robo de película.
El mismo Bianchi, escuchó que querían ingresar a su casa, lindera al destacamento policial. Ya era diciembre, y hacía más calor. Esta vez el oficial estaba preparado, no se dejó sorprender. Mientras su mujer y su hija terminaron debajo de la cama, él tomó su pistola y contestó con balas a los disparos de Winchester, metralleta y pistolas que llegaban desde la calle. Uno de los asaltantes terminó herido.
Paralelamente, otra parte de la banda, con el cabo Armando de los Santos de rehén, partieron otra vez hacia el Banco Rural. De allí se llevaron un jugoso botín, casi 10 millones de pesos, regresaron al destacamento y tras lanzar una bomba incendiaria, huyeron en un Fairlane. A los pocos kilómetros cambiaron por un Peugeot que robaron, pero como fundió motor lo cambiaron por una Ford F100. En el camino de tierra rumbo a la localidad de Rojas, cortaron las líneas telefónicas para abortar todo contacto con Salto, liberaron a los rehenes y desaparecieron.
Capítulo 2 de otro robo de película.
Los hechos ocurridos en julio y diciembre de 1971 en el Banco de Crédito Rural y muy bien relatados en el libro “El Caso Arroyo Dulce” de Hernán Carbonel, sacudieron a la opinión pública y pusieron en escena a Aníbal Gordon, quien había nacido en la ciudad bonaerense de Colón en 1930. Con el paso de los años, fue uno de los integrantes de la Alianza Anticomunista Argentina -conocida también como La Triple A-, un grupo parapolicial que había actuado antes del golpe del 24 de marzo de 1976, y luego fue responsable del Centro Clandestino de Detención conocido como Automotores Orletti.
A los robos en Arroyo Dulce, le había precedido otro ocurrido en febrero de 1971 en la sucursal del Banco Provincia de Río Negro. Allí, la banda armada logró apoderarse de unos 88 millones de pesos, algo más de 20 millones de dólares de la época. En ese momento, el grupo de asaltantes con fuertes contactos con los servicios de inteligencia, la Policía y militares, huyó en un Torino, un Dodge Polara, una camioneta y hasta en una avioneta. El caso nunca fue esclarecido del todo, pero se pidió tiempo después la captura de Gordon y su banda, ya que se lo vinculó con otros cincuenta atracos, incluidos los de Arroyo Dulce.
La caída
Un fallido intento de asalto a una joyería céntrica de la Ciudad de Buenos Aires a principios de diciembre de ese año terminó con la detención de Gordon y Pedro Jesús Acosta. Allí se comprobó, interrogatorio mediante, que habían sido parte de la banda que cometió decenas de robos. Además, se descubrió que habían comprado con el dinero campos en la zona de Colón, y que pensaban usarlos como aguantadero.
Pocos días después fue detenido Rufino Viera en Lanús. Mientras que en Chivilcoy y tras un tiroteo, cayeron Omar Failache y Eleodoro Caminos primero, y Julio Cuello después, el “herido” del segundo asalto. La Policía incautó un Falcon, revólveres, una ametralladora y tres granadas de mano, entre otras cosas. En el interior de una cubierta de neumático encontraron, además, parte del dinero perteneciente al golpe al banco.
La banda quedó tras las rejas, pero por un tiempo. Gordon, alias “El Viejo” o “El Coronel” y que se había sumado en 1968 como agente a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), salió en libertad en mayo de 1973, cuando el Gobierno de Héctor J. Cámpora liberó a los presos políticos de la llamada Revolución Argentina. Alguna mano, lo había puesto en esa categoría.
Ya con el regreso de la democracia y con otros robos en su espalda, en 1984 Gordon fue nuevamente detenido, acusado del secuestro de Guillermo Patricio Kelly. En octubre de 1986 fue condenado a 16 años de prisión y murió en la cárcel de cáncer de pulmón, en septiembre de 1987. Y muchos de los secretos terminaron en su tumba. (DIB)