Tras un largo proceso de casi diez años, la Justicia condenó a un joven a tres años de prisión, de ejecución condicional, por el delito de “Abuso sexual con acceso carnal” contra una chica de Coronal Granada, por un hecho ocurrido cuando ambos eran menores de edad.
Según relata el medio local, La Calle, el pasado 25 de abril, la jueza Karina Piegari, la titular del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 del Departamento Judicial de Junín, dictó la sentencia del proceso que investigaba los hechos ocurridos durante la noche del 28 y la madrugada del 29 de diciembre del 2014.
En aquella ocasión, Segundo Trida, quien ahora tiene 25 años pero que entonces tenía 16, había abusado sexualmente de una joven que tenía la misma edad, en el marco de una relación en que la víctima había expresado su negativa debido al dolor y al sufrimiento, algo a lo que el acusado había ignorado.
La resolución del proceso se dio por un acuerdo de juicio abreviado, realizado por las partes el 15 de abril pasado, y luego de que el fiscal Matías Noverazco, el titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N° 12, del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, del Departamento Judicial de Junín propusiera el cambio de carátula a “Abuso sexual con acceso carnal”, algo que fue aceptado por las partes.
Trida admitió su culpabilidad, pero ni él ni su familia mostraron arrepentimiento hacia la víctima.
En este marco, Piegari condenó a tres años de prisión, de ejecución condicional, y determinó la prohibición de mantener contacto de cualquier tipo, molestar, hablar y/o comunicarse por cualquier medio con la víctima.
Los Hechos
En el verano de 2014, en Coronel Granada, un pequeño pueblo del Partido de General Pinto, en el noroeste de Buenos Aires, ocurrió un lamentable suceso. La noche del 28 de diciembre estaba despejada cuando un amigo invitó a una chica a una quinta cercana para una «previa». Ella aceptó y fue acompañada por una amiga. Tras caminar unas cuadras, Segundo Trida, quien residía en Bell Ville pero visitaba frecuentemente Coronel Granada, las recogió en el auto de un familiar y las llevó.
Ya en la quinta, Trida le pidió a un amigo que preguntara a una de las chicas si quería dar una vuelta en auto. La joven aceptó y salieron. Sin embargo, en lugar de dirigirse hacia el pueblo, Trida se desvió sin decir una palabra, llevándola a una calle de tierra en una zona rural oscura.
Trida le propuso tener relaciones sexuales. Inicialmente, la joven se negó, argumentando que no era un lugar adecuado y que se sentía insegura. Trida, quien era rugbier y de complexión fuerte, finalmente la convenció. Apenas comenzado el acto, la chica no soportó el dolor y le pidió que se detuviera, pero él no lo hizo, diciéndole: «Ya te va a gustar».
Después del hecho, Trida salió del auto a fumar mientras la joven intentaba vestirse rápidamente. Notó que el asiento estaba empapado de sangre y le informó a Trida sobre su hemorragia. Él se rio y respondió: «No importa. Yo sabía que esto iba a pasar. Mañana limpio el auto con una manguera».
Regresaron a la quinta y, desesperada al ver sus piernas cubiertas de sangre, la joven pidió a Trida que llamara a su amiga. La amiga avisó que se irían porque la joven se sentía mal. Sin embargo, tuvieron que irse caminando ya que Trida no se ofreció a llevarlas, a pesar de tener el único auto en el lugar.
Caminaron solas por un largo camino de tierra hacia la sala sanitaria del pueblo. Mientras tanto, en la quinta, Trida les contó a sus amigos que había tenido relaciones íntimas con la joven sin dar más detalles. Intentó lavar su remera manchada de sangre, pero no lo logró. Pidió una remera prestada y ayuda para limpiar el auto, aunque nadie accedió.
A la joven le costó mucho llegar a la sala sanitaria debido a las sandalias y la sangre que la hacía resbalar. Cada vez tenía menos fuerzas. Finalmente, llegó a la salita, donde la enfermera le permitió bañarse. Como su ropa estaba ensangrentada, le prestaron una remera holgada para cubrirse. No obstante, el sangrado continuaba.
Pasó más de media hora hasta que la médica del pueblo, Marisa Fáuez, acudió a atenderla. Poco después, sintiéndose desmayar, sus últimas palabras fueron: «¡Qué vergüenza, mamá!», y perdió el conocimiento.
Mientras la joven esperaba atención médica en la salita, Trida estaba a dos cuadras de allí, en una heladería. La joven fue trasladada de urgencia al hospital de General Pinto y, debido a la gravedad y al riesgo progresivo para su vida, terminó en Terapia Intensiva, permaneciendo inconsciente por más de un mes, con peligro inminente de muerte.
Después de casi una década, la Justicia condenó a Trida por «Abuso sexual con acceso carnal».(InfoGEI)