Una tormenta supercelda mantuvo en vilo a la provincia de Buenos Aires durante la jornada de ayer martes, desatando una furia inesperada sobre las localidades de 9 de Julio, Bragado y Chivilcoy. Este fenómeno meteorológico, caracterizado por su única ascendente principal y núcleos de precipitación rotantes de larga vida, dejó a su paso desastres de proporciones catastróficas.
Los testimonios y las imágenes difundidas en redes sociales pintaron un cuadro desolador de los acontecimientos. En 9 de Julio, tanto el autódromo como el aeródromo sufrieron graves daños materiales, con avionetas volcadas y estructuras destrozadas. La ciudad también padeció cortes masivos de energía eléctrica, sumando a la crisis que se vivía en la región.
El secretario de Vivienda y Urbanismo, Martín Banchero, expresó la falta de preparación ante un evento de tal magnitud, destacando la urgencia de la asistencia gubernamental. Con al menos 40 personas evacuadas y un llamado a la provincia y nación para recibir ayuda, la situación se tornaba crítica mientras las horas avanzaban.
En Bragado, los estragos no fueron menores. Árboles derribados, techos arrancados de cuajo y cables eléctricos cortados se sumaron a la lista de daños. Un productor agropecuario lamentó la pérdida de su trabajo de un año, con más de 120 hectáreas de cultivo arrasadas por la tormenta. Los bomberos de la localidad describieron rescates desesperados de personas atrapadas bajo los escombros de un galpón.
En Chivilcoy, el granizo del tamaño de pelotas de tenis cubrió los campos y las banquinas, dejando un paisaje casi lunar en su estela. Las zonas rurales, alejadas de la cabecera urbana, fueron las más afectadas, con imágenes desgarradoras compartidas por usuarios en las redes sociales.
La supercelda es una tormenta con una única ascendente principal. Se caracteriza por manifestarse a través de núcleos de precipitación de larga vida y rotantes, que tiene tiempo de vida de varias horas. Asimismo, son frecuentemente capaces de producir granizo grande, vientos fuertes y tornados.
La sorpresiva y violenta tormenta dejó en evidencia la vulnerabilidad de estas comunidades ante eventos climáticos extremos. Mientras se evalúan los daños y se inicia la reconstrucción, la solidaridad y la asistencia se vuelven imprescindibles para enfrentar las secuelas de la furia de la naturaleza.