Agencia CTyS-UNLaM– Así lo expresó la investigadora Sandra Goñi, una de las profesionales que realizará diagnóstico de laboratorio de la enfermedad en la Universidad Nacional de Quilmes, cuando el panorama lo exija. La viróloga contó cómo se prepara el equipo para trabajar y destacó la capacidad de articulación del Estado en un contexto de crisis
Frente al coronavirus, una de las medidas que más apremian es la atención y la detección de los casos. Es por eso que, desde el viernes pasado, cientos de profesionales del sistema científico se capacitan y acondicionan sus laboratorios para hacer diagnóstico del virus, en caso de que el sistema de salud lo requiera, como una suerte de “segundo escudo”.
“Esta articulación es fantástica y me parece que avanza naturalmente, a medida que se van dando las necesidades. Me parece que todo transcurre en los tiempos adecuados y de forma coordinada, preparada, con capacitaciones, y eso es muy bueno”, contó a la Agencia CTyS-UNLaM la investigadora Sandra Goñi, quien se sumará al laboratorio de Plataforma de Servicios Biotecnológicos (PSB) de la Universidad Nacional de Quilmes, para prestar servicios de diagnóstico de laboratorio del COVID-19.
La viróloga explicó que, para poder transformar un laboratorio de investigación en uno con fines biomédicos se deben cumplir determinados requisitos que obligan a reconfigurar el espacio: “El diagnóstico implica una disposición más estricta, donde los lugares de trabajo están compartimentarizados en función de su rol”.
Por ejemplo, los sectores que trabajan con las muestras tienen ciertas normas de bioseguridad y de limpieza que cumplir, y deben estar separados de los sectores que trabajan con los reactivos para llevar a cabo la metodología. “Es una cuestión más complicada desde la estructura”, precisa.
La fuerte epidemia de la gripe H1N1 en 2009 dejó en nuestro sistema sanitario una estructura sólida de laboratorios que, bajo la órbita del Instituto ANLIS Malbrán, y con la supervisación de la OMS, se transformó con el tiempo en la Red Nacional de Influenza y Virus Respiratorios. Estos centros conforman el “primer escudo” de diagnóstico, y están perfectamente equipados para llevar adelante una tarea que lleva el mismo proceso que en el caso de la gripe, pero con diferentes reactivos.
Según Goñi, una de las diferencias más notables con la epidemia del 2009 tiene que ver con que la influenza ya era conocida: había registro de cómo se comportaba el virus, cómo ingresaba al organismo, cómo circulaba en la población y qué inmunidad se podía llegar a tener. “En el caso del coronavirus –añadió- tenemos mucho por saber”.
En rigor, la investigadora señaló que, una vez que cese la pandemia, uno de los interrogantes que quedan por resolver es la inmunidad que queda en la población. Para eso, se deben realizar estudios poblaciones de gran envergadura a nivel internacional, aspecto que ya fue resaltado por la OMS como uno de los lineamientos de cara al futuro.
Entre las noticias que han circulado sobre el nuevo coronavirus, una de ellas destaca que el virus “está mutando” pero eso, lejos de ser un fenómeno extraño, es una normalidad en los virus de ARN, que producen copias de su ARN con errores, y que estos cambios no logran representar una transformación en su comportamiento.
“Los virus de ARN tienen altas tasas de mutación: todo el tiempo están cambiando letras de su código genético, pero eso no siempre repercute es un fenotipo, en su comportamiento. Ahora hay dos linajes del coronavirus, pero todavía no podemos decir qué implicancia tiene que haya dos linajes: no sabemos si uno es más patógeno que el otro, entre otras características. Por lo tanto, la mutación solo es algo que atañe a su código genético. Recién con el tiempo podremos saber las implicancias y las diferencias de estos dos linajes”, amplió la investigadora.
A su vez, añadió que esas mutaciones ocurren en zonas “accesibles” del ARN que “no impiden que el virus se siga reproduciendo sin necesidad de cambiar su estrategia”. En cambio, si se dieran en zonas más conservadas del ARN, sí generarían un cambio significativo en el virus, aunque estos fenómenos no suelen ocurrir. Es por eso que, para realizar diagnósticos, se usan esas zonas conservadas del ARN del virus.
En los próximos días, los kits de diagnóstico comenzarán a llegar a los laboratorios como el de la Universidad Nacional de Quilmes, que tendrá la capacidad de analizar entre 20 y 40 muestras diarias. “La articulación entre la universidad y el ministerio es muy oportuna y nos gratifica poder colaborar y aportar algo en este contexto. La universidad está siempre disponible, siempre abierta para ayudar”, concluyó la investigadora.