El juez federal Carlos Vera Barros elevó a juicio la causa en la que se investiga a Franco Ismael «El Venadito» Arias como líder, organizador y financista de una organización dedicada al comercio y tráfico de drogas en Firmat, Venado Tuerto y la región. Junto a él será juzgada una veintena de personas con distintos grados de participación en la banda desbaratada por fuerzas federales en agosto de 2014. La banda del «Venadito» cobró importancia cuando quedaron detenidos dos sospechosos en el sur santafesino: Carlos Andrés «Vasco» Ascaíni, de Villa Cañás, y Aldo «Totola» Orozco, de Firmat.
Los pesquisas santafesinos comenzaron a investigar a una persona que entrega pizzas en una moto en las periferias de Venado Tuerto. En el teléfono celular del joven no solo se pedían diversas comidas. El agregado era una atención personalizada de cocaína de mediana pureza. Los policías de la Brigada VII de la Dirección de Control y Prevención de Adicciones al mando del Comisario Alejandro Druetta (en el presente detenido por sospechoso de encubrir casos comprometidos con estupefacientes) comenzó una lenta pero efectiva investigación donde todavía existen importantes colaterales. El comisario Druetta ya había detenido a dos de los máximos jefes narcos del sur santafesino: Alejandro Ascaini domiciliado en Villa Cañas y Aldo Orozco de Chabas. Ambos estaban protegidos por una parte de la «mala» policía.
La pesquisa
La investigación sobre el distribuidor de pizzas trajo luz para quien trabajaba. La organización era manejada con “mano de hierro”. Arriba de los “dealers” pueblerinos estaba Franco Arias, alias “el venadito. Su banda fue desbaratada. Su “cartel” distribuía cocaína en las localidades del sur santafesino. En los 23 operativos se secuestraron seis kilos de cocaína y dos kilos de marihuana, 280 mil pesos en efectivo y una decena de armas de fuego y 68 teléfonos celulares. La investigación llegó hasta el hueso y se pudo determinar quien traía la cocaína hasta la provincia de Santa Fe. La venta de un auto en Pilar dio la pista. Las escuchas telefónicas alcanzaron a la localidad de San Isidro en el conurbano bonaerense donde se pudo determinar que “El viejo Miguel” identificado como Miguel Angel Witepon viajaba por la Ruta Nacional Nº 8, en un auto de su propiedad hasta Hughes, con una carga muy especial que entregaba en la localidad santafesina al “Venadito” Arias.
En la pesquisa se pudo precisar que la droga venía de la Villa del Bajo Flores 1-11-14. La cocaína traída por “Viejo Miguel” era estirada hasta alcanzar los sesenta kilos y luego de fraccionarla eran distribuidas a los dealers de los diversos pueblos y ciudades de General López. La cocaína de mala calidad (señalan que la estiraban con almidón de maíz) se la vendía al “consumidor final” a 100 pesos el gramo. El cargamento llegaba una vez por semana. En total, en un mes se repartía 240 kilos de cocaína estirada que prácticamente inundaban los kioscos de la región. El resultado una millonaria ganancia en toda la cadena de distribución. ¿Solamente se repartía en el sur santafesino?. En los allanamientos se detuvo a una mujer que recorría las ciudades en un remis y repartía la droga a los minoristas. Un dato para tener en cuenta es que el “Viejo Miguel” tiene una historia judicial por piratería del asfalto y asaltos a entidades crediticias. La madeja parece que no término de desenredarse «El venadito» tenía protección policial.
La línea Elortondo
La conexión policial en Elortondo, Horacio Montanaro, el sargento que prestaba servicios en el área de Informaciones de la Unidad Regional VIII y que los pesquisas antinarcóticos vinculan a la desarticulada banda de “Los venaditos”, se presentó el martes en los Tribunales Federales de Rosario y quedó imputado de ser parte del grupo que hegemonizaba la comercialización de estupefacientes en el departamento General López. Uno de los teléfonos interceptados fue el de Horacio Montanaro, a cuya casa de la localidad de Elortondo llegaron el martes de la semana pasada los policías buscándolo ya que tenían pruebas de sus vínculos con la banda.