En medio de una fuerte recesión económica, el sector panadero no está exento de la crisis. Es más, debido a los aumentos en los insumos y en los servicios, se ha convertido en uno de los rubros más castigados.
Rubén Álvarez, exintegrante, de la Comisión Directiva de la Federación Argentina de la Industria del Pan (FAIPA), aseguró que, en relación con años anteriores, el 2018 lo “cerramos bastante mal”.
“Este fin de año, la verdad que fue bastante malo en materia de ventas. Los insumos están muy caros, hay muchas cosas que concluyen en ese costo, como la luz, el gas, las paritarias. Es lo que nos toca y eso hizo que termináramos con una merma muy importante en las ventas, más allá de la que se produce por la temporada estival, donde la gente consume menos pan”, apuntó Álvarez en diálogo con Mañanas sin Filtro (Cadena Rio 88.7).
Y añadió que “pero a eso hay que sumarla la baja del poder adquisitivo del cliente. La gente viene y compra 20 pesos de pan, ya no compran por kilo”, detalló.
En este contexto, vaticinó que la situación continuará agravándose. “Las panaderías cierran las puertas, porque nadie tiene dinero ni siquiera para invertir en el fondo de comercio de una panadería, que es costosísimo. No hay compradores. Entonces, lo que queda es cerrar porque te fundías trabajando”, señaló.
“El consumo interno de harina no cayó, entonces lo que pasa es que la gran mayoría de los negocios cierran y siguen trabajando de forma clandestina, para evadir impuestos y cargas sociales. Es el gran problema que tenemos hoy, donde más del 50 por ciento de las panaderías funcionan de manera clandestina”, concluyó Álvarez.(La Tecla)