El pueblo de la noche: historias de fantasmas en el interior bonaerense

(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB )¿Qué es un fantasma? La respuesta a esta pregunta se ha buscado durante milenios. Las hipótesis van desde la existencia de un “remanente psíquico” que permanece en un sitio hasta la idea de una imagen telepática que se proyecta en la mente del testigo.

Pero en la cultura popular no hay dudas: un fantasma es el espíritu de una persona fallecida. Por qué vuelven, por qué quieren interactuar con las personas y por qué su visión causa terror, son otras incógnitas sin resolver. El caso es que los fantasmas están entre los elementos más persistentes en la narrativa de lo extraño, y aparecen por todas partes: no hay lugar en la vasta geografía humana que carezca de ellos. Así, en la provincia de Buenos Aires se cuentan muchas historias donde los fantasmas son protagonistas, varias de ellas con elementos en común, y otras con características propias.

Uno de los fantasmas más conocidos ronda por un edificio muy particular de la capital bonaerense: el Museo de Ciencias Naturales.

Allí llegaron en 1886 el cacique Modesto Inacayal y otros once representantes de pueblos originarios, entre los que estaban la mujer de Inacayal y una de sus hijas. Francisco P. Moreno, el primer director del Museo, los rescató de la prisión de la isla Martín García, donde fueron llevados tras la llamada Conquista del Desierto. Si bien el grupo fue salvado del cautiverio, terminaron trabajando como mano de obra baratísima en el flamante Museo, limpiando, lavando ropa, cavando pozos y colaborando en la construcción del edificio. No solo eso: eran examinados y fotografiados desnudos por su condición de “salvajes”. Entre 1887 y 1888 fallecieron varios de los “alojados” en el edificio del Bosque platense, entre ellos el mismo Inacayal, de quien se dice que realizó una ceremonia antes de morir que incluyó una oración en su idioma natal y un ademán hacia el sol.

Muchos años después de lo ocurrido con los originarios, los guardias del Museo aseguran que las puertas se abren y cierran solas, y que en ciertos lugares del subsuelo se oyen quejidos y susurros. En los laboratorios, en tanto, hay objetos que se caen o aparecen en otras partes, y se oyen voces en lenguas desconocidas. “Es el fantasma de Inacayal”, dicen los que creen en “esas cosas”.

Ruidos y pasos

“Hace algunos años los empleados del Instituto Herminia Brumana, de Chivilcoy, comenzaron a vivir algunos episodios que los hicieron atemorizar”, afirma el escritor Diego Zigiotto en “Buenos Aires Misteriosa 2”. Se trata de un centro educativo universitario municipal, en el que ocurren fenómenos extraños pero habituales dentro de lo que se espera de un fantasma: luces que se prenden y apagan, objetos que cambian de lugar, ruidos de pasos y de muebles que se corren solos.

Según se cuenta en el libro de Zigiotto, los trabajadores del instituto aseguran que se trata del fantasma de Herminia, maestra y escritora chivilcoyana que donó el lugar para que fuera un hogar para niñas y jóvenes desamparadas, pero en 1979 la Provincia lo donó a la intendencia de la localidad, que terminó dándole su destino actual. Y la Herminia espectral está enojada por este cambio y por eso ocurren esas manifestaciones.

El coronel sin cabeza

La principal base de la Armada Argentina se halla en Punta Alta, en el sur de la provincia, y se llama Puerto Belgrano. Tiene varias fortificaciones llamadas baterías que se inauguraron en 1899. Su primer comandante fue el teniente coronel Carlos Mallo, quien terminó asesinado por un subalterno apenas un año después de tomar el cargo.

Durante muchos años los marinos apostados en la base afirmaron ver un espectro en los alrededores. A veces aparecía a caballo, otras caminando por los techos. Vestía uniforme militar de principios del 900, pero lo peor era que no tenía cabeza. Había varios relatos sobre su origen; uno de ellos afirmaba que era el fantasma de un teniente coronel que se había enfrentado a duelo por el amor de una mujer, para perder la vida en la playa.

Otro misterio.

Mujeres de blanco

Por supuesto, muchas historias de fantasmas nacen en los cementerios. Allí, entre los espectros más conocidos están las llamadas Damas de Blanco, mujeres misteriosas que suelen rondar los camposantos y que en ocasiones engañan a los vivos, que las confunden con seres de carne y hueso. El relato tiene una estructura que se repite en prácticamente todo el mundo. Una de sus variaciones le ocurrió, se dice, a un camionero en las proximidades de Hinojo, en el partido de Olavarría. El chofer se encontró en un bar con una chica muy pálida de vestido floreado. Se pusieron a charlar y en un momento una camarera le volcó sin querer café en el vestido. La joven pálida le pidió al camionero que la acerque hasta la casa y fueron, claro hasta el cementerio de Hinojo, a la vera de la Ruta 226. El hombre pensó que la chica vivía en los alrededores y la dejó.

Al día siguiente se dio cuenta de que en el asiento del camión había quedado un abrigo de la joven. Fue hasta el pueblo para preguntar por ella, averiguar donde vivía, y devolverle la prenda. Nadie la conocía. Decidió ir hasta el cementerio y preguntarle al cuidador, ya que, pensó, ella vivía por ahí cerca. Pero descubrió que la joven estaba muerta, y que en la foto de la sepultura ella tenía puesto el vestido floreado.

Cuentan que en Lomas de Zamora, la Dama de Blanco ronda la entrada del cementerio de la localidad, en la avenida Martín Rodríguez, donde suele ser vista por colectiveros y taxistas. Una vez un chofer la vio en la parada del micro y decidió hacerla subir. La mujer, vestida de impecable vestido blanco, ascendió al vehículo, pagó su boleto -no se explica cómo- y se sentó en el fondo. El colectivero, entonces, la miró por el espejo retrovisor. Y esa vez, el que palideció fue él, porque contempló cómo la Dama de Blanco flotaba en el interior de su micro, para luego esfumarse por completo.

Nadie sabe con certeza qué hay del Otro Lado. Algunos especulan, otros creen. Mientras tanto, por aquí se pasean aquellos que pueden cruzar el umbral para ir y volver, el misterioso pueblo de la noche, la legión de los fantasmas. (DIB)