Fue inaugurado en 1874, en medio de las epidemias de cólera y fiebre amarilla. Cerrado en 1919, sufrió muchos años de vandalismo. Hoy es cita obligada de fotógrafos y artistas.
San Andrés de Giles es una localidad del noroeste de la provincia de Buenos Aires, a 103 kilómetros de Capital Federal. Su cementerio del Sud, uno de los tres con los que en ese momento contaba la ciudad, fue diseñado por el arquitecto y constructor italiano Francisco Rivelli e inaugurado en 1874. Se construyó para enterrar a los muertos producto de las epidemias de cólera y fiebre amarilla que ya no cabían en los otros dos camposantos.
El predio fue la última morada de los vecinos de Giles y también de poblados como Cucullú, Azcuénaga o Villa Espil. También de inmigrantes italianos, españoles, ingleses e irlandeses que llegaron a la región escapando del pico de fiebre amarilla de Buenos Aires, en 1871, que mató aproximadamente al 8% de los porteños.
Poseía un muro perimetral de 1,80 metros de altura y contenía diferentes estructuras funerarias, como nichos sobre los muros perimetrales, bóvedas, en el centro panteones más importantes y tumbas en tierra.
En 1919 su capacidad se saturó y se abrió uno nuevo, en el norte de San Andrés de Giles, que es el que sigue en funcionamiento.
Allá por la década del 70 se quedó sin cuidador. Entonces, el deterioro y el vandalismo hicieron estragos: robaron puertas, rejas, apliques, lápidas y terminaron por romper las tapas de los nichos y robarse los ataúdes y restos humanos. La maleza también hizo lo suyo y se fueron apoderando de las construcciones que encontraban a su paso.
La declaración como “lugar de relevante valor histórico”, impuesto por la ordenanza municipal 119/88, no contribuyó demasiado en su preservación.
A pesar de todo, hoy en día el lugar aparece al menos desmalezado y limpio. Es destino casi obligado de fotógrafos y de cineastas, que buscan retratar el misterio de uno de los cementerios más bellos de la provincia de Buenos Aires. (DIB)