El martirio de los inocentes: De Lourdes Palliota a Sheila Ayala

(Por Victor Calvigioni) El cuerpo de Sheila, la nena de 10 años que desapareció hace cuatro días, fue encontrado dentro del predio de San Miguel donde residía.

En ese lugar trabajaron en  su búsqueda , con más de 150 policías y perros rastreadores.  En nuestra región aconteció un caso similar que  ahora recordaremos y que fue minuciosamente investigado por este periodista. En la localidad santafesina de  Wheelwright, Lourdes Palliota era una menor cuya alegría se reflejaba en su sonrisa, hasta que su abuela en un rapto de locura la mato de un palazo en la cabeza. El episodio ocurrió el 10 de diciembre de 2007.  

Una amiga íntima de María Bruno de Galeano (abuela de Lourdes) dio la pista. La había matado con un objeto contundente que fue un  palo de un secador de piso.

La pequeña Lourdes María Palliota de siete años apareció muerta en el interior de una casilla de gas, frente a la vivienda de calle Chile al 540 de Wheelwright. El sitio se encontraba a menos de 50 metros de la casa familiar.

En esa vivienda  que pertenecía a una familia de apellido Dahi (relacionado con Colón) habitaban tres jóvenes; Juan Manuel , Diego Fernando  y Pablo Javier . Al llegar el mediodía la novia de Juan Manuel, Anahí Gisella, se percató de un olor nauseabundo. Rápidamente avisó a su novio y juntos se acercaron hasta el lugar para corroborar y  luego avisar a la policía.

El cuerpo de la pequeña que estaba pérdida desde dos días antes, se encontraba dentro de una bolsa de yute sintético, color blanca y estaba vestida con la misma ropa que había desaparecido.

El cadáver  estaba apretujado y con las piernitas encogidas en posición fetal. En el antebrazo tenía tenido magullones de los golpes recibidos en una clara actitud defensiva.

   Los primeros indicios

El cadáver de la menor fue encontrado cerca de las 12.30  del lunes 10 de diciembre  y despedía un fuerte olor por la avanzada descomposición. Por el estado en que se encontraba el cuerpo suponen que el agua que había ingresado en la bolsa tras la tormenta de la madrugada del domingo (mas de 20 milímetros) podría haber acelerado el proceso de putrefacción del cuerpo.

El cuerpo sin vida estuvo  en el techo de la casa,  expuesta al sol y al agua. El cadáver  por la deformación que presentaba no pudo ser identificado a simple vista, pero los familiares (incluida la abuela) en base a la ropa que la pequeña llevaba puesta, señalaron que se trataba de Lourdes.

La niña fue vista por última vez cuando vestía una remera con un dibujo de la historieta  “Patoruzito”  y un pantalón pescador turquesa con rayas blancas, sandalias de goma de color crema y llevaba consigo un plato plástico, color rojo.

    Los últimos pasos

Cuando los familiares fueron a denunciar la desaparición ante los oficiales de la Comisaría Novena de Wheel- wright, Lourdes ya estaba muerta.

La habían matado su propia abuela con un objeto contundente que fue un  palo de un secador de piso que la desnuco y le causó un gran hematoma en el sitio. Minutos antes la pequeña rebozaba alegría. El jueves trágico a las 18.30, se acercó al comercio “Kioskito”, ubicado sobre calle Rivadavia frente a la plaza y cuya propietaria se llamaba María.

Tenía 10 centavos y quiso comprar una golosina. No le alcanzó. Lourdes fue donde trabajaba su madre cuidando a una mujer mayor, en una casa ubicada sobre la calle Moreno a media cuadra de la plaza y le pidió otras monedas. Regreso al kiosco cinco minutos después y se llevó un alfajor.

Luego habría pasó  por la Heladería Copahue y preguntó el precio de un helado. El itinerario siguió e ingresó al almacén “Boaso” que queda en la esquina de Moreno y Rivadavia. Solamente compró 25 centavos de caramelos. Por último, volvió al kiosco con 10 centavos y se llevó un chupetín. Eran las 18.40. A esa hora comenzó el regreso a su casa junto a su madre por calle Rivadavia Recorrió ocho cuadras y se habría puesto a jugar con sus amigas.

Cerca de las 19.30, la tormenta se hizo sentir. Su madre y sus tías de 14 y 22 años ( hijas de la abuela) salieron a buscarla. No la encontraron. Todos suponen que la abuela la observó y muy enojada le peg´lo, finalmente fuera de si la golpeó con el palo del secador que le causó la muerte.

La mecánica de la muerte

Uno  de los elementos  que llamó la atención es el secador de pisos. Se debe recordar que en el momento que la nena llegó a la casa mojada por el efecto de la lluvia, la abuela estaba secando el piso. En ese momento la mujer retó a la nena y llegaron los primeros golpes que dieron en el antebrazo. Luego la nena se dio  vuelta para escapar y es allí la abuela  le pegó  en la espalda y luego fuera de sí  y utilizando el palo del secador como si fuera un bate de béisbol,  la  golpeó en la nuca (entre axis y atlas). El golpe “desnucó” a la nena.

La abuela entonces al darse cuenta de lo sucedido escondió el cadáver  bajo la cama primero (durmió sobre el él) y luego con el correr de las horas la cambió de lugar colocándola en el techo de la vivienda.

La testigo que declaró (amiga íntima de la abuela) había visto el cuerpo de la nena debajo de la cama. También se encontraron en ese sitio rastros de sangre.

  Perros rastreadores

Los perros rastreadores traídos de Rosario pasaron por la casilla de gas el viernes y sábado. Esto a prima facie indicó que el cuerpo fue arrojado entre el domingo y el lunes a la madrugada. Incluso a las siete de la mañana pasaron los empleados de la comuna que recogen los residuos y no se percataron del olor que despedía el cuerpo.

Con respecto a los perros y su presunta ineficacia para encontrar el cuerpo, una fuente indicó que al salir la búsqueda de la casa familiar, los canes muy adiestrados sintieron los “olores” que Lourdes dejo en la casa en vida (pisadas, ropas, etc) confundiéndolos, incluso a sus propios entrenadores. Por otro lado, una fuente dijo que un perro con posterioridad al hallazgo hizo el recorrido que tuvo el cuerpo de la menor antes de ser depositado en la casilla de gas.

El lugar de origen es la casa de María Bruno de Galeano, la abuela de Lourdes.

La vida de la víctima

Lourdes vivía, con su madre, su abuela, sus tres tíos y, en ocasiones, con la pareja de su madre. En la causa judicial se acreditaron  episodios de enorme violencia de su abuela. A la hija menor de 14 años en una ocasión le habría pegado con un alambre hasta casi matarla.

Nadie podrá saber nunca que pasó por la mente de esta mujer. La pequeña Lourdes yacía en una bolsa dentro de la cabina de gas. La abuela lloraba en la casa aledaña y pedía que se la devolvieran con vida. Era una escena dantesca. Cuando salió la ambulancia llevando el cuerpo, comenzó a gritar y se desvaneció. Fueron pocos segundos. Este periodista  se acercó a sacarle una foto y sintió un escalofrío en el cuerpo, al momento de gatillar la cámara, la mujer hizo una mueca como si estuviera buscando una pose. La septuagenaria fue llevada a la Alcaidía de Melincue en el pabellón de las mujeres. Donde permaneció presa.  En ese momento indican que vivió muy hostigada por los demás reclusas. Murió dos años después.

Un recuerdo

La niña Lourdes Palliota tenía cutis trigueño claro, ojos marrones, cabellos castaños claros hasta el hombro. Era toda vida y alegría. Tres días después su cuerpo apareció en el interior de una bolsa de yute color blanca. Estaba vestida con las mismas ropas que tenía al desaparecer. Nadie se explica todavía el salvajismo de su abuela. (Foto abuela de Lourdes, obtenida por Victor Calvigioni)