Hace 26 años, en un día que resonaría en la historia de la aviación argentina, Marcelo Porchetto, un capitán de tan solo 27 años que operaba un Canadair Regional Jet de Southern Winds con destino a Catamarca, se convirtió en el guardián de una tragedia inminente en los cielos.
Era el 16 de septiembre de 1997, cuando un vuelo de Avianca, dirigido por el capitán Jorge Montoya Builes, se encontraba en una situación desesperada. La aeronave, un Boeing 767 con 120 pasajeros a bordo, estaba en busca de un lugar donde aterrizar después de que el Aeropuerto Internacional de Ezeiza cerrara debido a condiciones climáticas adversas.
Montoya Builes había optado por esperar cerca de Ezeiza, consumiendo lentamente su preciado combustible en lugar de dirigirse a los aeropuertos alternativos de Córdoba o Rosario. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no daban tregua, y la emergencia era inminente.
Fue en ese momento crítico cuando la voz de Porchetto resonó en la cabina de mando de Avianca. Porchetto, escuchando la comunicación, intervino con un mensaje claro y valiente: «Atento Avianca, Rosario está cerrado. Tienen Mendoza a 250 millas y La Rioja a 177 millas«. La Torre de Control autorizó la alternativa hacia La Rioja y le indicó que debían volar a 8 mil pies de altura. Pero el desafío estaba lejos de terminar.
El avión de Avianca, con sus 120 pasajeros a bordo, se encontraba a tan solo ciento veinte segundos de una posible colisión contra las montañas. Porchetto se volvió a comunicar con la tripulación colombiana al escuchar las indicaciones:“Atento Avianca a los niveles mínimos de altura, para superar las sierras hay que volar a un mínimo de 14.000 pies”. En ese momento crítico, el comandante Montoya Builes solicitó autorización para ascender a 20 mil pies a la Torre de Control y siguió las instrucciones precisas del piloto argentino Porchetto.
Finalmente, La Rioja apareció en el horizonte. Allí, el ILS funcionaba adecuadamente, pero aún había un desafío más: el peso de la aeronave de Avianca superaba la capacidad de soporte de la pista. Sin embargo, con tan solo 14 minutos de combustible restante, Montoya Builes logró aterrizar de manera segura, salvando a todos los pasajeros y la tripulación de una tragedia inminente.
El acto heroico de Marcelo Porchetto, un joven capitán en ese momento, hoy un piloto destacado de Aeroclub Pergamino, fue crucial en la salvación de 120 vidas al borde del abismo. Su valentía y experiencia se destacaron en uno de los momentos más críticos en la historia de la aviación argentina.(Pergamino Virtual)