El expediente judicial: Un asalto, las alarmas que nadie escuchó y los ladrones que se pierden en la oscuridad de los caminos

(Por Victor Calvigioni) Corría el año 2002 la crisis se encontraba en cada rincón del país. Sin embargo y a pesar de todo,  los delincuentes  estudiaron detenidamente el objetivo. Atacaron a principio de mes y sabían que se alzarían con un botín suculento. La banda que actuó en la Cooperativa Graneros y Elevadores no fue improvisada. Los cacos tenían un liderazgo definido y habían estudiado el terreno minuciosamente. El hecho comenzó a gestarse  con su planificación semanas antes.

La psicóloga Eve Cortapello, luego de regresar de atender varios pacientes en su consultorio había dejado estacionado su auto Fiat Duna, color negro,  frente a su vivienda en Rosario. El reloj marcaba las 17, del jueves 7 de noviembre de 2002. Un delincuente solitario una hora después y con gran maestría abrió el rodado hizo el “puente” con los cables  y se lo llevó.

El vehículo serviría para asaltar la Cooperativa Graneros y Elevadores Argentinos de nuestra ciudad apenas dos horas y media después.

El delincuente buscó la salida de la gran ciudad santafesina. La policía sabe que el trayecto a Colón lo realizaron por el camino de tierra que desemboca en los cuatro caminos y que separa Colón de Rosario de una distancia de solamente 111 kilómetros.

En un punto del trayecto, los delincuentes abordaron el Duna robado. Casi con seguridad un vehículo de apoyo lo esperó y el grueso de los delincuentes subieron al vehículo que venía de Rosario antes de ingresar a nuestra ciudad. El segundo vehículo luego los recogió en calle 57 y Ruta 8 donde abandonaron el auto de la psicóloga .

         El número de malvivientes

El comando que asaltó el supermercado de 46 y 21, contó con un mínimo de siete personas. En este sentido, cinco actuaron en el supermercado y los otros dos fueron los  choferes del Duna y el auto apoyo. Los ladrones llegaron a las 20.40 al supermercado. El Duna negro quedó estacionado en calle 46 casi llegando a 22. Un delincuente bien vestido abordó a un empleado y pidió hablar con el gerente Roberto Rossi.

Estaba vestido con un traje color oscuro y en su saco tenía rastros inconfundibles que habían transitado caminos de tierra. Señalo que tenían una reunión y que venían de la Cooperativa de General Conesa.

El empleado dudó abrió la puerta y se dirigió al sector de la administración. En ese momento el caco lo redujo sacando unarma de fuego. El grito paralizó a los empleados administrativos. El delincuente rápidamente se apoderó del dinero de la caja. En tanto dos o tres cómplices llevaron a unas cincuenta personas (entre personal y clientes) al fondo del supermercado. Uno de ellos se apropió del dinero de la caja ubicado al centro de las tres que existen a la salida del comercio.

  La alarma que nadie escuchó

Los delincuentes estaban en el interior del supermercado de 46 y 21. Un empleado accionó la alarma de seguridad que está conectada a una empresa de Pergamino. En este punto existen contradicciones de importancia. La alarma habría sonado a las 20.47.

Los responsables de esta empresa señalaron que llamaron al número de la comisaría 431003 y un policía habría tomado ese llamado que avisaba que malvivientes estaban asaltando GEA. El presunto llamado no quedó registrado en el libro de la Comisaría y el propio comisario Mario Barzola en conversación con este periodista desmintió el mismo. Ningún efectivo habría atendido a la empresa de seguridad.

El llamado que alertó a los uniformados provino de un vecino que dijo “ vengan rápido están asaltando a GEA”.

El punto no esta claro. La empresa de seguridad no constató el llamado y no sabe quien recibió el mismo.

  La huida con el botín

Los delincuentes actuaron rápidamente. El asalto habría durado entre seis y siete minutos y les reportó una suma cercana a los 18 mil pesos. El comando subió al Duna negro estacionado sobre la calle 46 y huyeron a toda velocidad. Los primeros policías que llegaron lo hicieron en un auto particular y rápidamente se dirigieron hacia la ciudad de Rojas (veremos luego porque).

Rápidamente se montó un operativo cerrojo con localidades vecinas buscando el vehículo robado a la psicóloga rosarina.

Los cacos tenían todo planificado. El Duna fue abandonado en calle 57 y Ruta 8. En el lugar existen huellas de otro vehículo que los recogió para huir con rumbo desconocido.

        Conexión Rojas

El oficial que partió inmediatamente a la ciudad de Rojas tenía una fuerte sospecha que los delincuentes que actuaron serían de esa localidad. En las últimas semanas los policías habrían seguido los movimientos de un grupo de personas que había alquilado un comercio sobre calle 50.

Los pesquisas sabían que los individuos en cuestión tenían antecedentes policiales y sospechaban que podría haber algún hecho de magnitud en la ciudad arrastrado por esta gente.

Los peritos habían confirmado que en el Duna negro no había huellas dactilares.

Los trabajos de investigación y las sospechas determinaron muy pronto el primer allanamiento relacionado con la causa. El mismo se realizó en calle 50 y 19 y habría sido negativo.

 Las sospechas

Una fuente policial dijo “ tengo sospechas que la banda está recién formada”. La diversidad de edades y las armas usadas pueden llevar a dos hipótesis.

La primera es que la banda se formó en el interior de un penal (San Nicolás, Junín o Melincué) y habría efectuado el primer asalto . También podría ser que se dedicaran a otros rubros como la piratería del asfalto y que cambiaron a un “palo” menos riesgoso. El poder de fuego que mostraron en la GEA no es de primera. Según tenemos conocimiento utilizaron revólveres calibre 32 y 38.

El dato  podría determinar que se trata de un grupo recientemente creado o que “un entregador colonense” les avisó que no se encontrarían con dificultades mayores para asaltar el lugar.

Los pesquisas sospechan que se trata de un grupo que proviene de un ciudad del norte bonaerense. Por nuestra parte, no descartamos que sea un comando que “cruzó la frontera” santafesina.

Un testigo siendo las 21.30, habría dicho que cruzó un auto color oscuro en un camino de tierra cercano a la Escuela Nº 15. En este sentido el “juego está” abierto y los delincuentes podrían provenir de varios lados. Este periodista treinta días antes en una nota titulada “El delito que viene” había escrito “En las próximas semanas deberemos adecuarnos a un nuevo tipo de delito.

Las bandas que actuaran vendrán de otras ciudades y no saldrán al “bardo” si no que realizaran inteligencia previa. Sus objetivos serán grandes supermercados, cooperativas y mutuales. Esto nos obligará a organizar un nuevo organigrama de seguridad”. Ahora decimos “ El asalto a la GEA es una bisagra en la seguridad de Colón. Estos hechos seguramente se repetirán mucho antes de lo que esperamos”.