(Por Victor Calvigioni). Los estafadores indican que en época de crisis económica se debe “entrar” a los presuntos compradores con cosas “raras” que llamen la atención o una mercadería que se use diariamente y sea indispensable. Un caso extremo ocurrió en nuestra ciudad en 1996, cuando ingresaron, vendedores ambulantes que cargados con grandes jaulas en un viejo camión, comerciaban loros de todos los colores. Había a pedir de boca: rojos, amarillos, violetas, naranjas, azules, rosas –entre otros-.
Para los intrépidos comerciantes ambulantes pasaron pocas horas y a cincuenta pesos cada exótico ejemplar, las jaulas quedaron vacías. Un conocido comerciante ubicado en calle 23, en el corazón del Barrio de Barracas, compró el ave más bonita. Sus plumas rojas, cortadas con bandas blancas brillaban. El feliz colonense exhibía el ave en todo su esplendor en la puerta del local. Los estafadores señalaron a su cliente que el “Perico” procedía de un país lejano –para aquella época- Panamá.
En la primer jornada, ningún amigo o circunstancial cliente, podía hacer entrar en razones al propietario que no existían “loros rojos y blancos”. Sin embargo al pasar los días y con la humedad ambiental de días lluviosos, el ave se destiño y quedó de un verde natural “rabioso”. Debieron pasar varios días más para que la víctima reconociera que había sido estafado. En este país más parecido a Macondo que a París, todo es posible.
Productos de limpieza
La codicia de la víctima siempre está presente en los «Cuentos del tío». En una camioneta cargada con productos de limpieza ingresaron a Colón por boulevard 50, dos “vende humos”. La mercadería que dejaban en concesión por 3000 mil pesos y donde el comerciante podía quintuplicar la ganancia.
Sin embargo la realidad era otra. Los productos dejados con esfuerzo podían lavar la tierra de los vasos que quedaban olvidados en alguna repisa.
En el “cuento del tío” cayeron comerciantes de Colón (cinco casos) Pergamino (siete casos) y San Pedro (seis casos) -entre otras localidades de la región-.
La investigación
La investigación fue llevada adelante por la Fiscalía de la Departamental Pergamino, a cargo de la Dra. Patricia Fernández.
Los delincuentes engañaban a sus clientes haciéndose llamar José Salem o José María Vita y vendían artículos de limpieza por un valor de 2 o 3 mil pesos.
En realidad los estafadores eran Marcelo Zamboni y un familiar. Los nombrados se domiciliaban en San Martín (conurbano bonaerense) donde por orden judicial hubo allanamientos y secuestro de mercadería utilizada para realizar el audaz cuento del tío.
El Juez de Garantías de Pergamino, pocos días después dejo a padre e hijo en libertad, mientras se seguía instrumentando la causa judicial. Pero los embaucadores procesados seguían estafando con sus productos.
La última noticia
La última noticia que tuvo quien escribe esta nota sobre la audaz maniobra delictiva provino de Ranchos, provincia de Buenos Aires, donde una víctima señalaba a través de una comunicación interna del diario:
Me dirijo a Uds. con el fin de comunicarles que visitando vuestra página en internet, me encontré con una noticia de mi desagrado publicada por ustedes en la edición del día 1 de Junio de 2003, la que hacía referencia a la «gran estafa en Colón con productos de limpieza» por la supuesta Compañía Azul y Blanco.
Paso a comunicarles que he sido otra de las tantas víctimas de esta falsa compañía, pero «no» en el año 2003, sino el 27 de Abril de 2005, en mi ciudad y en mi propia casa fui visitado por dos señores, el Sr. José Salem (si así se lo puede llamar) y su chofer, los que se movilizaban en una Ducato blanca y ejercían el mismo «modus operandis» que Uds. muy bien describieron en la edición antes mencionada.
Sería de mi agrado poder ponerme en contacto con Uds., y a través de Uds. con las personas que sufrieron esta estafa en su ciudad o ciudades vecinas. También se recibieron cartas provenientes del sur de Córdoba, demostrando el amplio accionar del trío de estafadores.
El expediente Judicial
El expediente judicial llevaba el número Nº 39.906.
La estafa por el cuento del tío abarcaba varias ciudades en territorio bonaerense. La fiscalía de Pergamino trató de relacionar los casos ocurridos en Colón y Pergamino (había siete estafados) con una empresa denominada ABA Cía. Azul y Blanco Argentina con supuesto domicilio en la localidad de Morón, en el conurbano bonaerense.
También se relacionarían varios casos más de estafas ocurridos con la misma metodología en el año 2002 en la ciudad de San Pedro.
En Colón y Pergamino los estafadores, engañaron a sus víctimas y timaron entre $2.000 y $3.000 a cada uno de ellos.
Según se supo, los delincuentes vendían productos “truchos” de limpieza, cuya marca no está registrada ni existe en ningún lado.
El “modus operandi” de esta compañía denominada Azul y Blanco era de visitar ciudades y convocar a supuestos distribuidores de sus productos a través de avisos que publicaban en medios gráficos.
En los mismos se ofrecía una “excelente oportunidad de trabajo para particulares, comerciantes y repartidores”, con múltiples beneficios y entrega inmediata de los productos.
Luego de contactarse al teléfono en cuestión, las víctimas recibían la visita de dos señores a bordo de una camioneta Ducato blanca, en la que transportaban una importante cantidad de mercadería de marca Liuko.
En general, la visita se repetía al día siguiente y allí se cerraba el trato con el pago de la primera tanda de productos, que consistían en diferentes detergentes líquidos para lavado de prendas deportivas o delicadas, jabones en polvo, y un sinfín de derivados para limpieza (que además, analizados por bromatólogos tuvieron resultados muy negativos).
En Pergamino, una mujer impulsó la demanda. La víctima había pagado $2.200 para recibir estos productos, y el mismo día, otro vecino entregó $3.000, al mismo señor que decía llamarse José Salem.
Pero a pesar de la promesa de volver en pocos días para entregar más mercadería, jamás regresaban. En el teléfono original, las llamadas se seguían atendiendo, pero siempre la respuesta es que el Sr. Salem “está de viaje en el interior”, y que los productos entregados “lamentablemente, no tienen devolución”.
La camioneta que conducía el señor Salem tenía una patente también “trucha” porque pertenecería a un Ford Falcon de otra provincia, y que la empresa ABA Cía. Azul y Blanco Argentina, que presentaba recibos en la que se leía “productos químicos”, “de José María Vita”, tampoco era real. Dos historias reales…a los cuales debemos memorizar para no caer nuevamente en estos tiempos de crisis económica y pandemia