El Cadillac Fletwood negro estacionó frente al número 335 de la Avenida Montevideo. La directora de la entonces Escuela N° 52 pisó raudamente el adoquinado y se adelantó a la comitiva para recibir a Evita, que por primera vez llegaba a Berisso.
El verano se resistía a darle paso al otoño. Perón había ganado las elecciones en febrero y en aquel marzo caliente de 1946, la huelga del Sindicato de la Carne ya andaba por el día 20. Juan, así lo llamaba ella, le pidió que llevara la solidaridad y el apoyo al reclamo que realizaban por el pago del aguinaldo adeudado, para que se cumplan con las 6 horas de trabajo en las insalubres cámaras frías y por la reincorporación de los despedidos.
Gran cantidad de vecinos se acercaron a la institución escolar para ver de cerca a la esposa del Presidente electo, entre ellos Agustín Américo Merlo, berissense de nacimiento, perteneciente a la Asociación de Empleados del Frigorífico Swift, un sindicato de empresa que no respondía a la conducción de la Federación Obrera de la Industria de la Carne que lideraba Cipriano Reyes.
Merlo colaboró en la distribución de la ayuda y al final de la visita, estrechándole la mano le agradeció “a Ella y al Coronel” lo que estaban haciendo por el pueblo. Ninguno de los dos imaginó que poco tiempo después, pero en circunstancias muy diferentes, se volverían a vincular.
Los trabajadores eran protagonistas y arquitectos esenciales del naciente peronismo; lo iniciado junto al Coronel allá por el ‘43, se profundizaba. Asumieron nuevos roles y funciones, desde ser ministros a legisladores o funcionarios de distinto rango. La presencia del movimiento obrero sería fundamental no solo en el país sino también en el exterior.
“La política es la política internacional”, dijo el Presidente al inaugurar en el Ministerio de Relaciones Exteriores el Curso de Elevación Cultural Superior para capacitar a dirigentes gremiales que serían designados Agregados Obreros en las Embajadas Argentinas de todo el mundo.
Perón los llamo los “diplomáticos del trabajo” agregando que “la solidaridad y la unidad de los trabajadores eran la vía más genuina para la unidad de los pueblos de la Patria Grande”. Les encargó como misión hacer conocer nuestra realidad social y sindical, gestionar el acercamiento entre las centrales obreras del país al que fueran destinados y la CGT, vincularse con el movimiento obrero local, difundir los postulados de la “Tercera Posición Argentina” e impulsar la formación de la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados (ATLAS), como parte de una ofensiva peronista para responder a los ataques estadounidenses.
En diciembre de 1946 finalizaron su capacitación 41 dirigentes sindicales, entre los que se encontraba Agustín Américo Merlo, quien llega a Washington el 19 de marzo de 1947 para asumir como el primer Agregado Obrero Argentino en la Embajada de nuestro país en EEUU.
Su primer año de funciones transcurrió cumpliendo las tareas asignadas, pero en septiembre de 1948 una llamada telefónica alteró la inercia de sus días. La esposa del reverendo Ralph Faywatters, quien presidía la Children’s Aid Society, una entidad caritativa creada para proteger a los niños negros de Washington, solicitaba al gobierno argentino una donación de ropa de abrigo y calzados. Los inviernos en la capital norteamericana suelen tener temperaturas por debajo de cero grado y en aquellos años la miseria merodeaba las puertas de la Casa Blanca. La pobreza infantil era del 48%.
Alejado de las prácticas tradicionales de la Diplomacia, Agustín Merlo solicitó hacerse cargo del pedido y rompiendo las rutinas de Cancillería se comunicó directamente con Evita. El vínculo iniciado en marzo del ‘46 en Berisso puso en marcha uno de los hechos más increíbles, pero no el único, de la historia silenciada de nuestro país.
La Fundación Eva Perón fue el instrumento utilizado para canalizar la ayuda. En los primeros días del año comenzaron a cargarse en la bodega del avión las cajas que llegaron el 13 de enero de 1949 con una nota dirigida a la institución. Evita manifestaba que “este avión argentino… representa a la bondad de nuestro conductor y lo que somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre donde se encuentre”. El 17 de enero Agustín Merlo, llevó a cabo la entrega de la ropa y calzados destinados a proteger del frío a 600 niños norteamericanos.
La noticia de la donación conmocionó el ambiente conservador, previo a la asunción del Presidente Harry Truman. Los diarios de la época así lo reflejaron. El Miami Daily News tituló: “La Fundación Eva Perón Envía un Regalo – Argentina Vestirá a los Pobres de Washington” y el Pittsburg Post-Gazette puso en primera plana: “¡Ayuda del Exterior Viene a América! Eva Perón Envía Ropa para 600 Niños- Desconcierta a la Sociedad de Caridad” y al otro día: “Argentina Ayuda a Nuestros Chicos y a Algunos de Nosotros Nos Cae Mal – Contribuyentes Fastidiados”. Por último, el Time desnuda la posición de los poderosos, al escribir “Hay preocupación por lo que puede pensar Rusia del asunto”.
Estos encabezados pusieron de manifiesto que para la prensa estadounidense y sectores reaccionarios de la política americana, el problema no residía ni en la pobreza infantil ni en los niños que sufrían frío sino en la proyección de una imagen internacional desfavorable a los EEUU en plena Guerra Fría.
Las repercusiones de la gente no tardaron en llegar y numerosas cartas provenientes de distintos lugares de Norteamérica agradecieron el gesto de Evita. Valoraban la generosidad que los diarios no le reconocieron. El berissense Merlo volvió meses después a la Argentina y cumplió otras funciones en Cancillería hasta su retiro.
Es importante recordar que en los dos años siguientes se enviaron donaciones semejantes a más de ochenta países, entre los que se incluían naciones europeas devastadas por la guerra, países africanos y prácticamente todos los países latinoamericanos, pero ninguna tuvo el impacto político de esta.
María Eva Duarte había nacido un 7 de mayo de 1919, en medio de carencias tan parecidas o peores a las que padecían esos chicos de Washington. Quizás el sufrimiento propio en su niñez le dejo una impronta en su vida, tan distinta a la caridad de las Damas de la época.
Intentaron borrar su obra, destruir su legado, gritaron vivas a su muerte pero la memoria colectiva de nuestro pueblo busca obstinadamente en los pliegos del pasado, el recuerdo y la vigencia de estas historias de amor y solidaridad que el odio y el rencor nunca podrán silenciar.(*) Jorge Drkos es secretario de RRII del Frente Transversal, integrante del Frente de Todos, y secretario ejecutivo adjunto de la COPPPAL. (InfoGEI)