Alguna vez cuando estabas por comer una ensalada: ¿Pensaste en el suelo? ¿Y cuándo estabas por preparar una sopa de verduras a tus hijos? “No, por supuesto que no”, es la clásica respuesta. Lo primero en que pensamos cuando vemos una hortaliza sea tomate, acelga, lechuga, entre otras, es que sea rica y de calidad, pero nunca se nos ocurre relacionar esto con el suelo. Adelantándonos al día de la Conservación Nacional del Suelo, desde el INTA AMBA invitamos a reflexionar acerca de la importancia de los mismos y cómo influye su cuidado en nuestra vida diaria.
Si volvemos a la pregunta inicial y pensamos en una ensalada lo que esperamos es que las hortalizas que vamos a consumir sean de calidad e inocuas, entendiendo por este último al alimento que no contienen ninguna sustancia y/o organismo que produzca daño a la salud. En general relacionamos este término inocuidad con que la hortaliza no tenga residuos de plaguicidas. Esto es correcto y muy importante. Sin embargo, no se reflexiona en cómo influye el cuidado de nuestros suelos, en el que se producen las hortalizas, en la inocuidad de las mismas.
Sabemos que las funciones principales de los suelos son: ser sostén de los cultivos y brindar agua, nutrientes y oxígeno para que estos crezcan y se desarrollen. Pero si miramos al suelo en un sentido más amplio, nos damos cuenta que no solo es un soporte en el que hay agua y nutrientes, sino que es un sistema más complejo en el que interactúan diferentes componentes, y en el que también hay vida (micro-macro fauna). Mantener y cuidar esta vida, como así también sus funciones, es fundamental para el crecimiento de las plantas.
Ahora bien, si pensamos un sistema productivo intensivo, por ejemplo, uno de producción hortícola, y nos preguntamos ¿Qué pasa con el manejo de los suelos y que rol cumplen en este sistema? Podemos darnos cuenta la importancia de los suelos y de su cuidado. En estos sistemas productivos se realizan prácticas tales como la aplicación excesiva de fertilizantes y la aplicación de enmiendas orgánicas sin control de dosis y calidad que conducen, con el tiempo, a que estos se degraden física, química y biológicamente.
Estas degradaciones se manifiestan en forma de salinización, pérdida y disminución de la diversidad de microorganismos, disminución de la materia orgánica, deficiencias nutricionales en los cultivos, entre otras.
En consecuencia, cuando un suelo no se ha cuidado y, por el contrario, se encuentra degradado pierde su calidad y su capacidad, tal es así que los cultivos que crecen en estas condiciones son más susceptibles a sufrir el ataque de plagas y enfermedades, que se controlan utilizando mayor cantidad de plaguicidas, conduciendo a un sistema productivo más dependiente de insumos y más vulnerable.
Por todo esto es que consideramos que el suelo es un eslabón fundamental en los sistemas productivos, y su manejo inadecuado es una de las causas que pone en riesgo la inocuidad de las hortalizas.
En el Día Nacional de la Conservación de los Suelos es para destacar que el cuidado es fundamental ya que es la base de un sistema productivo sostenible y uno de los pilares para una alimentación saludable.