De inundación a sequía: el déficit hídrico genera preocupación por los cultivos

La Provincia de Buenos Aires pasó a dos extremos hídricos en tan sólo un trimestre. Las lluvias que rompieron records durante el invierno y que mantuvieron en vilo a gran parte del territorio se cortaron en noviembre, y desde entonces sólo hubo precipitaciones esporádicas y de muy baja intensidad.

Desde los distritos más complicados aseguran que crece la preocupación por los cultivos, que ya se puede hablar de afectación en los rindes y que en algunos casos los daños son «irreversibles». El pronóstico indica que el fin de semana llegará el alivio, pero los productores advierten que para revertir el panorama las lluvias deben ser importantes, y repetirse al menos cada 10 días.

El presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Matías De Velazco, señaló a DIB que el fenómeno se extiende de norte a sur de la provincia. «Hay seca en distritos del sur y también en los partidos que estuvieron inundados. A nivel productivo estamos complicados en todo el territorio», sintetizó. «Desde noviembre hay zonas que casi no han recibido agua, a eso hay que sumarle las altas temperaturas y los vientos que secan enseguida», agregó.

El escenario cambió drásticamente en General Villegas, donde luego de 15 meses de saturación hídrica, los productores enfrentan ahora una preocupante falta de humedad y aseguran que el 80% del agua se evaporó, y que desde octubre no recibieron más lluvias.

Asimismo, un relevamiento realizado por la Sociedad Rural de 25 de Mayo dio cuenta que el último bimestre de 2017 fue el segundo más seco de la historia después del de 1956 si se lo compara con el mismo periodo cada año. «Entre noviembre y diciembre de 1956 habían llovido 39 milímetros (mm) y en este último bimestre tuvimos 41 (mm)», explicó a DIB el presidente de la entidad, Alberto Larrañaga.

El titular de la Rural local señaló que «la situación es de preocupación y de alarma», y sostuvo que las lluvias del último fin de semana -en promedio de 20 mm- llevaron algo de alivio pero que «no alcanzaron» para revertir la situación. «En algunos lotes, sobre todo de maíces hay daños que son irreversibles y en otros dependerá de la llegada de las lluvias», agregó.

No obstante, consideró que la situación podría ser aún peor, pero que fue amortiguada por los excesos hídricos del invierno. «Y si bien el nivel de las napas está descendiendo, aún no llegó a ser tan bajo como en las sequías históricas», indicó.

En ese sentido, su par de Bragado, Félix Pissinis, dijo a esta agencia que «la expectativa está puesta en las lluvias que se pronostican a partir del jueves, aunque según se indica no serán de gran milimetraje». En ese sentido, dijo que por «la demanda de los cultivos debería haber un golpe de agua cada 10 días».

«Noviembre y diciembre fueron meses críticos, la media anual en Bragado es de 200 mm para ese bimestre y sólo llovieron 45 (mm)», explicó Pissinis.

El déficit hídrico afecta sobre todo al maíz y a la soja de primera en su etapa de floración. Pero además al maíz y a la soja de siembra tardía, y a la siembra de segunda, de cebada y trigo. Mientras que el panorama ganadero también es crítico por el estado de las pasturas. «Es esperable que se produzca una sensible reducción de los rendimientos», consideró Larrañaga.(DIB)