(Por Victor Calvigioni) El sentido común nos indica que antes que llegue la primavera en el hemisferio sur los economistas deberán tirar sus libros a una gran hoguera. Los paradigmas que nos trajeron sin escala a un mundo invivible quedaran pulverizados en el infierno del Dante por lujuriosos, glotones, y avaros.
En gran medida muchos de ellos fueron los cómplices menores (capangas en el término criollo) de los grandes centros financieros.
La mayoría de estos financistas creyeron en una “felicidad perpetua” de sus patrones, mientras que países y continentes enteros eran excluidos de su “exclusiva” agenda económica. Los seres humanos en sus “repetitivos” programas fueron siempre “olvidados” (en mayor o menor medida) teniendo como finalidad acumular riqueza por la riqueza misma. El ejemplo sería el legendario “Tío Rico” del Pato Donald. Sin embargo había una diferencia. El famoso comics acumulaba monedas de oro, y los financistas, papeles con rimbombantes firmas y un gran flujo financiero por computadoras.
Ante este dislate que nació hace muchos años cuando nos olvidamos del hombre, debemos estar preparados para transitar un pasaje a un nuevo e irremediable orden económico mundial. El centro de los esfuerzos deberá ser la propia raza humana. En este grave e inusitado contexto los técnicos deberán diseñar una nueva arquitectura con la única finalidad de garantizar una “economía de supervivencia”.
Se debe entender con urgencia que estamos en medio de la tercera guerra mundial (por sus consecuencias), donde se pelea contra un enemigo invisible, desconocido y cambiante que nos lleva como país a un impredecible futuro en lo interno y externo.
En poco meses cada pueblo peleará por “el pan nuestro de cada día” y los gobiernos deberán estar preparados para soportar los embates de esta pandemia. Ya no alcanzará con el alcohol, el aislamiento y una hipotética vacuna. El virus parece un “arma perfecta” e indescifrable. El año y medio que se requiere parece no alcanzar. Los grandes centros financieros lo único que no pueden adquirir con sus simuladores de “dinero” es el tiempo, tan intangible como el propio coronavirus.
En el presente se observa en las mesas de debates televisivos la carencia de economistas. Ya no tienen respuestas al “tsunami” de cambios que se avecinan. Los líderes políticos que no se adapten a los nuevos tiempos serán arrastrados al abismo de la irracionalidad.
Los gobernantes deben olvidarse de la ortodoxia y la heterodoxia económica pregonada en enfrentamientos estériles a favor de su propio beneficio. En este sentido, se debe tener presente como nunca antes y en este nuevo diseño de la “economía de supervivencia” al ex ministro Aldo Ferrer y el siempre vigente “Vivir con lo nuestro”.
Ya no tratándose de una economía de crecimiento sin financiamiento externo e inclusiva para el pueblo argentino. Se debe trabajar en un rediseñamiento de su “idea madre” creando un soporte de supervivencia donde las fuerzas de la producción y laborales estén dirigida a los cuarenta millones de argentinos. El fin primordial será proveer lo indispensable para sus vidas. El esquema deberá tener su centro en un “activismo estatal” como nunca nadie ha imaginado y que debe contar con la participación de todos los actores de la sociedad.
- Técnico Tipificador y Clasificador de Ganados y Carne, Experto Agrario, Agronomo Nacional, Técnico en Administración de Empresas.