En estos tiempos de escasez económica las parrillas y los Bomberos Voluntarios están sufriendo por motivos contrapuestos. La “enrejada de fierro” por falta de años de uso práctico y gastronómico, y los servidores públicos por trabajo adicional. Todo se evidencia. Los potenciales usuarios a pesar de la esperanza que los motiva a limpiar la lámina de óxido que se aferra al hierro forjado, siguen con esmero y mucha adrenalina la aventura de prender nuevamente el fuego, y sentir en sus manos una tira de asado. Pero el trabajo es mucho se debe tirar la leña apolillada después de cuatro años de duro ostracismo por falta de insumos básicos como costillas, matambres y otros cortes rojos.
En este sentido, muchos de los usuarios que regresan al fondo de sus casas, olvidan en los rincones de la honorable e imprescindible elemento culinario una camiseta de fútbol, macetas con plantas secas, y tantos usos multifacéticos que le dieron en estos años. Esas prendas, y arbolitos de jardín, son el origen de los focos ígneos que rápidamente se extienden. Muchos dicen a esta altura que el “asador argentino” tendría que recursar la materia “Asado criollo” olvidada en un túnel sin luz al final ni segundo semestre con brotes verdes.
Pero vamos al grano, siendo las 11 de la mañana del domingo se prendió fuego una parrilla en una casa de calle 14 entre 47 y 48, y las llamas se extendieron al ambiente circundante. Los Bomberos Voluntarios (muchos con ganas de que los inviten a almorzar) extinguieron con profesionalidad el foco ígneo que amenazaba extenderse (FOTO ILUSTRATIVA)