(Por Victor Calvigioni) El colonense Ricardo “Lali” Raineri es el único sindicalista colonense que cumplió siete años de cárcel por defender sus ideales. Personalmente lo conocí en la histórica “matera” de Juan Ojeda, ubicada en calle 49 y 23. En ese atípico sitio bohemio para esa época, pasó parte de la política colonense. Siguió su camino y poco después se convirtió en concejal. En el presente reparte cartas para una empresa privada y en su histórica bicicleta desanda decenas de kilómetros. También es Secretario del Bloque PJ-Frente de Todos. Nunca entregó sus creencias.
En marzo de 1975, cayó preso en Rosario. Su delito fue ser delegado de la fábrica “Massey Ferguson” y defender los derechos de los trabajadores. El operativo se denominó “Serpiente roja” porque se desplegó a lo largo del Río Paraná desde San Nicolás a la ciudad de San Lorenzo. El colonense, estuvo preso en los penales de Coronda, Devoto y Rawson. En este último recibió las peores torturas. En el juicio celebrado en el 2015, recordó ante el jurado: “la represión era con duchas heladas de madrugada. Los compañeros se desmayaban y los arrastraban a sus celdas. Los castigos eran por cualquier cosa. En una protesta masiva de gritos y jarras contra los barrotes para frenar una tortura porque estaban matando a un muchacho. Los viejos de la ciudad deben recordar que lo hacíamos para que nos escuchen en el pueblo, era la única forma de manifestar lo que sucedía dentro”.
Cordero duro y escaso
También rememoró “el menú carcelario de cordero duro y escaso, y la sopa con una capa de grasa de hasta cinco centímetros de espesor. Hubo desagües del penal que se taparon por ese brebaje” argumentó y agregó “Culpa de las chinches, dormir era un logro y en cada requisa te tiraban la celda abajo, eran peor que un allanamiento”
También dijo “El preso estaba incomunicado. Rara vez podía ir al baño, hacía sus necesidades en ese espacio. Eran insultados, amenazados y golpeados. En noches bajo cero los desnudaban y les echaban baldes de agua fría en la celda”.
En el juicio, otros testigos dijeron: “Había requisas vejatorias; baños prolongados con agua helada en invierno varias veces al día y a cualquier hora; escasa o nula alimentación y negación de atención médica. Al menos dos internos murieron. Un golpe frecuente era el “teléfono”: aplastar los oídos y el cráneo entre las palmas de las manos”.
Ricardo en un reportaje concedido a Juan Ameri señaló: “Sabía por qué había estado preso, no tenía por qué reprocharme, en mi mente la tranquilidad fue fundamental, yo no maté a nadie. Lo que hacía era defender derechos míos y de mis compañeros que nos corresponden por constitución y por ley, y si por eso estuve preso no me arrepiento, entonces eso te ayuda más a soportar el contexto represivo en el que viví”. Mundial del 78
En el mismo escrito recordó: “El Mundial del 78’ lo escuchamos por radio, nos habían sacado diarios, revistas, juegos, y lo único que teníamos era la Biblia para leer, la cual conocía muy bien”. También Ricardo agregó: “Había Biblias que no entraban, por ejemplo la Latinoamericana que era una escrita por curas del tercer mundo que cuestionaban lo social, esa estaba prohibida y lo mismo que la Biblia de Jerusalén”. La principal enseñanza es no entregar las convicciones…tal vez el país hubiera sido distinto.