Un comerciante de calle 54 entre Boulevard 17 y calle 16 no tiene consuelo. En el término de una semana los amigos de lo ajeno se llevaron tres kilos de asado con crujientes costillas (una fortuna del arte culinario) y ahora un artículo que esta por caer en desuso ( o como le gusta a la Justicia en desuetudo). La fiel compañera de tantos encuentros que acompañaron la argentinidad al palo de amigos, parientes, obras en construcción y hasta con desconocidos.
Se trata de la siempre respetada “Parrilla” y que los pitucos del barrio Recoleta, en el interior de un quincho con vidrios polarizados y piso de mármol, llaman pomposamente “grill” o “gratinador”.
Sin embargo la de nuestro panadero, es humilde y medio “cabecita”. Si alguien la observa es de estilo bien de barrio, utilizada en viviendas con poco espacio. Su descripción podría ser la de miles que habitan las casas maradonianas. Tiene un enrejado de caños, un tiraje construido manualmente que termina en una chimenea con cuatro caídas, y está cuidadosamente inclinada para dejar que corra la grasa y con una una canaleta, soldada, para evitar que manche el piso. Ahh… lo importante, es que estaba sostenida en cuatro pequeñas ruedas para que pueda “viajar” a la casa de un vecino que en los últimos años podía acertar un “cuaterno” a la quiniela y ante tanta suerte se daba un gusto tan relegado de comerse un “matambre a la piza” junto a sus amigos.
Se pide a los ladrones que la devuelvan. Su propietario sueña con nuevos tiempos de felicidad y quiere volver a usarla cada domingo.(Foto ilustrativa)