En los dos últimos años acompañadas por una rica alimentación (distintos cereales) el crecimiento poblacional de las populares “Cotorras” fue exponencial.
Los primeros ejemplares se observaron en cercanías del Zoológico Municipal “Don Gabriel García” allá por el año 1992. Rápidamente se comenzaron a extender y en el presente anidan en los árboles altos en un amplio radio. Los ejemplares ya son cientos y seguramente su crecimiento poblacional será “explosivo” debido a la cantidad de alimentos que tienen.
Solo basta para ver su crecimiento poblacional recorriendo los caminos del lago Municipal “Whlimar Cuneo” , el ex jardín Zoológico, a cualquier arboleda de eucaliptus cercano al casco urbano. Ya la población si no se comienza a trabajar para contener el número iniciará también exponencialmente un daño en los cultivos y en las quintas.
Población
La cotorra argentina dobla su población cada tres años. Cada ejemplar llega a una edad que va de los 15 a los 20 años. Cada año pone de 5 a 12 huevos. Suelen vivir en bosques y montes o espacios con árboles más abiertos adaptándose muy bien a distintas temperaturas. Si la cotorra es adulta es más fácil reconocer el sexo; en esta etapa las cotorras macho suelen ser más grandes, tienen la cabeza más larga y sus colores son generalmente más vistosos que los de las hembras. La población que se observa en nuestra ciudad tiene un alto porcentaje de ejemplares jóvenes , indicando su rápida reproducción.
Las mayorías de sus nidos los realiza en las especies de eucalipto que fueron introducidas en la Argentina en 1857. Desde 1870 en adelante, esos árboles se hicieron muy populares entre los colonos europeos, para sombra y protección de las viviendas rurales y más tarde como especie ornamental en los poblados establecidos a lo largo de las vías férreas. Las cotorras no tardaron en adoptarlos. En Colón existe un amplio número de este tipo de árboles, plantados en la década del 50 y 60.
Daños en los cultivos
Antes de matarlas se deben ahuyentar. Es el más moderno procedimiento. Se les irrita la boca y las fosas nasales a las cotorras con sustancias químicas para que se alejen, hacerles percibir colores distintos, confundirlos, asustarlos con la presencia de aves de rapiña antes que envenenarlos en sus nidadas, son las modernas técnicas de la lucha contra estas abundantes bandadas autóctonas que ven el girasol, el maíz y el trigo un verdadero manjar.