(Por Victor Calvigioni) El 19 de mayo de l975, se licitó la planta depuradora de Colón. El costo total de la misma en valores constantes, fue muy cara. Diríamos extremadamente cara y además inadecuada, alcanzó a 2.515.200 dólares. Una cifra muy onerosa para aquella época. Solo basta recordar que el valor de la hectárea de campo era muy inferior a los 700 dólares.
La planta en su totalidad se construyó en 1976 y se inauguró en l978. Por aquellos años la dictadura imponía la «mordaza» y era muy poco (nada) lo que se podía informar o investigar sobre la obra pública.
La planta depuradora estaba diseñada para una población de 12.500 habitantes.
Los datos se encuentran en la información oficial de la provincia de Buenos Aires y su duración estipulada era de 15 a 20 años. En los pliegos se indica la construcción de una casa de 90 metros cuadrados y 800 metros de pavimento interno, la cinta asfáltica y la vereda hoy casi no existen.
La gravedad de la situación es elocuente. La planta caducó en 1998 y cuando fue realizada la ciudad tenía una población de 17 mil habitantes. En estos momentos existen 13 mil más de lo máximo estipulado para su normal funcionamiento.
Un larga lucha
A partir de 2003, la ciudad tuvo la oportunidad de cambiar la historia de la planta depuradora, ubicada en calle 21 y 60. Se perdieron largos años, donde hubo reclamos no escuchados y con una situación económica que hubiera permitido realizar cambios estructurales.
En el año 2001, se comenzó a través de decenas de notas periodísticas (en archivo) a indicar que los residuos cloacales de miles de hogares colonenses “pasaban de largo” al Canal Colón y que estábamos fabricando una bomba contaminante que será difícil erradicar del medio ambiente en los próximos años. La planta depuradora desde hace años no funciona y contamina toda la cuenca del Río Arrecifes.
El 31 de agosto de 2006 escribimos, “la situación de contaminación del Canal Colón está al límite y no existen dudas que por falta de agua (sequía) estamos frente a una “bomba contaminante” a punto de estallar.
El agua que se origina en el sistema cloacal (que trabaja forzada y con importantes pérdidas en el casco urbano) se dirige a la planta depuradora de Obras Sanitarias Municipal, ubicada en 21 y 60. Al final del proceso como dijo en su discurso el técnico que inauguró el sistema “se podría tomar un vaso de agua porque queda limpia y pura”.
Nada está más alejado de la realidad. En la parte posterior de la depuradora de líquidos cloacales, nace un canal artificial que recorre unos 1000 metros y pasa por debajo de los puentes de calle 9 y Ruta Nº 8 y desemboca en el Canal Colón a 200 metros del dique de contención del Lago Municipal.
El contaminante de olor fétido, espumoso y color blanco, invade las marrones aguas que llegan desde la provincia de Santa Fe.
Estamos a final del año 2018, y debemos tener en cuenta que seguimos “exportando” a ciudades vecinas bacterias altamente peligrosas para la salud (por ejemplo especies de los géneros Salmonella, Shi- gella, Leptospira, Campy- lobacter Jejuni y el Vibrio Cholerae ). Todas estas generan trastornos que van desde fiebre, debilidad, náuseas, dolores abdominales, vómitos y calambres, hasta enfermedades entéricas y pulmonares graves (por ejemplo: diarreas, shigelosis, fiebre tifoidea, leptospirosis y cólera), sostiene.
Las aguas negras pueden servir a la transmisión de diversos virus (Adenovirus, Rotavirus, Enterovirus, Virus Norwalk), por ejemplo causales de afecciones intestinales y el responsable de la poliomielitis y el de la hepatitis A. Otro de los riesgos son los hongos microscópicos, como por ejemplo, Aspergillus. Cerca de veinte especies de este hongo son causantes de un grupo de enfermedades que van desde cuadros de tipo alérgico (broncopul- monares y sinusitis), hasta infecciones generalizadas que ponen en riesgo la vida de las personas que sufren alteraciones del sistema inmunológico.
Por último, las cloacas es una parte ínfima de la deuda interna colonense. Se debe tener en cuenta la bomba contaminante que “tira” a la cuenca del Río Arrecifes En las cloacas a cielo abierto y las aguas que atraviesan la planta cloacal sin ser tratadas, se vierten al Canal Colón: productos químicos, pesticidas, residuos industriales, sustancias tensioactivas contenidas en los detergentes, además de los nitrógenos y fosfatos, compuestos orgánicos en descomposición, aceites derivados del petróleo, compuestos químicos, residuos habitacionales que se producen en la utilización de baños, cocina y lavado, los cuales contienen materias saponosas, detergentes, restos de alimentos y alimentos sintéticos”. Nosotros en la pasada edición advertimos que esto podría suceder, pero no se tomaron los recaudos necesarios.(Foto Alusiva)