*La caída del consumo en la mesa familiar es estrepitosa. Las familias se vuelcan al guiso de arroz y casi no hay carne vacuna en la mesa familiar.
Los precios sin Impuesto al Valor Agregado (IVA) en alimentos de la canasta básica comenzaron a implementarse en supermercados de distintas ciudades del interior bonaerense, aunque en algunos casos advierten que los productos se remarcaron con respecto a la semana anterior por efecto de la devaluación o que los descuentos no abarcan a pequeños comercios.
La rebaja ya se comenzó a sentir en las grandes ciudades del interior como Mar del Plata, Bahía Blanca y Olavarría, pero también en otras más pequeñas como Balcarce y Chacabuco.
En el caso de Bahía Blanca, el gerente de compras de la Cooperativa Obrera, Fernando Heredia, no descartó que haya remarcaciones a pesar de la quita del IVA. En Colón se observa remarcación en los principales supermercados. El impacto de la baja del IVA no lleva a las góndolas.
En Colón
El consumo en la zona más rica del país, y sojera por extensión, cae en forma estrepitosa. La carne vacuna llega al proveedor al carnicero a un valor de 150 pesos el kilo. Una media de novillito de 100 kilos alcanza a 15 mil pesos de inversión para un carnicero. Los cortes al mostrador ya superan holgadamente los 300 pesos. El impacto sobre el bolsillo del trabajador y del jubilado es brutal. El tema económico fundamental es que debido a que al hábito alimentario de los argentinos, si sube el precio de la carne vacuna, inmediatamente se incrementa el precio de los primeros sustitutos como son la carne aviar y porcina, y luego los segundos sustitutos como son fideos, arroz, etc. La carne es el dólar “rojo” de la economía y su precio desquicia los otros productos en góndolas.
Además por el sistema impuesto de los propios frigoríficos de exportación y al no tomar al vacuno integralmente como un almacén, la familia que come puchero (clase más baja) financia al que come peceto y lomo. La ecuación es muy simple la diferencia de precios entre el lomo de exportación y el lomo de consumo interno lo paga el que come puchero (u otro corte del cuarto delantero) que no es exportable. Si se toma el vacuno en forma integral los cortes de consumo en carnicerías y supermercados deberían tener un fuerte descenso en los precios. Pero este sería un trabajo que no se puede realizar debido a la reforma de Estado desregulando la economía que llevo adelante Domingo Felipe Cavallo, iniciando este proceso de “robo” a los argentinos.
En tanto, la bolsa de 50 kilos de harina no tiene precio. El trigo es un commodity donde en la plaza local experimentó una suba considerable cuando se eliminaron las retenciones y comenzó el deslizamiento del tipo de cambio para llegar a los actuales 60 pesos por dólar. Se debe tener en cuanta en la actualidad que no existe una cantidad de toneladas de trigo (tendría que ser un millón no exportable) y que contenga la demanda interna en la elaboración de los productos farináceos que llegan a la mesa familiar. El “granero del mundo” vende el pan a 120 pesos y los jubilados cobran 12 mil pesos. La ecuación de los que se “llevan todo” les cierra muy bien, al pueblo no y lo sufre cuando es hambreado.
El pan en nuestra ciudad llegó a un precio de 90 pesos, y en Pergamino en algunos casos trepó a 120 pesos. Consumiendo un kilo de pan una familia tipo gastaría cerca de tres mil pesos por mes y a esto se debe agregar 1500 pesos de leche, mermelada y manteca (un artículo inalcanzable).
Por otro lado se sabe que en nuestra ciudad entran dos compañías de marcas lácteas. La Serenisima y Sancor. La reducción del consumo de lácteos alcanzó entre un cuarenta y cincuenta por ciento.
Un dato de color en la actual crisis económica. Colón era la ciudad donde se consumía más alfajores incluso superando a otras ciudades como Pergamino. Era costumbre que los estudiantes se llevarán como desayuno esa golosina a la escuela. En el presente las ventas se redujeron a menos de la mitad.
En el rubro golosinas la venta bajó un 50 por ciento. En este sentido, si vamos a los que consumen chocolate a pesar del invierno la baja en las ventas llega al sesenta y setenta por ciento.
En esto momento está bajando el consumo carne de cerdo y el pollo, dos alimentos que parecen más accesible a la mesa familiar.
Carne vacuna
En el país centralizado, el producto se observa solamente como dos medias reses, en lo impositivo y en el rédito económico que dejan. Si tratáramos a los vacunos como un gran almacén, los cortes en las carnicerías deberían bajar sustancialmente en los precios. Debemos tener en cuenta que una res en gancho rinde el 57,20% del peso del animal y luego siguen los subproductos, con un 17%, la ingesta (abono etc.)11.50 %, menudencias el 3.50 %, vísceras, 2.50%, merma del proceso 3 % (se da sobre la medía res que llega a carnicería), grasa comestible 5 %, y de uso opoterápico 0.30 %.
Los platos rotos la pagan los carniceros. Los comercios minoristas pagan un costo demasiado alto por la falta de controles del Estado Nacional. Una res de 100 kilos de peso (estampado en el matambre con tinta de uso comestible) debería tener una merma de tres kilos a su llegada al comercio Sin embargo la falta de un correcto desgrase (dresing) en capadura, canal pelviano, riñoñada, grasa de pecho, y ubres en la vacas (sacarlas) hace que el carnicero pague entre 4 y 6 kilos más por esa media res. El desbalance económico termina pagándolo el consumidor debido a que se le prorratea esa pérdida económica. Nuevamente ganancia de los matarifes y frigoríficos y pérdida de los consumidores al subir el valor de los cortes en el mostrador.