El sentimiento de apego que el escritor Jorge Luis Borges aseguraba tener por el eucalipto que plantó en Casilda sobrevoló por un instante esta ciudad al cumplirse ayer 50 años del aquel acontecimiento histórico.
Fue en el marco de un acto evocativo donde la viuda y administradora de la obra del destacado literato, María Kodama, también dejó su huella al emular la acción que protagonizó su esposo el 26 de septiembre de 1969.
A pocos metros del árbol de Borges, como se lo conoce popularmente, la mujer sembró un retoño del ejemplar que a principios de año debió ser rescatado de una feroz tormenta que lo derrumbó. Desde que fue replantando y sostenido para mantenerse en pie en la Plaza de los Mástiles ya no luce saludable y sus chances de salir adelante son escasas.
Pero si el milagro esperado no sucede y el fin de su ciclo queda sellado tendrá al menos un descendiente que seguirá sus pasos para mantenerlo vivo en la memoria colectiva de los casildenses.
Lo sucedido fue parte de una serie de actividades organizadas por el Club Rotario de Casilda dentro del proyecto denominado «Otro árbol para Borges» que también incluyó charlas y trabajos que movilizaron el interés de estudiantes y docentes de escuelas locales.
La reconocida profesora de literatura, quien fue nombrada visitante destacada, aprovechó su estadía para conocer la Biblioteca Carlos Casado, donde conversó con colegas y directivos. Y luego de exponer en el teatro Dante sobre «Borges y Buenos Aires» fue agasajada con una cena.
«Estoy encantada de venir aquí para plantar un retoño de ese árbol que (para los vecinos de Casilda) es tan representativo», sintetizó Kodama al ser consultada en una rueda de prensa poco después de haber arribado a la ciudad.
Aseveró que a Borges «le gustaban mucho las plantas y especialmente siempre decía que plantar un árbol es como dar nacimiento a algo nuevo». Y así el escritor vivió y disfrutó la experiencia que protagonizó ya hace cinco décadas, donde fue recibido con un gran afecto que nunca olvidó. «Lo trataron muy bien», rememoró Kodama para dar testimonio del la satisfacción que su compañero de vida le dijo haber sentido el día de su primer paso por Casilda —a los pocos años regresó— y que quedó registrado en fotografías de la época. «Se lo ve sonriente», apuntó y lo describió en su cotidianidad como un hombre «divertidísimo; si no, no hubiese estado conmigo», aclaró, para mostrar el costado humano del escritor.
«Hace medio siglo el Club Rotario de Casilda convocó a Borges para que plante un árbol en la plaza central y hoy retornamos junto a Kodama para colocar una nueva esperanza» en el mismo espacio público, indicó el presidente de la institución organizadora, Marcelo Cortés, durante el emotivo acto que congregó autoridades, estudiantes y vecinos.
El intendente Juan José Sarasola destacó lo realizado por los rotarios y valoró el aporte de la Escuela Agrotécnica General San Martín de Casilda que cultivó y logró que sobrevivan diez retoños del eucalipto de Borges bajo la dirección del profesor Sergio Mellano.
Uno de ellos ayer fue plantado por Kodama con una pala obsequiada por la fábrica de herramientas y sembradoras locales Gheradi, lo que aportó un plus al momento y que seguramente quedará en la retina de quienes participaron del encuentro.
En ese contexto, el rotario Héctor Jorge Fueyo ofreció una semblanza sobre la «magia» que despierta el eucaliptus de Borges al haber atraído el interés de grandes y chicos que fueron conociéndolo con el paso del tiempo a partir de la transmisión verbal entre vecinos de distintas generaciones. Y seguramente sucederá lo mismo cuando el retoño de Kodama se convierta en un árbol frondoso y no deje lugar para el olvido.
Del acto también participó el intendente electo, Andrés Golosetti, y el ministro de Medio Ambiente de la provincia, Jacinto Speranza, quien aprovechó la ocasión para destacar la importancia del árbol como fuente de vida al tiempo que rescato la sanción de una ley provincial que obliga a los productores a plantar especies arbóreas para cuidar el ambiente.(La Capital)